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RUTH RODERO
Domingo, 28 de agosto 2011, 04:26
El rugby vallisoletano debe gran parte de sus triunfos a Calle y Garachana. Capitanes del VRAC y de El Salvador respectivamente, ambos jugadores han decidido poner punto y final a una carrera deportiva llena de éxitos.
Todo comenzó cuando ambos eran tan solo unos críos. El destino quiso que en sus colegios los niños no jugasen solo con balones redondos, entre los juegos de recreo y los deportes extraescolares un balón con aspecto ovalado llamó la atención de unos jóvenes Fernando de la Calle e Iván Garachana. «Yo estudiaba en el Lourdes, donde empezó el club. Vi a unos amigos que estaban jugando con un balón muy raro y a mí siempre me ha gustado conocer todos los deportes, y hacer un poco el bruto también. Les vi un día y con 10 años me decidí, lo probé y me gustó», cuenta Calle. La historia de Garachana se inició de manera similar: «Empezaron mis hermanos a jugar, después de ver que se lo pasaban bien y se divertían, fui un día a entrenar con 13 años y desde entonces no he parado. Empecé en El Salvador, en mi colegio».
Probablemente sus familias nunca pensaron que podrían llegar hasta donde finalmente han llegado, sin embargo nunca trataron de cortarles las alas, aunque por aquel entonces el rugby no fuese ni tan popular ni tan conocido como es ahora. «En mi familia siempre nos han animado para que hagamos deporte, daba igual el que fuera» cuenta Calle. A Garachana, sus hermanos le allanaron el camino. «Como jugaban mis hermanos no hubo mucho problema. Al final ellos lo tuvieron que dejar cuando empezaron a trabajar y el único que siguió fui yo».
Han sido dos vidas dedicadas al rugby y el momento de tomar la decisión de dejarlo no ha sido el más feliz de sus días. Calle espera que su elección pueda ser reversible y volver a los terrenos de juegos pronto. «Yo no quería que este fuese mi último año, quería por lo menos jugar el año que viene y disfrutar de los 25 años del club», una entidad con la que se siente identificado y con la que ha crecido: «Todo comenzó con nuestra generación, cuando empezábamos en juveniles, los senior dieron un paso al frente para que esto tirase para adelante. Como jugador y como socio siempre he estado ahí, no me hubiera gustado acabar esto. En un principio no quiero dejarlo definitivamente». El caso de Garachana es diferente, los problemas físicos sumados a las nuevas circunstancias de su vida, en breve será papá, hicieron que la decisión fuese más fácil de tomar. «Ha sido menos difícil de lo que esperaba, sobre todo por los problemas físicos que venía arrastrando del año pasado. Si hubiera estado bien físicamente hubiese sido más duro. Los problemas físicos y el cúmulo de circunstancias familiares lo han hecho más sencillo».
Una vida diferente
Ahora es momento de reestructurar sus vidas y comenzar a vivir sin la dedicación que ambos le daban al deporte. Después de una vida dedicada al rugby, ¿cómo se vive sin jugarlo? «Ahora que ves a tus compañeros que acaban de empezar la pretemporada se vive con cierta añoranza, aunque es el primer verano en el que no tengo que pensar en estar en forma. Por un lado estoy relajado y por otro con morriña, pensando que llevo en el rugby toda la vida. Van a ser mis primeras fiestas de Valladolid normales, son cosas que se agradecen pero a mí me gustaba jugar al rugby», afirma Calle.
Garachana coincide con él, el inicio de la pretemporada no es el momento que más morriña les provoca, quizás esta llegue después: «De momento no lo he echado demasiado en falta porque lo que han empezado es la pretemporada y eso casi es lo peor. Cuando veamos el primer partido ya veremos qué pasa. De momento lo llevo bien».
Han sido muchos años dedicados a este deporte, muchos recuerdos que los dos jugadores sonríen al relatar. Fernando de la Calle une sus buenos recuerdos con el crecimiento de su club de toda la vida, el VRAC Quesos Entrepinares. «Empezamos con un club que no era nada, estábamos en primera nacional cuando se formó el VRAC. Veíamos a los mayores que a duras penas juntaban a 20 jugadores para entrenar y completaban la plantilla con los juveniles y fuimos poco a poco ascendiendo». Uno de los mejores momentos para él fue el día que el equipo ascendió a División de Honor, «¡era impensable cuando comenzamos!».
Otro de los mejores momentos fue la primera victoria contra al eterno rival: «Ganar al Salvador cuando llevábamos tres o cuatro años en División de Honor significaba que podías contar con estar entre los grandes. El Salvador era uno de los más grandes que había, nosotros ya habíamos conseguido ganar a casi todos pero nos faltaban ellos».
Garachana va un poco más allá en esos buenos recuerdos: «Sobre todo los amigos que he encontrado. El mundo del rugby para mí ha sido mi vida». Sin embargo, cuando hablamos de malos momentos los dos se apresuran a asegurar que ellos apenas tienen malos recuerdos y los pocos que tienen están relacionadas con las lesiones que han sufrido a lo largo de su carrera: «Quitando ahora la lesión, no, no tengo malos recuerdos» asegura Garachana. Calle opina igual, «el peor recuerdo es la lesión más fuerte que he tenido, fue contra El Salvador, nos estábamos jugando la liga. En realidad fue agridulce, fue una lesión grave que iba a ser para ocho meses, pero conseguimos ganar la liga y el recuerdo es agridulce».
Algo más que un partido
Uno de los momentos más esperados a lo largo de la temporada tanto por aficionados como por los propios jugadores es el derbi. Los partidos que enfrentan al Cetransa El Salvador y al VRAC Quesos Entrepinares son siempre diferentes. «Es un partido especial, quieres ganar y ser el mejor equipo de la ciudad», cuenta Garachana. «La rivalidad deportiva es muchísima, siempre quieres que tu equipo esté lo más arriba posible, y aunque no estés arriba sabes que es un partido distinto. Durante la semana todos tus amigos y conocidos te están hablando del enfrentamiento» añade Calle.
A pesar de la rivalidad, de la dureza de este deporte en general, la violencia es una palabra que no existe dentro del vocabulario de los jugadores de rugby. Los enfrentamientos se olvidan una vez el partido termina y todos se reúnen en el 'tercer tiempo'. «Es verdad que dentro del campo hay más que golpes muchas veces pero la gente cambia enseguida el chip y se toma tranquilamente una cerveza sin ningún problema, incluso la misma pelea que has tenido con él dentro del campo después puedes comentarla» asegura el capitán del VRAC. Una vez más, ambos jugadores están de acuerdo, «no hay ningún problema en dejar las cosas que pasan en el campo dentro del campo y luego tomarte una cerveza», asiente Garachana.
Tantos años de carrera deportiva han dejado lugar a muchos momentos divertidos: «Olvidos de material, viajes que llegas con el tiempo justo y casi pierdes el avión, que no te dejan facturar...» dice Garachana.
Calle añade además una anécdota con la que no puede dejar de reírse al recordarla: «Un día Álvaro Abril se dejó el bote de gel abierto en su bolsa durante el viaje y se le mancharon las medias de gel. Al día siguiente en Sevilla llovió. Había pompas de jabón según estábamos jugando, fue muy divertido».
Hablando con ellos se descubre enseguida lo que significa este deporte para los dos y lo felices que han sido gracias a él. Ahora, después de anunciar que dejan su práctica, ambos aseguran que no pueden desvincularse del todo de ello. «Me gustaría poder entrenar a chavales, estar ahí haciendo cosas, en la directiva de alguna manera, no sé. En el fondo vinculado voy a estar» afirma el capitán quesero. El otro capitán tampoco va a olvidarse del rugby, Garachana afirma que esta temporada no podrá hacerse cargo de un equipo como entrenador, pero es algo que tampoco descarta para el futuro. «Voy a trabajar en la sede del club, les voy a tener en los terceros tiempos. Es muy difícil desvincularse y no quiero. El rugby me lo ha dado todo».
Tienen claro qué es lo que más van a echar de menos: jugar al rugby. «Me gusta jugar, entrenar es una circunstancia que tienes que pasar», afirma Calle. Tampoco se olvidan de lo más importante para ellos: «Los ratos que pasas con los compañeros», dice Garachana.
Con todos sus sueños cumplidos y una larga carrera laureada y reconocida, los capitanes de los dos equipos de la ciudad dicen adiós al mundo del rugby. Un adiós que no es tal, tan solo un hasta luego.
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