

Secciones
Servicios
Destacamos
F. M.
Jueves, 18 de junio 2015, 13:55
Manuel Saravia, teniente de alcalde de Valladolid, ha publicado en su Blog el 'Protocolo de uso de la Plaza Mayor', un espacio civil al que califica como el corazón de la ciudad, en el que se congrega la ciudadanía. «De ahí que sea frecuente resaltar de las plazas sus funciones de relación social, comercial (de mercado), para albergar espectáculos, su función estético-representativa o político-asamblearia, de ocio (tiempo libre, con áreas de juegos o de descanso), de tráfico (una función que comienza a considerarse relevante a finales del XIX). Mientras la calle es principalmente un lugar de tránsito, que captura la vida pública en pausas momentáneas, la plaza pública es un destino, un escenario construido a propósito para el ritual y la interacción».
A su juicio, aunque la ocupación de su centro por la escultura del Conde Ansúrez «es discutible» (se hace con un espacio central que si estuviese libre sería de todos), tanto el tratamiento uniforme del pavimento como del alumbrado y de la mayor parte de las fachadas «proporciona esa coherencia morfológica (y cromática) que suele ser bien apreciada por la población». Pero añade que le vendría bien algo de arbolado, aunque fuese sólo en los bordes. En el subsuelo central se construyó un aparcamiento de dos plantas. «El acceso a esa instalación «obliga a que parte del espacio se comparta con los vehículos a motor; que también la atraviesan al sur (autobuses y taxis), excepcionalmente».
Y describe que aunque sobre su suelo no se asientan habitualmente muchos artefactos que, sin embargo, aparecen en otras plazas de la ciudad, cuando hay otras actividades se multiplican las vallas, cables, gradas, escenarios y todo tipo de construcciones provisionales. «Desde la Cabalgata de Reyes y las instalaciones de Navidad hasta los escenarios de las fiestas de septiembre, pasando por el Teatro de Calle, las procesiones de Semana Santa, los pregones, los caballitos o distintas manifestaciones culturales ocupan buena parte del espacio disponible», dice al tiempo que subraya que habría que calcular los días del año en que hay actividades específicas en la plaza, «pero probablemente superen la proporción de 1 a 5. Uno de cada cinco días (según una impresión personal) los usos excepcionales toman la plaza».
De esta forma señala que, por lo general, son usos y ocupaciones que conviven bien con el carácter de la plaza, aunque subraya que hay ocasiones en que lo trastornan, y que la sensación de incomodidad o disfuncionalidad se apodera de este espacio. «Un ejemplo especialmente inconveniente es el del campeonato de pádel que hoy mismo avasalla la Plaza Mayor», razón por la cual le parece procedente señalar algunos criterios de uso que permitan discriminar la conveniencia o inconveniencia de permitir desarrollar algunas propuestas de ocupación de la plaza.
Respetar ciertos momentos
Así, resalta la necesidad de respetar ciertos momentos o periodos de descanso, libres de instalaciones, con la plaza desnuda, sin artefactos extraños, «de manera que habría que limitar el tiempo de ocupación (¿un máximo de un mes, en Navidad, como excepción, y quince días en las demás ocasiones, por ejemplo?), con espacios entre actividades de al menos otro mes».
En cuanto al tipo de uso, opta porque sea preferentemente público, de acceso libre y de marcado interés social, «cultural o festivo», y evitar a creación de grandes recintos cerrados, así como las «molestias intensas o alargadas en el tiempo, al vecindario, especialmente por ruidos o explosiones».
A ello añade evitar costes al Ayuntamiento, en el caso de que no sea el organizador, especialmente en la necesidad de mayor vigilancia y seguridad, limpieza y posibles deterioros en la urbanización; así como garantizar una adecuada seguridad pública (y de acceso de vehículos de emergencia) y una buena circulación, sobre todo peatonal.
También propone reducir o, al menos, controlar el impacto visual, «limitando el volumen de los posibles elementos que se dispongan. Un indicador de volumen máximo puede ser el del escenario de las actuaciones musicales, con la separación que guarda respecto a las fachadas próximas»; y maximizar los beneficios sociales y, en su caso, económicos para la ciudad. «Debería, en todo caso, atenderse al cumplimiento de todos los criterios, sin que, por ejemplo, el último de ellos fuese excusa para el incumplimiento de los demás».
Finalmente señala que este Protocolo (que no tiene vocación de ordenanza, sino simplemente de conjunto de indicaciones) debería tramitarse de forma que pudiese ser debatido previamente, con amplia participación pública, enriquecido y finalmente asumido.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.