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JESÚS NIETO
Domingo, 28 de agosto 2016, 12:25
El Festival Nacional de Danzas celebrado este sábado por la tarde en Laguna de Duero sirvió como arranque de las prefiestas en las que esta semana se sumerge el municipio para calentar el ambiente de cara a las festejos patronales de Nuestra Señora del Villar, que comenzarán el próximo 7 de septiembre. Un pasacalles de los tres grupos participantes La Ermita, de Laguna; Nuestra Señora de la Merced, de Herencia, en Ciudad Real; y Virgen de la Purísima, de la peña El Chisquero, de Murcia, llevaron a los vecinos hasta la plaza de Los Lavaderos, donde finalmente se celebró el evento.
Decenas de vecinos y forasteros se reunieron un año más en ese escenario para asistir al XIV Festival Nacional de Danzas Regionales, que organiza el grupo La Ermita y en el que colabora el Ayuntamiento.
Como dijeron los organizadores, el festival surgió con el objetivo de recuperar y difundir el folclore, para mantenerlo y que no se pierda: «Así que esta es una tarde dedicada a las tradiciones, la cultura y las danzas».
Estrenó y cerró el festival, como cada año, el grupo La Ermita. La formación lagunera nació en 1992 al amparo del Aula Municipal de Danzas Regionales creada por el Ayuntamiento con el objetivo de recuperar y difundir la tradición regional. Su indumentaria, elaborada a mano en uno de los talleres de la asociación, es rica en modelos y pretende imitar el vestuario de los siglos XVIII y XIX, caracterizado por marcados criterios como la clase social, el trabajo y el calendario festivo, entre otros. Dentro de su repertorio incluyen los ritmos más característicos del folclore castellano y leonés, como entradillas, corridos, habas, jotas, boleros, fandangos, mazurcas, seguidillas y poleas.
Comenzó La Ermita su actuación con una jota y después se animó con una seguidilla, para lo que precisó de la participación del coro de la misma asociación. Las seguidillas, que tuvieron su origen en La Mancha del siglo XVI y desde allí se extendieron por toda España, desaparecieron de Castilla y León a finales del siglo XIX, salvo en Ávila y Segovia. De esa excepción, La Ermita interpretó unas seguidillas labradoras del cancionero segoviano, recogidas en tierras de pinares entre las provincias de Segovia y Valladolid.
Después de La Ermita subieron al escenario los grupos Virgen de la Purísima, de la peña El Chisquero de Murcia y Nuestra Señora de la Merced, de Herencia, en Ciudad Real, quienes utilizaron para sus actuaciones guitarras, laúdes, bandurrias, panderetas, platillos y el acompañamiento de las palmas, mientras el cante lo desarrollaban en la mayoría de las ocasiones a través de una sola voz. La característica peculiar de sus bailes es que son danzas del pueblo adaptadas en su momento al baile de la corte.
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