Transición

El Cuatro Rayas Balonmano Valladolid abría ayer en la Cúpula del Milenio una temporada que apunta a ser de esas que se denominan de transición, pero en la que confieso tengo serias esperanzas de que sea muy especial para el club. Pese a los cambios, pese a perder algunos jugadores importantes, pese a la teórica pérdida de caldiad en algunos puestos, el equipo que preside Dioniso Miguel Recio y dirige Juan Carlos Pastor -al que Dios guarde muchos años- esté en condiciones de pelear con argumetnos y razones por la deseada tercera plaza.

Para empezar, porque el BM Valladolid se presenta en sociedad y ante sus rivales con un aval difícil de igualar: paga al día, cumple lo que promete, lo que dice que va a dar, lo da. Esto, que puede sonar a ironía barata, no es más que la constatación de la realidad. El mundo del balonmano sufre una crisis pavorosa, de la que se salvan, y con matices, el Barcelona y el Ademar. Poner los ojos en el resto de los equipos es hacerlo en clubes con más problemas que un pensionista para llegar a final de mes. En junio a nadie extrañaba que estuviera en duda la propia competición, ya que no se aseguraba la presencia de 16 clubes.

En esta tesitura, la excelente gestión del equipo directivo del Cuatro Rayas BM Valladolid, su mesura y contención en los gastos y su conciencia de que no se podía gastar lo que no se tenía, han permitido a la entidad mantener una plantilla competitiva en la que la promesa del cobro puntual atrae más que las cifras desorbitadas.

Ahora le toca el turno a Pastor. Suyos son los fichajes, y suya es la papeleta de ensamblarlos. Nadie duda de que lo conseguirá. Quizá tarde algo más que otras veces, quizá para la previa de la Liga de Campeoens el equipo no esté aún del todo engarzado y no se logre el objetivo, pero el espectáculo sobre el parqué de Huerta del Rey seguirá apareciendo todas las semanas. Que nadie lo dude.