Los panaderos que te llevan al cielo

Hace tres años decidieron cambiar el rumbo de sus vidas. A un lado dejaron los números y los proyectos de ingeniería para montar en Gomeznarro, un pueblo con menos de medio centenar de vecinos, un pequeño obrador. La receta de las hojuelas de la abuela Bene, de la que generación tras generación han disfrutado primos, sobrinos, nietos, tíos y hermanos, dejó de ser un secreto familiar para recorrer los cientos de kilómetros que tiene la geografía nacional. Al igual que este dulce típico de Semana Santa, sus pecaditos, pastas, turrones, mazapanes y bizcochos pasaron de ser letras y mediciones en folios amarillentos que reposaban en una caja a llenar de gusto el paladar de miles de personas que, a través de su espacio on line en la red de redes, solicitan estos productos que la maestra panadera y artesana Macu Blázquez y su marido, Enrique del Sol, elaboran con mucho tesón. Tras esta primera fase, el proyecto Pecado Artesano dio un paso más allá con la apertura hace pocos meses de un establecimiento en Medina del Campo que, en estos momentos, elabora más de una veintena de variedades de pan que se sirven bajo pedido a los mejores restaurantes del panorama nacional, algunos de ellos con estrellas Michelin.

La masa madre, junto a la innovación que hacen en sus creaciones, han posibilitado que el prestigioso portal de periodismo gastronómico Gastroactitud (premio nacional de Gastronomía en 2014 a las mejor publicación de carácter periódico on-line) los incluya dentro de las mejores panaderías de España.

Este reconocimiento, junto al área de consultoría que su proyecto empresarial también ofrece realizan talleres y cursos tanto en el obrador como en otras entidades como la Escuela Internacional de Cocina de Valladolid, y que les ha llevado hasta Nueva York, les posiciona como uno de los negocios locales con mayor proyección en la localidad. Ahora, este joven matrimonio seguirá trabajando, ya que no ha sido un camino fácil. «Al igual que otros jóvenes emprendedores, hemos pasado momentos difíciles y complicados», dice esta pareja que persigue que sus panes se hagan un hueco en el mercado local, ya que «todo lo que hacemos se sirve para otras ciudades y comunidades; lo que queremos es que también se nos conozca en Medina del Campo».

Las semillas de kamut y espelta se suman a las harinas ecológicas para ser horneadas cada mañana en Gomeznarro. «Desde que abrimos el obrador pasamos mucho tiempo allí y un día decidí hacer mi propio pan», explica Blázquez, quien nunca llegó a imaginar que el esfuerzo de los últimos años le llevara hasta la gran manzana, donde enseñó a otros artesanos parte del secreto de sus panes. A pesar de levantarse a las tres de la madrugada, la mayor recompensa de esta joven pareja es ver cómo sus clientes se acercan hasta su nueva tienda. «Nos dicen que les recuerda al pan que comían cuando eran pe

queños, ese que sabe y que comes con gusto».

Los panes de boletus, cebolla, matanza, frutos secos, cerveza, fougasse y olivas se mezclan con los modelos más tradicionales, como las chapatas o el centeno integral. «Realizamos este tipo de variedades, pero también hacemos alguna otra que los clientes nos quieran solicitar», comenta la maestra panadera, mientras trocea un pan de kamut y explica a sus clientes la forma de conservarlo.

Las catas de panes o las mesas para eventos como bodas o cualquier otro tipo de celebraciones también forman parte de la filosofía de este negocio, que continuará con su línea de consultoría como uno de los pilares de la empresa. Al igual que el vino, el aceite o los quesos, los panes y sus diversas variedades se están haciendo un hueco en la dieta diaria, donde poco a poco los clientes van conociendo más clases de panes. «Aunque tenemos que decir que hay un gran desconocimiento sobre este alimento que es toda una forma de vida y una cultura», aseguran.