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JAIME POLVORINOS
Domingo, 28 de agosto 2011, 03:17
Las palas y pinceles de los arqueólogos se tomarán un merecido descanso de su labor veraniega en Otero de Herreros. Han estado excavando en las ruinas cercanas al municipio desde el 15 de julio hasta el pasado jueves, cuando se dio por concluida la campaña. El buen tiempo ha acompañado a esta fase, y ahora toca retirarse a los talleres y laboratorios para analizar el material obtenido. Junto a la escoria de los minerales aparecen cerámicas y lingoteras de origen romano. Se han hallado tres niveles de hornos, dos de los cuales pertenecen a la época romana. El más antiguo refleja el tránsito del mundo indígena al romano.
El cerro de Los Almadenes está situado a unos dos kilómetros de Otero de Herreros, pasado el cementerio del pueblo. Se trata de una colina cuyo nombre en árabe significa cerro de las Minas, aunque la ausencia de materiales de esa época indica que no fueron usadas por los musulmanes. Las minas están a escasos metros de la colina. En la época romana hubo cuatro focos a cielo abierto que fueron explotadas entre el año 10 antes de Cristo y el 40 de nuestra era, en la Roma de Augusto.
Patrimonio histórico
Las excavaciones comenzaron en 2009, tras numerosas peticiones del Ayuntamiento para preservar este patrimonio histórico del expolio continuado. En la primera campaña se hizo una prospección del terreno y el año pasado la primera fase de excavaciones arqueológicas. Debido a la importancia de los yacimientos, los arqueólogos creen que en los alrededores pueden localizarse restos romanos de un asentamiento, incluyendo casas, talleres, calzadas o presas. De hecho, en un estudio geofísico realizado en julio, se han observado en el subsuelo diversas estructuras de época romana y se ha podido localizar la entrada principal del yacimiento.
La campaña de 2010 se centró en comprender los aspectos menos conocidos de la metalurgia del cobre. Este año ha continuado y en las tareas de excavación, que se han prolongado durante un mes y medio, han colaborado 16 personas, pertenecientes a la Sociedad Española de Historia de la Arqueología y a la Asociación de Otero de Herreros. «El apoyo logístico de la asociación de vecinos, del Ayuntamiento, de Caja Segovia y otros colaboradores ha sido imprescindible», destacan los responsables.
Tras la excavación al aire libre, llega la analítica en los laboratorios y talleres para examinar todos los restos. Los estudiosos creen que el lugar pudo tener un funcionamiento útil superior a un siglo, como se pensaba hasta ahora. «La finalidad de las operaciones de este año era comprobar el modelo productivo del cobre», explica Mariano Ayarzagüena, director de las escavaciones y miembro de la Sociedad Española de Historia de la Arqueología.
Hallazgos
En la zona se han podido observar además distintos hornos, que eran utilizados para fundir el material, y restos de molinos, donde al ser triturado se separaba más fácilmente de los materiales sobrantes. «Las escorias encontradas nos dicen que el cobre era de gran calidad. Apenas se ven restos de azufre, sulfuro y otros elementos. Además, en los tiempos de funcionamiento de la mina el cobre nativo y sus óxidos debían aflorar en superficie, permitiendo así una explotación sencilla», matiza Ayarzagüena.
Las minas que se encontraban en el cerro eran principalmente de cobre. Según explica Ayarzagüena, «este yacimiento de producción de cobre era de los más importantes durante la dominación romana de la Península Ibérica. En cobre no hay nada parecido en Castilla y León, pese a que sí hay otras grandes explotaciones, como Las Médulas en León, pero de otros materiales».
Entre los hallazgos hay cerámica romana e indígena. También han aparecido restos de cuerdas, que guardan relación con las cestas y poleas que cargaban el material por la mina. Sin embargo, los restos más numerosos corresponden a la escoria, que se deshechaba tras ser separada del mineral.
Otro de los descubrimientos más asombrosos de la temporada ha sido el del combustible, pues se ha observado que todo el material utilizado era pino. «No se usaba roble, encina ni carbón, solo pino. Además, eran pinos verdes, muy jóvenes, porque no se aprecia la presencia de microorganismos», explica el director.
En el futuro estudio de la zona, indica, «esperamos poder desenterrar la zona donde estaba la administración y el comercio. Hasta el momento ya hemos averigüado bastante sobre la zona de producción. Sería importante hallar la otra y ver cómo estaban relacionadas».
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