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A. G. encinas
Jueves, 29 de septiembre 2016, 17:29
Discreción, prudencia y, sobre todo, paciencia y consenso.Son las premisas que se ha fijado el comité de empresa de Dulciora para negociar el plan social con Mondelez, multinacional propietaria de la empresa, con vistas al cierre, que se concretará a lo largo del primer semestre de 2017.
«Ha sido una primera reunión para tomar temperatura», explicaba tras la cita la presidenta del comité de empresa, Belén Bueno. «Vamos a mantener discreción y tranquilidad porque es una situación compleja», señalaba.
Tan compleja como lo es encontrar un punto de acuerdo en un plan social que afectará a 185 empleados fijos otros cincuenta, aproximadamente, trabajan como eventuales en función de las necesidades de producción que se verán afectados por el cierre.
La dificultad de negociar este plan viene dado por la edad media de la plantilla, 44 años, y por su trayectoria profesional. El fijo con menos experiencia en la compañía suma 13 años. Muchos superan la veintena.Y además, más del 50% de los trabajadores son mujeres. Se da la circunstancia de que, en muchos casos, se trata de personas que se incorporaron al trabajo muy jóvenes y cuya formación hace que, fuera de la industria agroalimentaria, tengan más difícil encontrar colocación.
Por eso, el comité de empresa de Dulciora insiste en que serán ellos, los obreros de a pie, los que fijarán el límite de la negociación por abajo. Mondelez tiene fama de tratar mejor a los mandos intermedios y a los directivos en este tipo de negociaciones, pero el comité de Dulciora no va a permitir que sea así esta vez. De hecho, aseguran, la asamblea de trabajadores tendrá la última palabra sobre el acuerdo del plan social, aunque comenzarán a informar a sus compañeros cuando haya algo sustancioso que comunicar.Por el momento, ayer el comité de empresa se limitó«a escuchar la propuesta que traía Mondelez».
«Hemos escuchado y vienen con un talante negociador, igual que nosotros, pero no hemos dicho nada.Simplemente han entregado una primera propuesta y hemos contestado que la valoraremos», explica BelénBueno, que aclara que este «es un proceso que va a tener un montón de aristas y que puede ir más o menos fluido o torcerse».
De momento, la situación es opuesta a la que se vivió en Lauki, cuando el comité de empresa se negó a negociar de manera informal con Lactalis y forzó que se prorrogara la fecha de cierre cuatro meses más y se aceptara vender la fábrica, aunque de momento este segundo aspecto no se haya cumplido.
A Mondelez le interesa tener todo atado antes de que termine el año, aunque va a resultar complicado que sea así.Y es que el cierre de la fábrica será progresivo, ya que algunas líneas de producción se trasladarán a otros países.
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