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J. Sanz
Jueves, 30 de julio 2015, 19:57
El fastuoso Palacio de la Ribera, situado justo enfrente de la playa y del que hoy apenas se conserva un muro rehabilitado de manera testimonial hace cuatro años, contaba en su día con un embarcadero de madera en forma de torre al que llegaban las galeras y góndolas procedentes de la margen izquierda del Pisuerga, en la que se concentraba la ciudad, que por aquel entonces utilizaban el propio rey, Felipe III, y su comitiva para llegar desde la otra orilla a la residencia de verano. Pues bien, Los Amigos del Pisuerga han comenzado a recuperar dicho embarcadero, aunque «solo sea de manera simbólica», desbrozando el talud que ocupó el original entre los siglos XVII y XVIII, para hacer un guiño a la historia de la capital que gira en torno a este río.
«El embarcadero original debía llegar a la portezuela y a los ventanucos que aún se conservan del palacio y nuestra idea es realzar este trocito de nuestra historia limpiando el talud desde la senda peatonal habilitada en 2011 y que parte del puente de Poniente, colocando un pequeño embarcadero testimonial de madera y recuperando una parra», resume el presidente de esta incansable asociación de voluntarios, Luis Ángel Largo, quien aclara que la parra «es significativa del uso agrícola que tuvo en su día la Huerta del Rey que rodeaba el palacio hacia el actual barrio del mismo nombre y de la bodega para elaborar vino que tenía este palacio».
Se trata de una intervención, en efecto, simbólica, pero que sirve de excusa para echar un vistazo a la historia del Valladolid de comienzos del siglo XVII, cuando llegó a ostentar la capital de la Corte (entre el 11 de enero de 1601 y 4 de marzo de 1606), fechas en la que Felipe III ordenó construir su residencia de verano la habitual estaba en el actual Palacio Real al otro lado de un río que por aquel entonces apenas albergaba algunas pequeñas huertas.
La obra comenzó en 1602 y apenas tres años después comenzó a utilizarse un palacio que fue testigo durante casi dos siglos del paso, y de las fiestas con recreaciones de batallas navales incluidas de los monarcas Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Pero la residencia fue abandonada de forma progresiva y fue demolida en 1761.
La rehabilitación de sus antiguos muros, llevaba a cabo hace cuatro años, cuando se habilitó el sendero de tierra, permitió recuperar este pedacito de historia de la ciudad. «La idea es colocar en el antiguo embarcadero un enganche fijo para los pantalanes y colocar allí la salida y la meta permanente de las regatas por el río», concluye Luis Ángel Largo.
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