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Obras junto a la Casa Consistorial
Las adjudicaciones del exjefe municipal burlaron hasta tres filtros de control

Las adjudicaciones del exjefe municipal burlaron hasta tres filtros de control

La buena fama del funcionario y el entramado de doce empresas despistaron la fiscalización

J. Asua

Viernes, 20 de junio 2014, 11:11

La total confianza que generaba en muchos de sus compañeros el veterano jefe de Mantenimiento del Ayuntamiento de Valladolid, junto con un presunto entramado de doce empresas familiares con distintos nombres y CIF, podría haber ayudado a Luis Alberto Samaniego a burlar los filtros de fiscalización municipal sin levantar ninguna sospecha. El «espléndido cartel del que gozaba», según recalcó el miércoles el propio alcalde y confirman muchos compañeros, ganó a la garantista burocracia.

Las adjudicaciones de obras y servicios menores propuestas por el veterano funcionario a firmas propias, de su hijo o de su primo en los últimos tres años 502 contratos por valor de 3,27 millones, según los datos recabados por el PSOE pasaron entre dos y tres controles posteriores sin que al parecer nadie detectara ninguna irregularidad hasta el presente ejercicio.

Fuentes municipales explicaron ayer un proceso en el que intervienen, además de Samaniego o cualquier otro jefe de servicio, el gestor del programa presupuestario (el economista, le llaman algunos), el director de área o en su defecto el concejal y, finalmente, el departamento de Intervención, un hueso en principio duro de roer, que, tras revisar el expediente, da la orden a Tesorería para abonar el trabajo.

Ojo, porque en algunos casos el propio jefe de servicio puede cumplir las dos primeras funciones:adjudicar la obra y revisar el documento contable (autorización y disposición, se denomina en el lenguaje administrativo). «Es verdad que son controles, pero son de trámite, se firman de corrido, porque es obra menor y si no te canta nada raro de ojo te tienes que fiar del anterior, sino la Administración se paralizaría», acota un alto funcionario consultado.

Vayamos por partes. Supongamos que en San Benito hay que arreglar una cerradura. Se le llama a Samaniego, que, de inmediato, se pone manos a la obra. Supongamos, también, que ninguno de los 45 empleados públicos que tenía a su cargo en la plantilla municipal puede hacerlo y decide recurrir a un cerrajero externo. En principio, la normativa marca que hay que pedir tres ofertas y elegir la más económica y la que se acomode mejor a las necesidades. Supongamos que así lo hace y selecciona una de esas tres empresas. Los operarios de la adjudicataria inician y concluyen el encargo. Según la relación de puestos de trabajo, el exjefe de Mantenimiento Nivel 24-A2, 45.000 euros al año de salario al año tenía atribuida entre sus funciones la dirección y supervisión de obras menores, así como la fiscalización facultativa y técnica de los trabajos realizados por empresas externas. Supongamos, por último, que certifica que todo se ha hecho a su gusto. La cerradura nueva va de maravilla.

Pues bien, en el caso de la Concejalía de Seguridad y Vialidad el departamento donde se detectaron las presuntas irregularidades que dieron inicio al expediente sancionador por faltas muy graves Samaniego tenía que dar parte al gestor del programa presupuestario primer filtro para que éste confirmase que había dinero en la partida y se había cumplido con el procedimiento de selección. Una vez que el economista daba el okay, lo enviaba al director del área segundo filtro que si lo consideraba correcto firmaba la denominada obligación. El último destino del expediente es Intervención tercer filtro que tras fiscalizar el proceso da el conforme y traslada la factura a Tesorería para abonar el trabajo.

Cadena de confianza

Este procedimiento es el que se utiliza en la mayor parte de las áreas, aunque como ya se ha apuntado antes en algunos casos el jefe de servicio tiene autorizados los dos primeros pasos, con lo que únicamente pasaría por el director del Área y por Intervención.

¿Nadie se dio cuenta de nada? Aseguran que no, aunque ahora asoman los rumores del eso se sabía desde hace mucho. Las mismas fuentes subrayan que los dos primeros controles son de trámite. En una obligada cadena de confianza en este caso incrementada por la excelente fama de un histórico que solucionaba problemas con celeridad y eficacia los empleados públicos de todas las áreas del Ayuntamiento dan salida a los expedientes, más cuando no hay nada que llame la atención y cuando es obligado acelerar los procedimientos para pagar en plazo a proveedores y contratistas. Un exceso de celo pensando que el que te precede la ha liado podría paralizar la actividad de un departamento.

Solo cuando en Seguridad y Movilidad se pide el listado de contratos menores salta la alarma. En 2013 todas las obras recaen en once empresas. Con distinto nombre y CIF, pero con unos teléfonos coincidentes. Ese dato destapa una trama familiar, que, al menos en este área, absorbió en exclusiva la totalidad de los contratos menores autorizados el pasado ejercicio. No se dio opción a otras firmas locales a hacer ninguna obra, según confirmaron ayer desde la concejalía. La conmoción que este caso ha provocado en la plantilla municipal augura pies de plomo entre el funcionariado.

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