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José María Rodríguez Olaizola, al fondo, durante la interpretación de una de las piezas del Auto de Navidad, celebrado ayer en el Paraninfo de la Facultad de Derecho.

El Auto de Navidad invita a ver un mundo «más allá de las divisiones»

El jesuita José María Rodríguez Olaizola defiende una celebración que «no puede ser solo para los creyentes»

J. Sanz

Jueves, 10 de diciembre 2015, 13:01

La Navidad con mayúsculas es, a juicio del jesuita José María Rodríguez Olaizala, algo más que una celebración religiosa y, sobre todo, es algo más, mucho más, que una simple representación de una escena en un Belén. «Los relatos navideños no solo hablan de cosas en las que creen los creyentes y, desde luego, la Navidad no puede ser solo para los creyentes o no ser nada, ya que encierra una serie de mensajes y unas dimensiones básicas sobre todas las vidas», apuntó ayer el religioso, filósofo y escritor en el transcurso de su Auto de Navidad, titulado precisamente Un relato sobre todas las vidas, que fue leído ante un abarrotado paraninfo de la Universidad (en Derecho) en un acto que cada año organiza la Hermandad Universitaria del Cristo de la Luz.

Rodríguez Olaizola, actual superior del colegio universitario Menéndez Pelayo, además de impulsor de la web Rezando voy, articuló un discurso en torno a los mensajes y lecciones que encierran precisamente el relato navideño, desde el punto de vista católico, claro, pero con su aplicación a la vida real de «cualquier persona». Y lo hizo utilizando símiles cinematográficos y amenizando su discurso con la música de sus bandas sonoras (La Misión, La Vida es Bella, Esencia de Mujer...).

«La Navidad nos habla de un movimiento de salida a la vida y nos anima a buscar y a salir a los caminos al encuentro de los otros», apuntó el jesuita antes de recordar que «hay muchas personas que, como Herodes, viven encerradas en su trinchera y les ciega la incapacidad de ver que hay vida más allá de uno mismo». De ahí que animara a los presentes, y a cualquiera que quiera escuchar sus palabras, a «tomar decisiones y a elegir las batallas en las que uno quiere pelear», si bien matizó que decidir siempre es difícil porque elegir implica «renunciar, ya que no se puede tener todo en esta vida; crecer como persona, y asumir el riesgo a equivocarse». La seguridad, añadió, «se construye a medida que uno avanza en la vida».

Buenos y malos

Y la Navidad, incidió el escritor ovetense afincado en la capital desde hace un decenio, «va sobre tomar decisiones», buenas y malas, aunque aclaró que «sería un error dividir el mundo entre buenos buenísimo y malos malísimos», ya que añadió «la tragedia de nuestro mundo es que buenos y malos siempre tienen sus motivos y lo complicado es entenderlos y comprender sus razones, pero no para justificarlo todo».

José María Rodríguez Olaizola recordó, en este sentido, que «hay una manera de entender las religiones que es execrable, si conduce a la violencia, pero tenemos que ser capaces de ver un mundo más allá de las divisiones de nuestra sociedad actual».

Así que incidió en que los valores navideños, al margen de representaciones, «nos invitan a tender puentes» a través de valores como la capacidad de decidir, que representan María y José, o la magia de «unos Reyes de Oriente que fueron capaces de mirar a un rey y no ver nada y de mirar a un niño y ver al rey del mundo». Hoy, lamentó el jesuita, «miramos con los ojos de la lista de Forbes y valoramos a los más de todo, pero la magia es ver allá de las palabras y de las posesiones y tener la valentía, como hicieron ellos, de seguir una estrella y tener una meta».

El relato de los Reyes Magos, incidió, «nos ayuda a entender la capacidad de asomarse al misterio y de saber que fe es tener más preguntas que repuestas, pero hay que seguir preguntando». Y eso, entre otras cosas, es la Navidad. Al margen de luces navideñas o representaciones.

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