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m. muñoz
Domingo, 6 de diciembre 2015, 17:11
Endulzan los momentos navideños y este año llegarán a más hogares. La tradicional pastelería Dulces Galicia, que trabaja en Tordesillas desde 1860, ha aumentado la producción de polvorones hasta los 120.000 kilos.
A pesar de las criticas que han recibido por el nombre de sus dulces, El Toro Vega y de tener que empezar a vender su producto a grandes superficies con la marca El Toro por las presiones de los colectivos animalistas, Dulces Galicia acabará el año con récord de producción y con la ampliación de la cartera de países exportadores, entre los que se encuentra ya Inglaterra, Suecia, Francia y Dubai.
El año pasado acabaron el ejercicio con 110.000 kilos, una cifra que evoluciona cada temporada navideña y que prevén que aumente, ya que las expectativas estiman un aumento del 30% de la producción para consolidar su marca en el mercado nacional. La ilusión y el trabajo para cumplir estos objetivos no faltan en una plantilla formada por 15 trabajadores, que gestiona Carlos García como uno más al frente de la masa y de las cuentas.
Desde su singular pastelería, situada en la calle Santa María número 2 de Tordesillas, nada hace presagiar que en la parte trasera existe un obrador que desde septiembre a diciembre se dedica casi al cien por cien a elaborar más de 2.500 polvorones diarios.
Desde las 6:00 de la mañana hasta las 9:00 de la noche, las máquinas están a pleno rendimiento para sacar adelante los pedidos que llegan sobre todo de las provincias de Castilla y León, Galicia, Extremadura o Asturias. Pequeños establecimientos o grandes superficies cuentan con este dulce navideño que sigue una receta artesana de hace cinco generaciones en la que la calidad de las materias primas es su gran secreto.
Carlos Galicia explica que los ingredientes son harina de trigo, azúcar, manteca de cerdo ibérico y canela. La clave para lograr un producto con la textura y la calidad de sus polvorones son los controles rigurosos y distribuidores de Castilla y León que poseen exigentes certificados de calidad.
Carlos, que lleva más de 35 años en la empresa familiar, reconoce que la receta no ha cambiado tanto, y que aunque ahora la producción se ha mecanizado en aquel tiempo producían al año cerca de 10.000 polvorones lo esencial es igual que en la época de su padre Amador Galicia. Su progenitor fue el primero en comercializar con polvorones. Para introducirlo en los comercios referentes en la capital vallisoletana en 1960 como eran Ciriaco Rueda o García Abril, se pide a Amador Galicia que ponga el nombre de El Toro Vega. Medio siglo después son las grandes superficies las que, presionadas por el boicot de los grupos animalistas contra el torneo, Tordesillas y las empresas que trabajan en la localidad vallisoletana, solicitan a Dulces Galicia que cambie el nombre para comercializar fuera de la comunidad.
Respeto
Carlos Galicia explica que respeta todas las ideologías, que ahora mantienen las dos marcas y que, de momento, el boicot no se ha notado en la venta de sus polvorones. Sí lamentan que han recibido críticas, en muchas ocasiones, faltando el respeto a la gente que trabaja en la empresa y a la marca.
La crisis tampoco ha mermado las ventas del obrador, aunque sí reconocen que es posible que sin la crisis el crecimiento hubiese sido mayor. Tienen una fórmula que funciona y con arraigo en los hogares castellano y leoneses. Si la producción se incrementa al ritmo de los últimos años, es probable que deban ampliar el obrador y ya han puesto el punto de mira en el Polígono Industrial de Tordesillas.
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