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La procesión de El Vítor alumbra de nuevo Tierra de Campos

La procesión de El Vítor alumbra de nuevo Tierra de Campos

Centenares de personas disfrutan pese a la lluvia de la tradición singular en Mayorga

Lorena Sancho Yuste

Domingo, 28 de septiembre 2014, 13:45

Muere la tarde en Mayorga con las mejores galas, las que visten de domingo a mujeres y hombres del epicentro terracampino. Nace la noche, y con ella salen los sombreros, las capas, varales y trapos viejos. Es la transformación, de la procesión religiosa del patrón, Santo Toribio, a la cívica que rememora la llegada de sus reliquias en el siglo XVIII. Con una se rinde culto al santo, con la otra a ese mayorgano obispo de Lima, a esa recreación de cuando los vecinos salieron con antorchas a recibir los restos de su patrón.

La ermita custodia el estandarte. Francisco Ángel García Quirós porta la herencia familiar de procesionar El Vítor. Hasta ahora, en los últimos años, lo hacía con su padre, Ángel García Fierro. Pero falleció este año. Así que la de ayer era una noche de sentimientos encontrados» para este heredero de la tradición. «Todos los años hacíamos el viaje juntos y cada momento en las fiestas y en Mayorga me recuerdan a él. Pero me siento privilegiado y orgulloso de poder hacerle este homenaje, porque ahora es aun mucho más importante», comentaba el joven.

Escola García, su hermana Carmen y María Dolores Caballero se han encargado de ornamentar el estandarte, el que reza 'Santo Toribio Alfonso Mogrobejo, arzobispo de Lima, hijo de esta Itre y noble villa de Mayorga'. Apenas una corona de flores ha sido suficiente, pues el año pasado procesionó cubierto de un plástico ante la incesante lluvia.

La meteorología quiere ser este año también protagonista. Una lluvia fina cae a las diez de la noche en la localidad terracampina. Está todo aclarado. El pasado año, cuando se llegaron a registrar hasta 30 litros por metro cuadrado, la Congregación, la Asociación y el Ayuntamiento decidieron seguir adelante con la procesión cívica. Así que este año no hace falta reunirse. «En principio es muy complicado que pueda llegar a suspenderse», comentaba el alcalde, Alberto Magdaleno, preparado con la ropa típica para quemar pellejos.

Este año se han adquirido unos 400 pellejos de vino, pero como el pasado año se quedaron muchos sin quemar por la lluvia, se calcula que podrían superar el millar de pellejos los que se hayan quemado esta madrugada.

La primera hoguera se prendió junto a la ermita. Aquí se guardó un minuto de silencio por Ángel García Fierro. A su hijo, Francisco Ángel García Quirós, le deseaban suerte sus paisanos. Le custodiaban los mayordomos, dos congregantes, Manuel Crespo y su hijo, Eduardo Crespo. Era el momento de arrancar con la procesión, el más importante para los vecinos de esta localidad, el que aguardan con ansia durante todo el año.

Suena la música. La de la banda de 'Los Caitanes', llegados desde León. A ellos se les mira con admiración después de que el pasado año aguantaran estoicos bajo la lluvia las seis horas de procesión. El himno es constante. Mateo Fernández, personaje indiscutible de esta tradición, prosigue como cada año con su cometido. El de enseñar a los más pequeños cómo quemar los pellejos. «Empecé haciéndolo con mi sobrino cuando tenía cuatro años, y ahora tiene 47, así que media vida enseñando a los niños», comentaba entusiasmado.

El fuego de las hogueras, la segunda en el mirador, y de los pellejos ilumina ya Mayorga. Flashes, muchos, cada año más, de fotógrafos que buscan la idiosincrasia de este ritual. Y miradas, multitudinarias, que llegan desde distintos puntos del país. Pero también de otros lugares, de otros países. Como de la vecina Francia.

A media noche llega uno de los momentos clave de la fiesta. En la Plaza Mayor, estos días transformada en plaza de toros, se canta el himno a Santo Toribio. Rodillas en tierra y entonación. La emoción llega a cada uno de los mayorganos. Después, fuegos artificiales para continuar con este ritual al fuego.

La procesión continuaría desafiando a la lluvia hasta las 4 de la madrugada, cuando estaba previsto que el estandarte regresara a la ermita. Aquí se entonaría la Salve para cerrar la procesión, única en España.

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