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Pedro González de Prado, ayer, durante la presentación del libro. :: VÍCTOR HERRERO
PALENCIA

Pedro González de Prado: «Las familias de los represaliados tienen derecho a no olvidar»

El escritor leonés afincado en Palencia presenta un libro en el que ha trabajado más de siete años Pedro González de Prado Autor del libro 'Desaparecidos sin causa. Asesinatos en las cabezas del Carrión, Cea y Esla'

ANALÍA FERNÁNDEZ. ICAL

Viernes, 14 de octubre 2011, 03:06

Dice no querer ser protagonista y por ello su libro habla muy poco de él, aunque bien podría haber contado alguna que otra historia en primera persona. A sus 64 años, este prejubilado de banca, nacido en Villalmonte (León), aunque afincado en Palencia, ha publicado un libro que ahonda en la desaparición de unas 300 personas en las cuencas de los ríos Carrión, Cea y Esla. Un trabajo de campo que le ha llevado siete años de dura labor, desde que se prejubilase. Una ocupación cuyo único objetivo ha sido hacer visibles las historias de aquellos que fueron sacados de sus casas y asesinados sin haber cometido más crimen que el ser afines a la República.

-¿Qué ha sido lo más duro en todo este tiempo?

-Curiosamente, lo que más tiempo me ha llevado es algo que al final no está en el libro, que es el estudio del ambiente en los pueblos de estas cuencas antes de que se produjese el golpe de Estado. La información que llegaba a los ciudadanos por aquel entonces, por lo que se veía en la prensa, son mentiras claramente intencionadas, y me ha costado asimilar la mentalidad que tenían aquellas personas que fueron sacadas de sus casas sin que conste que han cometido delitos mayores. Se han quedado muchas cosas fuera, pero entonces el libro habría tenido 100 páginas más y nadie hubiese querido leerlo. Es curiosa la coincidencia en casi todos los casos, las pocas variaciones en el método utilizado, muy planificado, para sacar a la gente de sus casas. Ha sido complicado encontrar a gente que quisiera aportar sus experiencias.

-Ha recorrido un sinfín de pueblos para recoger testimonios. ¿Le sorprendió algo de lo que escuchó?

-Efectivamente, he visitado la mayoría de los pueblos de la zona, como Guardo, Velilla y Otero de Guardo, en Palencia, y también muchos de la zona de la provincia de León. En esos pueblos, por muy pequeños que sean, existe algún familiar de una víctima del franquismo que fue sacado de su casa y asesinado sin más explicación. Me han contado algunas anécdotas, algunas muy duras e incomprensibles, pero la mayoría de los posibles testigos pasa ya de los 85 ó 90 años y no recuerdan demasiado o no quieren hablar del tema. Recuerdo, por ejemplo, el caso de un chico de Velilla de 15 años que fue asesinado simplemente porque no habían podido matar a su padre dos días antes ¿Qué crimen podía haber cometido un chaval...? En muchos casos el pretexto era que les llevaban a la cárcel o al cuartel a tomar declaración y nunca volvían. En este caso, el padre del joven se libró de la muerte, que no de la cárcel, por un cúmulo de casualidades, y consideraron necesario que debía ser su hijo el que muriera en su lugar. Se te pone la carne de gallina cuando descubres que, por ejemplo, en Guardo, en un mismo día quedaron decenas de huérfanos.

-¿Por qué eligió la zona de las cuencas de los ríos Carrión, Cea y Esla para su estudio?

-Nací en Villalmonte, al lado de Guardo, y son los pueblos que tengo de referencia de cuando era pequeño. Me sonaba algo de lo que se comentaba sobre los desaparecidos, aunque en mi casa nunca me contaron nada al respecto.

-Relata en su libro historias que los propios protagonistas reconocen no haber contado a sus hijos, pero sí a sus nietos. ¿Desempeña quizá esta generación un papel fundamental en la identificación de los represaliados?

-Creo que sí, no tanto en saber qué es lo que pasó, pues eso está sobradamente contado, pero sí en la medida en que son ellos los que pueden saber dónde están esos restos de sus familiares que nunca vieron. Está claro que han perdonado, pero no quieren olvidar lo sucedido y son quienes pueden ahora encontrar a sus familiares.

-¿Es usted uno de esos nietos?

-Nunca pregunté nada. Trabajando en el libro he llegado a descubrir que tanto mi madre como mi abuelo fueron perseguidos, y la casualidad quiso que se libraran de la muerte, pero ellos nunca me lo contaron. Mi madre escondía a su padre, y un día recibió una citación a la que no pudo acudir porque tenía que hacer otras cosas. Al día siguiente, nos enteramos de que todos los que habían acudido a la cita habían desaparecido. Recuerdo que cuando yo tenía 7 u 8 años encontré una pistola que más tarde descubrí que es la que usaba mi abuelo por si le descubrían.

-Quizá de ahí le viene el interés por el tema&hellip

-Creo que eso me nació después. Como nunca me contaron nada, me empecé a interesar por conocer la historia tal y como ocurrió. Mi madre, que murió con 96 años, me llegó a mentir cuando le preguntaba por algo cuando ya estaba trabajando en el libro. Mi abuelo era concejal de la República. Ella no quería que yo supiera lo que ocurrió. Y así ocurre en muchos casos, lo que ha hecho más difícil aún la recopilación de información. Ha sido un trabajo muy arduo, con mucha dedicación, en el que he procurado no faltar al respeto ni insultar innecesariamente a los que participaron en aquellos actos, a quienes sí considero responsables directos de la muerte de todas esas personas.

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