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José Luis Rodríguez de Diego, delante del Archivo General de Simancas, del que fue director entre 1998 y 2009. :: REPORTAJE FOTOGRÁFICO DE GABRIEL VILLAMIL
«Los archivos, que son los guardianes de la historia, no tienen la suya propia»
CULTURA

«Los archivos, que son los guardianes de la historia, no tienen la suya propia»

'Hacer historia desde Simancas' es el homenaje del mundo académico a este reconocido archivero

VICTORIA M. NIÑO

Domingo, 27 de noviembre 2011, 13:05

Hace dos años que se ha jubilado pero aún no ha cortado amarras con la docencia, las conferencias y los compromisos. José Luis Rodríguez, exdirector del Archivo General de Simancas (AGS), recibe ahora el homenaje del mundo académico en el libro 'Hacer historia en Simancas', editado por la Junta. Facultativo de archivos desde 1980, dirigió el Histórico Provincial de Zamora antes de entrar en 1983 en el vallisoletano, donde ha sido jefe del departamento de Descripción y Conservación, subdirector y máximo responsable desde 1998 hasta 2009.

-¿Va al Archivo?

-Voy mucho. Cuando entré me subyugó, aunque lo conocí cuando hacía la tesina y había oído hablar, pero no es igual que cuando entras para tener la responsabilidad de los fondos. Aquello me sorprendió tanto que enseguida me pregunté cómo y por qué surgió el AGS, cuál era la contextura histórica que lo permitió. Y me empeñé en la historia del AGS y de los archivos en general. He escrito de eso, pero me he quedado en la etapa fundacional del XVI. Mi idea es seguir la evolución de la historia del archivo. Tengo un montón de fotocopias del XVII y a eso quiero dedicarme. Ahora voy con la misma alegría con la que entré y fui durante seis años, cuando era un peón sin responsabilidades, para mí era una auténtica alegría y esa ilusión pervive.

-¿Los años de gestión no anegaron su vocación?

-Como director afrontas problemas de todo tipo, laboral, técnico, económico. Me tuve que enfrentar a unas obras durante las cuales se continuó trabajando. La gestión te aparta del deseo de manejar papeles.

-¿Sigue en su empeño por divulgar la historia de los archivos?

-Divulgar la trascendencia del AGS, la historia detrás de él es un camino a recorrer no solo con este archivo sino con todos. Los archivos, guardianes de la historia, no tienen la suya propia. No nos hemos preocupado de estudiarla. A eso me he dedicado de forma especial. He visto su trascedencia. El AGS es único en el mundo.

-¿Su libro sobre la 'Instrucción para el Gobierno del Archivo de Simancas' -best-seller de la archivística, con dos ediciones- es de obligada lectura para los funcionarios de la casa?

-Es uno de mis primeros trabajos pero es que esa 'Instrucción' es impresionante. Es el primer reglamento de archivos del mundo entero. Ningún país lo tiene. En 30 capítulos se expresa claramente las tareas a hacer por un archivero y en el siglo XXI siguen siendo las mismas. Felipe II trasladó en 1588 esas instrucciones.

-¿Felipe II nació burócrata o fue la necesidad de organizar el gobierno del imperio lo que desarrolló esa faceta suya?

-Siempre he dicho que el AGS no surge porque sí. Se tuvieron que dar unas especiales circunstancias en el siglo XVI. España se encontró con que tenía que gobernar un imperio. El primer problema era el espacio. Me impresionó leer esto en Braudel, que decía que a los hombres del XVI no les faltaba sino que les sobraba espacio. Cómo dominarlo, superarlo, hacer llegar órdenes, presencializarse en todos los ámbitos de la monarquía hispánica solo se podía hacer a a través de la escritura. El mismo Braudel dice que la escritura salva espacios, hace presente al rey ante sus súbditos. Como era un imperio a la corte llegaban diariamente no menos de 500 escritos que había que controlar. Ahora y siempre la información ha sido poder. Dice Simón Ruiz que se pasaba todo el día escribiendo cartas. No puede haber dominio en ningún campo sin información. Hacía falta una persona consciente de ello que tuviese el arresto de hacer un archivo y fue Felipe II. Crea el Archivo a la vez que El Escorial, en 1561, a su regreso de un viaje por Europa. Se dio la contextura histórica y una persona que lo llevó a cabo de forma personalísima. Cito mucho una cédula de la Corona de Aragón, de Jerónimo Zurita que dice: «Sin los papeles no hay noticia de las cosas que corren y cada día pasan». Felipe II lo proyectó como medio de control y dominio.

-¿Y de propaganda?

-Es fantástica la conciencia en el XVI del AGS. En 1592 Felipe II debe ir a Zaragoza a firmar unas alteraciones en Aragón para ajusticiar a Lanuza. A la vuelta pasa por el AGS, quiere ver a las obras. Le acompaña un arquero inglés, Enrique Cook, que escribe un diario. De Simancas dice que es «el archivo del rey». El cardenal Borguese, que llegó a ser papa, viene a España en 1596 y hace un diario. Al llegar a Simancas habla solo del archivo del reino donde guardan los escritos del rey. Es muy alabado y reconocido en el XVI. Se nota una intención propagandística clara.

-¿Qué ha cambiado desde el tenedor Antoni Catalán al director del archivo en el siglo XXI?

-Ha cambiado sobre todo algo que ocurrió en el XIX, cuando deja de ser Archivo Administrativo para ser Histórico. Felipe II lo creó como medio de gobierno, de administración, de control y domino. Sin papeles no se podía gobernar. Y lo considera un patrimonio personal. No se podía acceder sin su permiso expreso. Había un sentido patrimonial del archivo. A partir del XIX cae el Antiguo Régimen, se instaura el régimen liberal y surge el concepto de nación. Ahí se une el carácter científico de la historia y se comienza a ver el archivo como depósito donde conservar fundamentos para una historia veraz. El cambio es radical, se pasa del Archivo de administración patrimonial al de histórico. A partir de ahí lo que hemos hecho es ser servidores de la memoria histórica que implica tres grandes funciones: Conservar, describir y difundir. Me llama la atención que las tareas del Archivo siempre marchan parejas a la sociedad. Cuando se abre a la investigación histórica y a la sociedad en 1844, la labor primordial era describir. Existen inventarios en la Corte para transferir las grandes remesas documentales a Simancas. La descripción somera llena la primera etapa hasta los noventa. A partir de ahí entramos en la era de la información primando la difusión. En esa etapa estamos aún, de ahí el PARES, la digitalización, volver todo lo descrito en un sistema informático con el fin de difundir esa información. Como consecuencia del cambio de 1844, nos debemos al investigador. En eso el AGS ha sido especial, siempre ha mantenido un servicio al investigador personalizado. El investigador que entra en el AGS se siente no solo acogido, sino ayudado.

-Son ustedes coautores de algunos libros de historia moderna.

-Eso viene de mi mujer (Isabel Aguirre) que ha sido jefa de sala durante muchos años y es la artífice. La verdad es que no hay obra de historia moderna en la que no aparezca la gratitud a la profesionalidad del personal del Archivo.

-¿Cómo vive que catedráticos de EE UU, Geoffrey Parker es un ejemplo, vengan a ver qué les tiene preparado Isabel?

-Eso es el poso de una vida en el Archivo, lo que queda es el agradecimiento de los investigadores que se han sentido bien en él. Ese es mi mayor honor. (Isabel, que está presente, añade «aquí ha habido mucho diálogo y trabajo en equipo. José Javier Ruiz Ibáñez, que ha estado recientemente en la cátedra de Felipe II y es catedrático de Moderna decía que en el AGS ha habido transmisión de saberes, de corrientes historiográficas de los extranjeros hacia España. Era un sitio donde se conocían las novedades historiográficas francesas e inglesas. Hoy sigue favoreciendo la relación entre los investigadores, que ese conocen desde el autobús que viene, se quedan en los mismos hoteles durante décadas, comparten mesa y café con los funcionarios. Al final se hacen amistades, matrimonios, unos te preguntan por otros, lazos de amistad que duran una vida. El aislamiento produce eso. Esto no ocurre en el Histórico Nacional. Hay relaciones que perviven desde hace 40 años, te dicen cuándo van a venir y les preparas lo que crees pueden necesitar. Ahora hay mucha relación por mail»).

-¿Ha cambiado la relación con los investigadores?

-Ahora el investigador se queda menos tiempo, las estancias son más cortas. Las nuevas tecnologías han contribuido a ello. Se piden las cosas por correo y el PARES (Portal de Archivos Españoles) lo facilita.

-¿Qué hubiera dicho Juan de Herrera de las obras de remodelación?

-Se respetó la estructura como el propio Herrera respetó el castillo antiguo. Dejó intacto el muro y la estructura de los cubos, se acomodó al espacio que había y lo llevó al límite, lo archivístico prevaleció sobre lo arquitectónico. Si viniese Herrera ahora se admiraría de que 500 años después se conserva la idea de su obra. Otra cosas son los alrededores, el edificio externo que se ha hecho. Desde la calle no se ve el Archivo pero en cuanto subes las escaleras, la vista adquiere una dimensión que no tenía antes. El edifico externo se ha construido para difundir el Archivo, allí esta el gabinete pedagógico, la sala de exposiciones y un salón de actos.

-¿Cómo el director de un archivo de la Edad Moderna hace una tesis sobre el medievo?

-Siempre fui más inclinado a la alta edad media. Al final de mi tesina, el catedrático de paleografía Ruiz Asencio me pidió que me metiera con la documentación de Santa María la Real de Aguilar de Campoo. Justo después de comenzar entré en el AGS, por eso me retrasé, porque el AGS me subyugó.

-¿Cuánto tarda en encontrar un libro en su biblioteca personal?

-Dicen que en casa del herrero cuchillo de palo. Cuando me jubilé quise catalogar todas las separatas, pero aún no he podido hacerlo. Más o menos sé dónde están.

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