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R. S. R.
Miércoles, 17 de agosto 2011, 02:11
Rosario Baldazo tenía cinco años cuando se llevaron a su padre, Gregorio Baldazo Carrascal, alcalde por entonces de la localidad de Cevico Navero. Era abril de 1937, y no volvió a verle. «Tenía 35 años, le sacaron a la calle en calzoncillos, porque estaba enfermo y guardaba cama, y delante de la casa había un funeral por un vecino del pueblo. No les importó a los beatos, que se lo llevaron con una pistola delante y otra detrás», recuerda Rosario, que, 74 años después, tiene esperanzas de poder recuperar los restos de su padre en el parque de la Carcavilla de Palencia. «Estuvo detenido en el Ayuntamiento de Cevico Navero y lo trajeron después a la cárcel vieja de Palencia. Lo mataron en la misma cárcel, el 29 de abril de 1937», hace hincapié esta mujer de 79 años, que ayer esperaba impaciente, sentada en un banco de la Carcavilla, a que la excavadora trajese noticias. Como el resto de los represaliados cuyos restos se buscan en este parque de la capital palentina, Rosario solo quiere que su progenitor tenga una sepultura digna, no reabrir heridas ni debates estériles.
Rosario sufrió la represión, como la sufrió Paquita Soto, de 77 años, que también perdió a su padre en los albores de la Guerra Civil. El 22 de septiembre de 1936, en concreto, cuando ella tenía dos años. Antonio Soto Carazo, natural de Madrid, era el jefe de Correos en Palencia, amén del tesorero de la Casa del Pueblo y, a sus 37 años, el presidente de las mujeres progresistas. «Le llevaron a prisión a Burgos y luego le trajeron otra vez a Palencia, le hicieron un juicio y le mataron», hace hincapié Paquita Soto, al tiempo que incide en cómo el 'delito' de su padre fue «ser de izquierdas».
«No sé si se va a encontrar algo, pero con que se hallaran los restos de uno solo de los represaliados, me daría por satisfecha», apostilla Soto, próxima en el parque a Félix Vega Garrido, de 82 años, que también confía en recuperar los restos de su progenitor, Teodosio Vega Martín. «Somos de La Parrilla, en Valladolid, pero vivíamos en Dueñas. Mi padre tenía 44 años y era el secretario de la Casa del Pueblo en Dueñas. Como cualquiera, tenía sus ideales, pero no había hecho nada. Estuvo en la cárcel de Palencia desde septiembre de 1936 hasta el 8 de enero de 1937, que le llevaron hasta la carretera de Burgos, en la zona de los Polvorines, y le fusilaron. Llevaron dos sacas los días 7 y 8 de enero, el primer día con 36 personas y el segundo, con 39», relata Félix Vega, que por entonces tenía 6 años.
«No pretendo revolver nada, solo recuperar los restos de mi padre y poder llevarlos al lado de los de mi madre. No hemos podido abrir la boca ni recurrir ante nadie hasta ahora, que hay más libertad», hace hincapié Félix Vega, que, gracias a una amiga viuda de otro fusilado, pudo instalarse en Palencia junto con su madre y sus hermanos una vez que se vieron despojados de su vivienda y les echaron de Dueñas.
También aleja cualquier rencilla Nico Rojo, centrada únicamente en recuperar los restos de Honorato Valiente, el hermano mayor de su marido, que tenía 25 años cuando fue fusilado. «Era de Villerías, pero se fueron a trabajar a Palencia. Era socialista y de la Casa del Pueblo, pero lo mataron porque le querían matar. Estaba en el patio jugando con su hermano, le sacaron de casa y le llevaron a la cárcel. Le mataron el 17 de septiembre de 1936, en el Camino de la Miranda, y le dejaron a la puerta del cementerio», señala.
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