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mónica múñoz
Domingo, 24 de enero 2016, 12:30
Los casos de ceguera del Hospital Río Hortega vinculados al uso del producto sanitario perfluoroctano de Ala Octa en intervenciones quirúrgicas de desprendimiento de retina se elevan ya a siete.
En el último mes, han aparecido dos personas más en Valladolid, cuyas pruebas apuntan a que los lotes en mal estado de este producto sanitario fueron los que se emplearon en sus operaciones. De momento, seis de estas siete personas que han perdido la visión han presentado reclamaciones ante la Administración de Sanidad en Castilla y León, y en las próximas semanas, la séptima también reclamará. Los siete afectados pedirán en torno a dos millones de euros en concepto de indemnización a Sacyl porque consideran que existe un relación causa-efecto «indiscutible» entre las operaciones y su ceguera «irreversible». De momento, a Sacyl solo le constan cinco afectados por el uso del perfluoroctano.
Los primeros casos que se conocen por el empleo del perfluoroctano se remontan a agosto de 2013. El Ministerio de Salud y la Sociedad Chilena de Oftalmología decretaron la retirada del Meroctane, un perfluoroctano elaborado en Turquía, al que atribuyeron la pérdida de visión de siete personas. Tras notificarse cuatro casos de ceguera en un centro sanitario español, el 13 de diciembre de ese año, la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) hizo lo mismo y, siete días después, amplió la alerta a un segundo producto del laboratorio turco. La segunda alerta, de junio de 2014 pasado, afecta a Ala Octa, un perfluoroctano de la firma alemana Ala Medics. La notificación por parte del Servicio Vasco de Salud de trece casos de ceguera (nueve en la sanidad pública y cuatro en la privada), llevó a las autoridades sanitarias vascas y españolas a abrir una investigación e informar al resto de Europa del problema.
Fuentes cercanas a las investigaciones científicas señalan que en breve empezarán a salir a la luz nuevos casos en Valladolid. Aseguran que la cifra rondará la veintena. La falta de comunicación e información del problema a los afectados por parte de Sanidad dificulta que las personas que han perdido la visión tras una operación de retina con el perfluoroctano vinculen su ceguera a la toxicidad del producto. Esta opacidad supondrá que los casos salgan poco a poco. Incluso, algunos de los que han tramitado las reclamaciones reconocen que se enteraron por los medios de comunicación. Carlos Gómez Menchaca, del despacho de abogados bilbaíno que lleva su nombre, afirma que es probable que algunos de los afectados no se enteren de lo que les ha sucedido porque viven en el entorno rural.
Su despacho especializado en casos sanitarios es el que gestiona todas las reclamaciones presentadas ante Sacyl. El jurista bilbaíno asegura que Sanidad deberá responder a las indemnizaciones y, si no, se recurrirá a la sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León. La demanda se pone contra quien presta el servicio, Sacyl en el caso de la comunidad. Otro posibilidad es que la consejería presente una reclamación a la casa responsable del producto. Hasta ahora, el laboratorio alemán Ala Medics, que comercializa el Ala Octa, ha negado que su producto causara la pérdida de visión y ha responsabilizado a los facultativos. Los estudios contradicen su exoneramiento.
Las investigaciones del Instituto Universitario de Oftalmobiología Aplicada de Valladolid (IOBA) concluyen que el perfluoroctano Ala Octa, empleado en ocho cirugías de desprendimiento de retina en el Hospital Universitario Donostia y en una practicada en Cruces, es tóxico. Ante la evaluación del instituto universitario, la Consejería de Sanidad no ha querido hacer declaraciones a la espera de conocer mejor los detalles de los casos en Valladolid.
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