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El misionero de Olmedo no volverá a África y su nuevo destino será Brasil

Los agustinos recoletos decidieron el traslado meses atrás, ya que religiosos filipinos proseguirán su tarea en Sierra Leona

Víctor Vela

Miércoles, 31 de diciembre 2014, 14:07

Ahora que se ha confirmado que no tiene ébola a la espera de que lo refrenden los análisis que le practicarán de nuevo hoy el foco que se ha encendido sobre el misionero René González debería servir para iluminar su trabajo, la labor que desde hace tres años desempeña en Sierra Leona y que le ha expuesto no solo a los peligros del virus, sino también a los retos de una nación a la cabeza de la triste lista de los países más pobres del mundo. Siete de cada diez vecinos de Sierra Leona viven bajo el umbral de la pobreza. El Fondo Monetario Internacional (FMI) lo sitúa junto a Níger, Etiopía, Malí o Somalia en una clasificación que recuerda que la pobreza no debe limitarse a los aspectos económicos, sino que además hay que tener en cuenta otros parámetros, como los niveles de nutrición, si los hogares tienen electricidad, baño o agua potable o si los niños están escolarizados.

Y el trabajo de René González, sobre el terreno, ha ido encaminado precisamente a combatir la pobreza desde estas vertientes. Han sido tres años intensos en África que ahora han tocado a su fin. La orden de los agustinos recoletos decidió hace meses el traslado de los misioneros que han trabajado en Sierra Leona durante los últimos tiempos. Religiosos filipinos se harán ahora cargo de continuar allí su labor. René González irá de misiones a América, en Brasil. José Luis Garayoa, su compañero de fatigas, recalará en El Paso (Texas), donde el mayor reto son las necesidades creadas por la inmigración. «En África, por el ébola, hemos aprendido a manejar el pánico, a tener la cabeza fría. Estos serán unos destinos más tranquilos, menos exigentes físicamente». Pero igual de apasionantes. Recalarán en su nueva misión, previsiblemente, a finales de febrero. Hasta entonces, tienen unos días para descansar, restablecerse... y recordar todo el trabajo desarrollado en Sierra Leona.

Educación y escuelas

Durante su primer año allí, el vallisoletano René González volcó sus esfuerzos en la educación, con la construcción y supervisión de 44 escuelas. «Había que levantar centros educativos porque, en muchos casos, un colegio allí puede ser un profesor dando clase debajo de un árbol». Su proyecto más reciente, en el que trabajaba hasta que regresó a España por Navidad, era una iniciativa de plantaciones de arroz. Importaron un tractor desde Holanda para trabajar la tierra en Kamalu, en el norte del país. Le llamaban la pastoral del tractor. «En estos momentos, nuestra gente necesita más arroz que catecismo. No se puede predicar a Dios en estómagos vacíos», explican los agustinos recoletos en un blog de Internet. La difícil situación económica hace que allí el ébola conlleve mucho más riesgo que en occidente. «El ébola mata como una guerra... pero no ves venir al enemigo», dijo González en una entrevista con El Norte en octubre.

El virus ha azotado un país ya castigado durante años por otras enfermedades como la malaria, la tifoidea, un sinfín de nombres trágicos. «Si ya era un país pobre, ahora lo es mucho más». El ébola, apunta, parece algo nuevo, un virus que afecta desde hace seis meses, que es cuando se empezó a hablar de él en occidente. «Parece que si se muere un negro en África no nos afecta tanto, pero si es un blanco y está cerca de nosotros...», expresaba entonces, casi como un presagio de la situación que ha vivido durante estos días. Su posible contagio (una simple duda) ha tenido un seguimiento mediático mucho mayor que la certeza de la muerte de miles de personas en África. La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió ayer un informe actualizado sobre la incidencia del ébola en aquel continente. Más de 7.700 muertes. «El ébola en África está fuera de control. En Europa hay hospitales, hay material. Pero sobre todo hay médicos. En África faltan médicos. Personas que puedan atender a personas. La gran amenaza del ébola está en África. Y es ahí donde habría que combatirlo de una forma eficaz», decía René González en octubre, cuando recordaba la escasa protección que existe para la población. La única prevención son los controles del Ejército que, en las cunetas de las carreteras y los caminos, hacen controles de temperatura.

Sonrisas entre el ébola

«Sonreír en los tiempos del ébola es un milagro. Regresé a casa llorando solo de pensar en que el virus podía robar [la sonrisa de los niños] en cualquier momento. No saben y nunca sabrán de turrones, ni de árboles de Navidad. Tampoco de Reyes Magos, Olentzero o Papá Noel. No sueñan con que la Lotería de Navidad cambie sus vidas, por muy bonito que sea el anuncio con el que este año nos la quieren vender. En la lotería de la vida, a ellos les tocó nacer en Kamasikie y con lograr sobrevivir tienen ya suficiente. Me da vergüenza no abrazarlos, sonreírles y tener que oír grandpa a dos metros de distancia. La suficiente para que no me contagien el virus terrible que envenena su sangre. Hoy la ternura casi vence al miedo, pero Desmond [un compañero] al ver mis intenciones, me gritó que por favor no lo hiciese, que no ganaba nada contagiándome yo», escribía días antes de volver a España Garayoa en su blog. René deja allí, en Sierra Leona, el trabajo y esfuerzo de muchos meses. Sus últimos desvelos, con la cosecha del arroz. «Sabemos que lo ideal es delegar y que sean ellos los que dirijan su propio desarrollo. Pero hoy por hoy, si René no conduce el tractor y siembra y cosecha, el proyecto se hunde en dos días». Su labor allí ha terminado. Ahora le esperan en Brasil.

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