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José María Aznar se coloca entre los jóvenes de Nuevas Generaciones del PP de Palencia antes de iniciar su discurso, con el que cerró el mitin de campaña :: MERCHE DE LA FUENTE
Aznar: «Yo le dejé a Zapatero el país más próspero de la historia de España»
LA CRÓNICA

Aznar: «Yo le dejé a Zapatero el país más próspero de la historia de España»

Aznar se proclama en Palencia el español «con más ganas de ver a Rajoy en La Moncloa»

SONIA ANDRINO

Miércoles, 9 de noviembre 2011, 13:50

José María Aznar está encantado de volver a la campaña electoral. Solo estuvo en Salamanca antes de las autonómicas de mayo y ayer recuperaba su periplo político por Castilla y León comiendo en la tierra de Zapatero y cerrando un mitin en la de Heliodoro Gallego. Dos de los nombres del «socialismo de ahora», ese que, según Aznar, representa el tercer tipo de socialistas que hay en España: «Los malos, los pésimos y los de ahora».

Ninguno de los dos históricos del PSOE fue nombrado por el expresidente del Gobierno, que después de recorrer, sin baño de masas, el centro de la capital palentina, se presentó en el Teatro Ortega (aforo 1.100 personas más un par de centenares que se quedaron fuera) ante un público más que entregado y dispuesto a esperar lo que hiciera falta para escuchar «al mejor», como le gritaron nada más subir al atril, con la música del partido todavía muy alta (fue la que más tiempo sono de las cinco intervenciones del mitin), y con el ánimo de interrumpirle cuantas veces fuera necesario para demostrarle que habían venido a escucharle a él. De hecho, el respetable no recordaba ningún otro mitin con tanta afluencia y esto costó más de un enfado entre los que se quedaron fuera.

Dentro, en la sala principal del edificio que ahora es un cine, calor. Mucho calor. No tanto por los aplausos, porque los que se escucharon fueron repartidos casi a partes iguales entre Aznar y Marta Dominguez, sino por los gritos y las interrupciones que llevaban preparados los asistentes. «Eres el mejor», le gritó una señora al presidente de honor del PP antes de empezar, y él, encantado de volver a la campaña electoral, se dejó querer. Dio un paso atrás para colocarse entre los jóvenes de las Nuevas Generaciones (muchos de ellos afiliados en los últimos meses) posando como uno más. Esperó a que se pasara la euforia y, a gusto, como se encontraba, empezó su monólogo, concebido en su origen con tintes de humor.

«Estoy disciplinadamente al servicio de mi partido», espetó despacio y marcando el acento tejano que tanto le ha caracterizado desde que salió del Gobierno. «Sigo siendo militante del PP. Simpatizo con el partido -dijo entre risas del público- y voy a votar al Partido Popular», descubrió como despejando una duda con tono de sorpresa. Y eso que, para cerrar su primer pase de humor, insistió en que no pensaba participar en ningún concurso de ocurrencias».

Pero solo hasta ahí las musas porque luego, en un giro radical, incluso de su marcado acento que terminó por desaparecer, pasó al teatro. Empezó por declararse un «español profundamente preocupado» por la situación económica pero a la vez «profundamente esperanzado» por salir adelante. Y esto no ocurrirá con un candidato que «ha dimitido de todo», en referencia a Alfredo Pérez Rubalcaba, que ha formado parte de un Gobierno del PSOE que solo se preocupa «por su futuro» y no por el de España.

«Es difícil hacer más daño en tan poco tiempo», decía un Aznar que comparó esos mismos ocho años del Gobierno de Zapatero con las dos legislaturas durante las que él fue presidente, «cuando estábamos entre las primeras naciones del mundo y teníamos la confianza en nuestro país», cualidades que, a su juicio, se han perdido con los socialistas. Y eso que, cuando llegaron al poder en 2004, «les dejamos el país más próspero de la historia de España, y no digo solo de la democracia», se apuntó, y que ahora se ha convertido en una nación «que fue intervenida» por el Banco Central Europeo durante el verano.

Ganas de ver a Rajoy

Ante esta situación «no hay mucho tiempo» que perder y de hecho así se lo advirtió al candidato del PP, al que lo primero que recomendó fue «afrontar la realidad». Y por si alguien tenía alguna duda, el expresidente del PP se proclamó como el español que «más ganas tiene» de ver a Mariano Rajoy en el poder. Fue la única vez que le nombró y luego excusó su aplaudida afirmación alegando que quizá solo la mujer del candidato o él mismo tuvieran más ganas que él. Y de esta forma, terminaba como empezaba. Destensando la cuerda y arrancando de nuevo la risa del respetable.

No lo disimuló. Se le notó con el encanto del que vuelve a la campaña electoral y «no aspira a ser nada», no como lo que se jugaba un cuarto de siglo antes, en esa misma capital de provincia, en la que José María Aznar se convirtió en presidente regional de Alianza Popular (que luego evolucionó al actual PP). Fue en 1986, pero el madrileño no lo recordó en su intervención. Tampoco su paso por la Presidencia de la Junta, pero sí su sentirse «como en casa». Estaba entre amigos.

El próximo domingo en Ávila, la tierra que le acogió como candidato al Congreso para llegar a ser presidente del Gobierno y provincia en la que en estos comicios ha colocado a uno de sus asesores como número tres al Senado, Pablo Casado, palentino (ayer estuvo con él), tendrá una nueva oportunidad para volver a disfrutar reencontrándose con la campaña electoral.

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