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De izquierda a derecha y de atrás hacia adelante: Violeta Hurtado, Javier Gamazo, Pedro Hervás, Irene Alonso, Enrique Román, María Muñoz, Jesús Dueñas, Roberto Ramos, Alberto Sevilla, Claudia del Pico, Laura Ramos y Jesús del Prado.
Talentos con la maleta preparada

Talentos con la maleta preparada

Son alumnos brillantes, capacitados y con ambición profesional. Son parte de la base sobre la que desarrollar la ciudad y la provincia. Pero pueden irse.

Antonio G. Encinas

Sábado, 2 de mayo 2015, 09:45

Son catorce ejemplos, pero (afortunadamente) hay muchos más. En cada instituto de la provincia descolla un grupo de chavales talentosos, con expedientes brillantes, que podrían ser la base del desarrollo de Valladolid en las próximas décadas. Mentes que con 14, 15 ó 16 años muestran una madurez quizá impropia, con los objetivos claros y capacidad para alcanzarlos. El Norte ha elegido a quince que responden a ese patrón. ¿El criterio? Han participado con éxito en las olimpiadas de Química o Física, o en procesos de selección tan duros como el de las Becas Europa dos de las cincuenta a las que optaban cinco mil alumnos de toda España acabaron aquí o las de la Fundación Amancio Ortega (seis mil aspirantes para doscientas plazas en Estados Unidos y Canadá).

Algunos de ellos ya apuntan a que su futuro estará lejos de España. No solo para formarse. También para trabajar. Las cifras muestran que ese desfile de jóvenes hacia el extranjero no ha mermado en exceso en esta presunta etapa postcrisis que parece iniciarse, al menos en términos macroeconómicos.El Instituto Nacional de Estadística contabilizó el año pasado 222 vallisoletanos, de entre 20 y 29 años de edad, que emigraron al extranjero en el primer semestre.Su destino, en la mitad de los casos (107), fue dentro de la Unión Europea. Otro gran porcentaje (67 personas) se fue a Sudamérica.

Roberto Ramos, Paula García, Claudia del Pico, Irene Alonso y Paula Monllor cursarán el próximo año en Estados Unidos o Canadá. Paula Monllor advierte:«Creo que no vamos a querer volver». De hecho, esta estudiante apasionada por la Biotecnología ha leído que en Canadá «hay buenas opciones» en ese campo. «Pensaba acabar 2º de Bachillerato en el Lourdes al volver de allí, y luego si lo de Canadá me gusta y es una buena opción y hay futuro, me plantaría quedarme allí».

Ella y sus cuatro compañeros pasarán diez meses asignados a una familia. Ninguno de los que se han presentado a estas becas tiene menos de un 8,5 de media. «Es duro pensarlo, porque estás lejos de tu familia y de tus amigos y no conoces nada, pero me servirá de mucho. Da un poco de miedo, pero es una aventura», dice Paula García. «Habrá momentos de bajón, pero solo pienso en cosas positivas», dice mientras su padre confiesa con una sonrisa nerviosa que está «asustado». Quizá tanto como ilusionado porque «es una oportunidad buenísima».

Irene Alonso (media de 9,08 y de 9 en inglés) recela del inglés porque no quiere que le baje la media. «Tengo un poco de respeto porque al ser todo en inglés lo mismo no mantengo la media y como quiero hacer Medicina para mí son muy importantes las notas», explica.

Roberto Ramos y Claudia del Pico comparten la visión de sus compañeros respecto a salir fuera. Incluso dan un paso más allá. «Me gustaría salir a trabajar fuera, me gusta conocer sitios nuevos y gente de otras culturas.Aprendes más si te vas a otro sitio que si te quedas dentro de tu burbuja», dice él.«Quiero seguir conociendo sitios y viajando y pasar más años de mi vida en el extranjero», afirma ella, que buscará hueco en Relaciones Internacionales o, si es en Ciencias, intentará ser cirujana.

Pero pudiera parecer que este entusiasmo viajero se corresponde únicamente con los que ya tienen asegurado que el curso próximo lo pasarán en otro país. Pues no. Enrique Román, medalla de plata en la Olimpiada Nacional de Física, explica que «las empresas que se dedican a las matemáticas están fuera y tendría que emigrar». En este caso, la carrera dentro de la Universidad de Valladolid tiene empaque suficiente como para que se quede a estudiar aquí. «Pero desde la misma facultad nos dijeron que las investigaciones hay que hacerlas fuera».

Alberto Sevilla, premio Protagonistas del Mañana del Rotary Club, se irá sí o sí. Su padre es un alemán que se quedó a vivir en España. Él podría hacer el camino inverso. «No es fácil para un país recuperarse, lo más probable es que haya que salir a lo que se pueda.Si hay trabajo fuera, todo el mundo feliz, se aprende el idioma y a vivir la vida, no queda más remedio.Si tienes que irte, como algunos compañeros de mi madre, a Vietnam o a Birmania, pues te vas», asegura.

Violeta Hurtado, Jesús del Prado, María Muñoz yLaura Ramos participaron en la exigente convocatoria de las Becas Europa. Dejaron atrás a casi cinco mil aspirantes tras un proceso de selección durísimo. «Será muy similar a los que vivamos en el futuro», explica Jesús. «Lo que he conseguido en el proceso es mayor que la decepción de no haberla conseguido», añade. Se quedó a las puertas. Pero no se detendrá ahí, claro. «Tengo pensado ir por Ingeniería Aeroespacial, aunque piden una nota bastante alta, si me mantengo sí que llego», explica. Y admite que la posibilidad de irse al extranjero es muy real. Laura Ramos piensa con la misma ambición. «Para la Universidad, dentro de laBiotecnología, he estado mirando León, Salamanca, Madrid... Pero también en el extranjero, en Inglaterra, porque la investigación no está muy bien en España». Tendrá que sacarse un título de inglés, pero se lo marca como un reto». «Quiero estudiar fuera porque así te conviertes en bilingüe y te olvidas ya del inglés para siempre», dice.

María Muñoz y Violeta Hurtado consiguieron entrar entre esos cincuenta que disfrutarán la beca Europa. «Es salir de casa, estar tres semanas visitando las universidades europeas de España, luego París, Roma, Oxford...», dice Violeta. En su caso, aún deja abiertas muchas puertas. «Medicina,Biotecnología, no sé si Física, pero también me llaman mucho las humanidades, Filosofía... Me gustan las Ciencias y también mucho la Filosofía y la Historia.De hecho me han dicho que en el extranjero hay un doble grado de Física y Filosofía y he de mirarlo. Sería un puntazo».

Su compañera María es más contundente. «Estoy haciendo el Bachillerato de Sociales y la Economía y las Matemáticas me gustan, pero de cara a la Universidad Relaciones Internacionales, conAdministración de Empresas oDerecho. Me tendré que ir a Madrid si quiero estudiar eso, y estoy dispuesta a irme fuera, donde sea, a Madrid o adonde sea, fuera de España».

Perfiles comunes.

Jóvenes, con notas medias elevadas, facilidad para los idiomas especialmente el inglés, con objetivos relativamente claros.

Y conscientes del mundo que les rodea.

No les son ajenos los vocablos crisis, paro o recortes. Puede que la política, como tal, aún no les llame demasiado, pero la situación del país la viven día a día, la conocen y la sufren.

En todos los casos se han informado ya, con bastante antelación, de qué les ofrecen las universidades que les rodean. Están dispuestos a cursar dobles grados que son de una exigencia brutal pero que, en determinados casos, abren ciertas vías profesionales que parecen vedadas para los estudiantes «normales».Y en sus discursos aparecen con relativa frecuencia palabras como «investigación», lo que habla de un espíritu que va más allá de encontrar un trabajo para vivir.

Las universidades, tanto públicas como privadas, tratan de convencer a talentos como ellos de que se matriculen en sus centros. Pero ellos, muchas veces, ya se han informado previamente de qué departamentos funcionan y cuáles no. Si una carrera es mejor en un sitio o en otro. Si habrá futuro profesional cuando concluyan sus estudios o si tendrán que emigrar.

Muchos de ellos han vivido de cerca la experiencia de familiares o amigos que se han marchado al extranjero para ganarse la vida. «Oyes cosas. Tenemos amigos que de vez en cuando se van de un lado a oro», confiesa Alberto Sevilla. «Puede tocarnos, a mí y a cualquier otro», dice María Muñoz.

«No es que ahora las opciones de trabajar estén muy bien aquí, aunque con el tiempo se irá superando esta situación. Pero tendremos que decidir porque es nuestro futuro. Sería buena idea plantearnos buscar nuevas oportunidades fuera si no las tenemos aquí», concluye Paula Monllor.

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