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Estructuras de la torre del ascensor en la calle Gabilondo.
Así son los nuevos ascensores voladizos que Urbanismo ha diseñado para la calle Gabilondo

Así son los nuevos ascensores voladizos que Urbanismo ha diseñado para la calle Gabilondo

La falta de espacio en la calle obliga a un proyecto novedoso en la ciudad, que crea un paso inferior para peatones

Víctor Vela

Sábado, 30 de julio 2016, 08:20

El esqueleto de andamios y hormigón ya muestra que esta obra no es como el resto, no una intervención como tantas (18 en lo que va de año) para dotar de ascensor a aquellos edificios con escaleras solo. El Ayuntamiento ensaya en la calle Gabilondo una nueva forma de acabar con las barreras arquitectónicas en aquellos bloques que carecen de elevador, que no disponen de zonas comunes para encajarlo y que han de ocupar la vía pública para instalar la estructura del ascensor. Lo habitual hasta ahora siempre se ha hecho así es adosar la caja a la fachada. Basta darse un paseo por La Rondilla para comprobarlo. Allí, muchos bloques aprovecharon el ARI para este tipo de intervención.

Pero, en el caso de Gabilondo, ha sido necesaria una solución novedosa: la torre del ascensor (17,35 metros de altura), separada de la pared del edificio (ocupará la franja de aparcamientos) y con pasarelas que conectan las distintas plantas con el portal. La imagen, reconoce el concejal de Urbanismo, Manuel Saravia, es «llamativa». Pero es la solución que ha encontrado el Ayuntamiento para «dejar libre el paso y garantizar la continuidad de la acera y los itinerarios peatonales» bajo ese arco que en la calle formará la estructura del ascensor (en el portal del número 11). Ese paso tendrá 3,90 metros de alto y 3,30 de ancho.

Cuentan desde el Consistorio que esta obra de Gabilondo ha supuesto una tramitación de año y medio. Los técnicos municipales han tenido que elaborar más de 15 informes como complemento a un expediente que ha requerido de la intervención de los servicios de Urbanismo, Movilidad, Patrimonio y Protección Civil. El objetivo era, siempre dentro de la normativa, explican, evitar situaciones como la generada en el paseo Don Juan de Austria, en el Cuatro de Marzo, donde la instalación de estructuras para el ascensor invadió por completo la acera, obligó a modificar el trazado de la calzada (los vehículos que por ahí circulan tienen que zigzaguear) y a dibujar nuevos pasos de peatones. La solución adoptada en Gabilondo permite que los peatones no tengan que bajarse de la acera para continuar su camino, aunque para ello tengan que pasar bajo la estructura del ascensor.

La solución no ha hallado el beneplácito unánime y un propietario de la zona ha presentado un recurso contra una intervención que, asegura, produce una excesiva invasión del espacio público, al margen de que supone un «atentado visual enorme».

Pero los vecinos del inmueble defienden esta obra que subsana las necesidades de unos residentes, muchos de ellos de edad avanzada y movilidad reducida, que requieren de un ascensor para acceder a su vivienda.

Saravia reconoce que la concejalía defiende «las calles despejadas». Y pone como ejemplo de ello la campaña emprendida para pasar los apeos de algunas fachadas al interior de las parcelas (San Martín, Lucense, Dos de Mayo, Fray Luis de León). «Hay que despejar las calles siempre que cualquier cosa que se instale afecte a la seguridad y salubridad del espacio, sin duda». Pero en este caso, subraya, cuando no hay riesgos de lo uno o lo otro, «hay que primar la accesibilidad». «Con frecuencia, las buenas soluciones son un compromiso entre varios requerimientos que, en ocasiones, se contradicen». Y Saravia entiende que este puede ser uno de estos casos. «En último término es una cuestión de prioridades», defiende. Hay que elegir:una calle sin obstáculos visuales o la mejora de la accesibilidad. «Desde mi punto de vista explica el edil de Urbanismo, debe priorizarse la accesibilidad, la disposición de ascensores».

Por eso se ha optado por esta alternativa. Se podía haber adosado la torre del ascensor a la fachada para reducir el efecto visual. Pero el informe del Centro de Movilidad Urbana ha sido determinante en este caso concreto, defienden desde el Consistorio. Si se hiciera como en el resto de casos, se impediría la continuidad del tránsito peatonal, habría que bajarse de la acera para luego volver a ella.

«Se ha intentado encontrar una solución que sea menos agresiva y aligerar la obra», explica Saravia. Para ello, se ha «enfatizado la esbeltez, buscado transparencia, jugando con la multiplicación de franjas horizontales». Pero en el Ayuntamiento son conscientes de que esta es una solución que «seguramente disguste a mucha gente».

El propietario que prepara el recurso contra este proyecto no duda en calificarlo de «aberración» y asegura que desde abril mantiene abierto «un contencioso» por entender que, al margen de la cuestión puramente estética, se incumple la normativa municipal. Desde el Ayuntamiento esgrimen que la solución responde plenamente al espíritu de esta ordenanza local, aprobada en diciembre de 2011, y que remite a leyes de igualdad de oportunidades y de accesibilidad que implican «la supresión de las barreras existentes y la adaptación de la edificación para garantizar la accesibilidad plena». La normativa municipal ya contempla la posibilidad «de ocupar suelo público para hacer accesibles los edificios cuando resulten técnicamente inviables otras opciones».

Esta solución pionera en Gabilondo es diferente a la habitual, puesta en marcha en otras 18 obras realizadas (o con licencia concedida) en lo que va de año. Es el caso de las calles Alamillos, Águila, San Agustín, Casasola, Miguel de Prado, Victoria, Caamaño, Huelgas, Soto, Padre Manjón, Coro, Linares o Pedro Mazuecos. También hay un expediente en el Paseo de Zorrilla en el que se estudió la aplicación de una solución similar a la de Gabilondo. En esta situación no fue posible y se optó por la caja del ascensor adosada a la fachada, como en el resto de los casos.

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