

Secciones
Servicios
Destacamos
DANIEL P. CORONA
Lunes, 25 de julio 2011, 02:55
«La gente se queda extrañada cuando digo que soy director nacional de ferias y circos, pero la Iglesia es madre de todos sus hijos y debe procurar su bienestar espiritual estén donde estén». Es la reflexión de José Aumente, párroco hasta ayer mismo de la iglesia de Santa María, en Carrión de los Condes, y desde ahora referencia espiritual de todos los feriantes e integrantes de los circos de España.
La función de casar, bautizar o confesar en la carpa del circo a este particular rebaño de fieles no será algo novedoso para Aumente, quien ocupaba el cargo de capellán de circos y ferias desde 1974, por lo que admite que la llamada de la Conferencia Episcopal no fue una sorpresa, «aunque creía que ya se habían olvidado de mí», bromea.
En tiempos marcados por la manida crisis económica, el sacerdote palentino señala al gremio de los feriantes como un «ejemplo de austeridad», pero también de valores que, según su opinión, la sociedad actual está abandonando. «En el circo permanecen vivas costumbres ligadas a la familia como que abuelos, padres e hijos vivan bajo el mismo techo, o comer todos juntos. El niño del circo también es muy especial, porque nace, crece y muere en la caravana. Vive con mucha libertad y disfruta de la infancia», explica con énfasis.
Sin embargo, en el circo no todo es tan idílico, tal y como recuerda Aumente. «En su quehacer diario no hay fantasía, es una vida muy dura. La gente no ve detrás de la máscara del payaso. Son personas que no pertenecen a ningún sitio, porque siempre están viajando de un lugar a otro, y como consecuencia, ellos tienen unos valores distintos a los nuestros», reconoce.
¿Son quizás personas desprendidas con todo lo religioso? «Todo lo contrario», responde con rapidez José Aumente. «Son sumamente religiosos, aunque algunos a su manera. Otra cosa es que vayan a la iglesia, en lo cual influye su carácter itinerante», concede.
La tensión del circo
«Como sacerdote de ferias y circos, a ellos les gusta que me quede a ver la función. Pero la verdad es que el payaso y el circo me ponen tenso. Lo paso mal cuando actúan sobre el trapecio». Y José Aumente se pregunta entonces por qué arriesgar tanto por tan poco. «Lo hacen simplemente por superación», reflexiona. «Pero los valores evangélicos están tan presentes en el circo... Sirve para que la gente olvide sus problemas y profundiza en los valores familiares. Y además es una diversión sana», añade. «En el circo no se ven jóvenes entre las drogas, son capaces de divertirse sin ellas. Tampoco hay muchos divorcios...» recuerda.
¿Entonces, son matrimonios más estables? «Las posibilidades de estabilidad son muy fuertes, porque se necesitan para sacar adelante el espectáculo. Hacen el mismo número, y ahí todos son imprescindibles. Aunque no son relaciones atosigantes», matiza el sacerdote.
«Normalmente se casan entre ellos, pero tampoco es un búnker. Se dan algunos matrimonios internacionales, en los que es difícil encontrar las partidas de bautismo para poder oficiar la boda, pero esos casos son los menos frecuentes», explica Aumente.
«Estas bodas me recuerdan a las de los años 50 y 60, cuando los familiares y amigos de la pareja lo festejaban junto a ellos de verdad. Allí participan todos, y muchas personas de otros circos, con una alegría y un entusiasmo que ya no se ven», asegura el religioso.
José Aumente se traslada estos días a la capital de España, tras despedirse ayer de sus fieles en Carrión de los Condes. «Trabajaré a nivel nacional, y acudiré allá donde se me necesite», manifiesta servicial. Con él, la carpa se hace Iglesia.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.