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JUAN J. LÓPEZ
Domingo, 11 de diciembre 2011, 10:51
En su piso no hay ascensor, y al segundo toca subir 'a pata'. «Es una forma de hacer más pierna», bromea Jorge Yepes mientras calienta unos macarrones bien bañados en tomate frito. Lo hace después de entrenar y después de pasar la mopa a un piso para el que él y su compañero Carlos Castán ya han tenido que pedir ayuda a su casero al no poder pagar los 530 euros de alquiler. Es la otra cara del fútbol. Aquella alejada de unos focos con potencia solo para 'Messis', 'Cristianos Ronaldos' y partidos del siglo. «El fútbol atraviesa su peor momento, y no sé qué vamos a hacer. A nosotros se nos terminan los ahorros y nos va a tocar volver a casa con papá y mamá», confiesa Castán, un jugador que ya conoce los sinsabores de la categoría de bronce del balompié español. El central del Palencia comparte piso con Yepes. Los dos forman tándem dentro del terreno de juego y en las labores del hogar. Amos de casa por un Palencia en el que confiaban para salir adelante. «Llegamos con la promesa de que si nos reducíamos el sueldo y aceptábamos estas condiciones, cobraríamos sin problemas», afirma Castán. Lo mismo hizo en el Alicante, y solo percibió cuatro nóminas. «Venía escaldado, y al final me he metido en otra peor», afirma, pese a que agradezca al presidente los esfuerzos que está realizando para mantener la nave a flote. «Es difícil porque no hay implicación de las instituciones, y la cena benéfica, en el mejor de los casos, va a suponer la mitad de una nómina de la plantilla, lo que no soluciona demasiado», afirma Yepes mientras coloca una barra de pan antes de sentarse a la mesa con Castán. «Los platos, a medias», comenta su compañero, que se dispone a degustar una fabada de la madre de Jandro, otro de los integrantes del vestuario palentino. «Tenemos que sobrevivir, como sea», sonríe el futbolista maño.
A menos de un kilómetro, Joseph Leke y Idrissa Sine abren su puerta con la escoba y la fregona en la mano. Hoy toca limpieza, después de una semana de sesiones de recuperación y en la que Sine ha padecido una gripe que le ha dejado fuera del choque de hoy ante el Sestao. «A veces no puedes respirar. Es una sensación difícil de explicar, irte a dormir y no saber qué pasará mañana», analiza con gesto serio Leke. El guardameta camerunés es el «hermano» de Kameni, su vecino en Yagunde, la capital de Camerún. «Le he pedido consejo para salir de una situación que cada día es más difícil», indica un futbolista que llegó cuando tenía 15 años a la cantera del Espanyol. «Ahora ya no soy aquel crío, y soy el cabeza de familia», afirma en relación a las obligaciones que ha adquirido tras el fallecimiento de su padre. «Tengo una madre y cuatro hermanos a los que mantener, y el dinero no llega», informa. Son casi cuatro meses sin percibir la nómina prometida. «Si no fuera por Chema Torres -el presidente- y los compañeros, no sé que hubiera pasado», comenta. El presidente le ha fiado dinero para sobrevivir. «Para comida, para el piso... Es un buen hombre», asegura sin levantar la mirada de un plato donde pica cebolla para el aderezo del pollo que está preparando su compañero Sine.
Sine es senegalés. Tan solo tiene 19 años y el fútbol que había conocido poco tiene que ver con el que degusta en La Balastera. Formado en la cantera del Atlético de Madrid, este aprendiz de electricista en Thies (Senegal) hace las 'chapuzas' de la casa. «Aprendí con mi tío y espero no tener que dedicarme a esto, pero si sigo así...», indica. De momento, esta Navidad tratará de sobrellevarla en Palencia. «No puedo permitirme viajar a mi país y ver a mi familia y a la novia. No puedo arriesgarme a quedarme sin dinero», lamenta. Lo mismo le ocurre a Leke.
Las maletas no serán un problema para Castán y Yepes. Los dos no ven otra solución si el club no es capaz de abonar una nómina antes del día 18 de diciembre. «Hemos tirado de ahorros, pero llega un momento en el que ya no puedes hacer más», afirma Castán. El central maño ha hecho de todo, como el resto de la plantilla. «A nosotros no se nos caen los anillos por tener que salir a vender lotería, bufandas..., lo que haga falta, pero vivir al día estropea la faceta deportiva», comenta su compañero cordobés. Los dos hablan de una vida que dista mucho del estereotipo de futbolista. «Los caprichos hace mucho que pasaron a mejor vida», añaden al unísono. Los dos vieron ayer el clásico con los ojos del que no atisba su profesión, pese a tenerla delante en la pequeña pantalla. «Eso es otra cosa, nada tiene que ver con lo nuestro», termina Yepes.
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