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Miguel Delibes, embajador de Valladolid

Artículo de Javier Ortega Álvarez, director gerente de la Fundación Miguel Delibes

Martes, 1 de marzo 2016, 21:02

Biografías, tesis, estudios y trabajos de investigación han abordado la figura y la obra de Miguel Delibes (Valladolid. 1920-2010), desde distintas perspectivas y puntos de vista. Sabemos que hablar de Miguel Delibes es hablar de periodismo (en 1941 ingresó como caricaturista en el periódico de su ciudad natal, El Norte de Castilla, del que llegó a ser su director en 1958), de docencia (en 1945 ganó, por oposición, la Cátedra de Derecho Mercantil en la Escuela de Comercio de Valladolid), de caza y pesca, de amor y defensa de la naturaleza (tal y como quedó reflejado en el pionero y extraordinario discurso 'El sentido del progreso desde mi obra', lección que el escritor leyó el día de su ingreso en la Real Academia Española de la Lengua).

Sabemos que hablar de Miguel Delibes es hablar de valores, de ética, de honestidad, de compromiso. En este sentido, José Ramón González sostiene que la obra de Delibes se afirma como decidida defensa de la dignidad del hombre.

Sabemos que hablar de Miguel Delibes es hablar de Literatura y de Cultura con mayúsculas. Premios, homenajes y distinciones jalonan una de las trayectorias literarias más ricas y fecundas de las letras españolas: el Premio Nadal (1948), el Premio de la Crítica (1953), ingreso en la Real Academia Española (1973), el Príncipe de Asturias (1982), el Premio Nacional de las Letras Españolas (1991), el Premio Miguel de Cervantes (1993), el Premio Nacional de Narrativa (1999) Pero, por encima de todo, Miguel Delibes obtuvo el cariño y el favor del público, siendo uno de los escritores más leídos en España y uno de los más traducidos. Como apunta Amparo Medina-Bocos, «Delibes contó siempre con el cariño y la fidelidad de unos lectores que esperaban cada título suyo, fuese o no novela, para volver a entablar contacto con el autor admirado».

Hoy confirmamos una cosa que desde hace tiempo ya veníamos pergeñando: si hay una persona cuyo nombre evoca una ciudad, esa persona es Miguel Delibes. Esto lo saben bien sus vecinos, que lo acaban de reconocer como la persona que mejor representa a Valladolid. Hablar de Miguel Delibes lleva asociado hablar, por tanto, de Valladolid: de su historia, sus calles, sus rincones, sus parques, sus paisajes, sus gentes.

La vida y la obra de Miguel Delibes transcurrieron inextricablemente unidas a las de esta ciudad castellana, a la que el autor, tal y como señaló en reiteradas ocasiones, mantuvo una fidelidad inquebrantable. Quizás la expresión más refinada de esta fidelidad la encontremos en su última novela, El hereje (1998), donde la ciudad, además de ser un personaje más de la novela, es la destinataria de la dedicatoria del autor: 'A Valladolid, mi ciudad'. Todo un homenaje. Pocas han sido las ocasiones en las que la experiencia vital y el contexto geográfico en el que ésta se ha desarrollado, cristalicen en una comunión tan íntima como en el caso de Miguel Delibes y Valladolid.

Si bien suele suceder que la popularidad de ciertos escritores puede llegar a encogerse con su desaparición, su grandeza, tal y como afirma Ramón Buckley, también se puede medir por el efecto contrario, es decir, por la medida en que su obra y su figura crecen a medida que se aleja de nosotros en el tiempo. Hoy, esto último queda perfectamente ejemplificado en Miguel Delibes: próximo a cumplirse el sexto aniversario de su fallecimiento, son de nuevo sus vecinos y amigos los que, como ocurrió allá por 1986 cuando lo nombraron 'Hijo predilecto de Valladolid', vuelven a homenajear a su vecino más ilustre y querido. Y lo hacen convirtiéndolo en seña de identidad de su ciudad. Su Embajador Honorario.

Ese cariño y admiración quedaron también puestos de manifiesto con el nacimiento de la Fundación que lleva su nombre, constituida el 12 de marzo de 2011 coincidiendo con el primer aniversario de su fallecimiento. La Fundación tomó el testigo del propio escritor en el fomento de los valores que éste hizo suyos: libertad, justicia social, solidaridad, humanismo cristiano, periodismo responsable, conservación de la naturaleza, caza y pesca respetuosas con el medio ambiente y defensa del mundo rural, entre otros. Una Fundación cuyo patronato, como señaló Elisa Delibes, presidenta de la misma, «representa gran parte de lo que dio sentido a la vida y obra del escritor: la familia, los amigos, Valladolid, Castilla, su periódico, su editorial, su universidad».

Como apuntó en la presentación oficial de la Fundación, el 17 de octubre de 2011 coincidiendo con la fecha del nacimiento del escritor, su Alteza Real el Príncipe de Asturias, «es una Fundación no solo oportuna sino también necesaria () A la Fundación le corresponde trabajar para que ese valioso patrimonio llegue siempre a las nuevas generaciones de lectores, facilitando el acceso, fomentando el estudio y promoviendo la investigación de su obra».

Y esto es lo que la Fundación, en cumplimiento de sus fines fundacionales, lleva haciendo desde su constitución:

1-Por una parte, la difusión de su obra y de los valores que defendió, prestando un apoyo especial al fomento de la investigación sobre esta obra y estos valores.

2-Por otra, la recopilación y conservación del legado cultural de Miguel Delibes: manuscritos, correspondencia, fotografías, su biblioteca

Respecto al primer objetivo, las actividades se han traducido en exposiciones, congresos, publicaciones, aplicaciones como Red Delibes y Territorio Delibes, o actividades educativas y divulgativas, con la intención de llegar a un público lo más amplio posible.

En relación con el segundo, recientemente han finalizado los trabajos de organización y digitalización del Archivo Miguel Delibes. Un Archivo que responde al deseo de la Fundación de conservar, y de poner a disposición de investigadores, usuarios y ciudadanos en general, el inmenso legado cultural que supone la vida y la obra del autor. Un Archivo que constituirá un medio privilegiado para profundizar en el conocimiento de nuestro insigne vecino.

Miguel Delibes no sólo fue el escritor al que todos admiramos y quisimos. Fue, sobre todo, una persona respetada, toda una referencia intelectual y moral. Y son precisamente estos valores, asociados a su vida y a su obra, el enorme patrimonio que hemos heredado, y que todos y cada uno de nosotros tenemos la obligación de conservar y difundir. No podemos ni debemos permitirnos el lujo de que desaparezcan.

El equipo humano de la Fundación Miguel Delibes ha sido consciente de esta responsabilidad desde el mismo momento de su configuración, y ha trabajado, trabajamos y continuaremos haciéndolo con el ánimo y el deseo de mantener vivos su legado y su memoria. Más aún, si cabe, siendo conscientes de que con ello estamos contribuyendo a prestigiar y poner en valor la imagen de su querida ciudad, Valladolid.

Esperamos, como en tantas otras ocasiones sintió él, seguir contando con vuestro cariño y apoyo.

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