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FERNANDO CABALLERO
Domingo, 18 de diciembre 2011, 02:14
La Fundación Juan Manuel Díaz-Caneja retoma la serie de exposiciones colectivas de producción propia que están dedicadas monográficamente a un tema, sobre el que artistas y escritores reflexionan a su manera, personal y subjetiva. Primero fue la exposición 'Monstruos', en 2006, y luego vinieron 'Piratas' (2007) y 'El último caso de Raymond Chandler' (2010), dedicada a la novela negra.
Esta nueva exposición tiene como título 'Tango', y está afectivamente centrada en este popular género musical argentino. En torno a él escriben Julián Alonso, Jesús Aparicio, Manuel Bores, Sara Tovar y Carmen Centeno, y en la sala se recorre la obra de los pintores Félix de la Vega, Acacio Puig, Fernando Palacios, Luis Rodríguez, Ángel Cuesta, Amando Cuellas y Adolfo Revuelta, y de los fotógrafos Rosa Alonso y Rubén del Valle.
Félix de la Vega (cuatro cuadros) es fiel y coherente a su estilo, y muestra en clave de tango sus personajes singulares, cargados de tristeza y expectación, de miradas perdidas y de cuerpos descompuestos. Acacio Puig (tres piezas) apuesta por el color vivo, sobre todo ocres y rojos, en obras influidas por la ilustración popular, muy recargadas de elementos y con acusados matices surrealistas.
Fernando Palacios (con cuatro cuadros) evoca los drásticos y a veces violentos movimientos del baile con figuras esbozadas, que se funden en el espacio, con una plasticidad en la pincelada muy remarcada. La sutilidad en la composición y en el concepto llega con Luis Rodríguez, que en dos obras, 'Tango de los colores' y 'Tango', combina imagen y pintura en una técnica mixta para remarcar la conexión creativa entre la música y las artes plásticas.
El gran Carlos Gardel
Los cinco cuadros de Ángel Cuesta ofrecen un panorama simbólico amplio del género musical argentino, desde los zapatos característicos de los bailarines de tango hasta la imagen del gran Carlos Gardel, todo ello en obras de vivos colores y superficies pequeñas y muy diversificadas. La dimensión geométrica de la pintura de Amando Cuellas se expresa en tres obras que reflejan figuras de mínimos trazos, pero muy definitorios del movimiento que evoca el baile.
Adolfo Revuelta huye en uno de los dos dípticos que expone de la figura para plasmar una ciudad nocturna, solitaria pero luminosa, un puerto, en concreto, a la espera de que suene la música. El segundo díptico es más explícito de un baile de salón.
La fotografía está representada en la exposición por Rosa Alonso, con dos imágenes que ilustran dos aspectos concretos del tango, el movimiento rotatorio, por el que la escena se difumina, y un momento de delicada sensualidad entre los bailarines, con una composición muy lograda de forma piramidal; y también por Rubén del Valle, con cinco instantáneas de corte simbólico, como 'Cárcel de sueño', en la que se insiste en la conexión personal de los artistas en escenas provocadas, como la que aparecen simulando ser músicos Ángel Cuesta, Julián Alonso y el editor Gonzalo Blanco.
Una exposición la de 'Tango', de tesis, personal y creativa, y de reflexión en torno a un género musical muy popular pero muy arriesgado en su ejecución, problemas que todos los artistas intentan resolver dentro de sus cuidados y consolidados lenguajes personales.
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