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JUAN RAMÓN LAGUNILLA
Miércoles, 4 de enero 2012, 01:57
Los resultados electorales del 22-M y del 20-N han dejado al PSOE con la menor representación política desde las elecciones democráticas de junio de 1977. El partido que más tiempo ha gobernado este país bajo la Constitución de 1978 ha sido abandonado de forma mayoritaria por los españoles. Ahora el centroderecha español, sin apenas incrementar su número de votantes, gobierna en la inmensa mayoría de las instituciones.
Salvo honrosas y escasísimas excepciones, nuestros dirigentes han despachado rápido lo que debiera haber sido una seria asunción de responsabilidades, derivando las mismas a la crisis, y haciendo recaer, de forma muy sutil, todas las culpas en José Luis Rodríguez Zapatero. Como si el resto de dirigentes políticos, alcaldes, presidentes de autonomías, parlamentarios, secretarios generales y miembros del comité federal no hubieran sido corresponsables con las políticas desarrolladas en las distintas instituciones. Ellos 'pasaban por allí' de forma casual y no tienen nada que asumir.
Los dirigentes del PSOE, y de otros partidos también, han hecho oídos sordos a los innumerables estudios sociológicos que ponían de manifiesto que los políticos y la política eran percibidos por los ciudadanos como uno de los más importantes problemas de nuestro país. La corrupción, la profesionalización y alejamiento de los políticos, el funcionamiento oscuro y cuasi secreto de los partidos políticos, la falta de sintonía con la población y sus problemas han terminado por ser los mimbres con los que se ha tejido esta derrota del PSOE, y como consecuencia la hegemonía política del Partido Popular.
Después del 20-N, los dirigentes del PSOE, comisión ejecutiva y comité federal, se han apresurado a convocar un congreso, a mi modo de ver de forma precipitada y sin prácticamente tiempo para poder hacer un debate serio y en profundidad de las verdaderas causas de nuestra derrota electoral. La sensación que muchos militantes tenemos es que han intentado pasar página lo más rápidamente posible para seguir siendo los mismos los que continúen 'dirigiendo el cotarro'. Y cuando han comenzado a aparecer voces que reclaman un cambio radical y en profundidad de nuestra organización, de nuestro proyecto político y de las personas que lo tienen que dirigir se ha armado la de 'dios es cristo'.
Estas actitudes, que a nivel nacional se han manifestado de forma sutil, en nuestra provincia de Palencia lo han hecho de forma burda, amenazadora y con el manido recurso a 'lealtades traicionadas' y 'hacen daño al partido'. Ignoran estos dirigentes palentinos que en el PSOE la única lealtad exigible a sus afiliados es a nuestras ideas, y que lo que de verdad hace daño al partido es negarse a reconocer la realidad social de nuestro país y continuar considerando a la organización como su patrimonio exclusivo y excluyente.
Un grupo de afiliados, entre los que hay algunos miembros de la actual ejecutiva provincial, han hecho público el manifiesto 'Mucho PSOE por hacer en Palencia', en sintonía con el publicado a nivel nacional, en el que hacen un análisis crítico de nuestra situación, solicitan un debate serio y riguroso de nuestro proyecto y piden un cambio radical en las formas de funcionamiento de nuestro partido, con más democracia interna y con más trasparencia y participación de la sociedad.
Comparto y suscribo las propuestas para el debate que en dicho manifiesto se hacen. Creo que es necesario revisar en profundidad y sin miedo las causas de nuestra derrota en las urnas; que es preciso hacer autocrítica de nuestra forma de gestionar la crisis, sin renegar de los avances y logros conseguidos por nuestros últimos gobiernos; que es urgente poner remedio a nuestro alejamiento de la sociedad, y especialmente de nuestros jóvenes; que hay que modificar nuestros procedimientos de elecciones internas y de selección de candidatos, dando en estos últimos procesos participación a los simpatizantes. En resumen, que hay que proceder a un debate serio, abierto y sin más límites que nuestros principios básicos, que nos permitan 'refundar' el partido para que éste siga siendo un referente de las políticas progresistas y de izquierdas, y liderar una salida a la crisis distinta de la propuesta por los mismos que nos metieron en ella.
Y si los dirigentes palentinos del PSOE no lo ven así, lo mejor que pueden hacer, por el bien del partido, es apartarse y permitir que otros y otras lo hagan. Si no lo hacen y se enrocan en sus cargos sin permitir de verdad el debate y las reformas, serán responsables de la falta de una respuesta de progreso para Palencia y de la desafección social hacia nuestro partido.
Por cierto, las proclamas de 'imparcialidad' de la Ejecutiva no sirven de nada si no se acompañan de hechos que faciliten de verdad el debate y la libre competencia de las distintas posturas y propuestas, y no se deja de acusar de desleales a los que no opinan como ellos.
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