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ALBERTO MAESTRE
Lunes, 4 de julio 2011, 03:24
El traslado de una pista multideportiva ha encendido los ánimos en el barrio incorporado de Zamarramala. La pista, donde se juega al fútbol sala y al baloncesto y cuya solicitud de retirada fue presentada ante el Ayuntamiento por la Junta Vecinal y las asociaciones, fue construida en 2009 con los fondos del Plan E, y en menos de dos años se ha convertido en motivo de discordia para la gente del lugar.
La presidenta de la Asociación de Vecinos Pinilla, Nuria Herrero, en declaraciones a este periódico, ha explicado los motivos que llevaron a pedir el traslado de la pista : «Muchos vecinos se habían quejado a título personal pero al final, no han dado la cara. El ruido es insoportable para los que viven cerca, se han roto cristales y personas que andaban cerca de la pista han recibido balonazos».
Para Herrero, el problema apareció cuando el uso que originalmente se había pensado para la pista, que iba a ser infantil, varió, empezando a ser utilizada por adolescentes y gente de mayor edad. En un principio, la altura de las vallas que rodeaban la pista no era la suficiente para evitar que los balones salieran a la calle, se instalaron unas más grandes, pero más ruidosas.
Entonces, tanto la Junta Vecinal, como la Asociación de Vecinos Pinilla y la Asociación Juvenil El Caño registraron una solicitud ante el Ayuntamiento para que se trasladara la pista a otro lugar. Más tarde, al saber que el nuevo emplazamiento se situaría fuera del pueblo, en la pedanía de Fuentemilanos, y sintiéndose engañada, la Asociación Juvenil cambió de parecer.
Junto a la Asociación de Madres y Padres de alumnos del colegio, enviaron una nota al concejal de Deportes transmitiéndole su preocupación por el desmonte de la instalación y la impresión de que se estaba actuando «a espaldas del barrio» y que no se les ofrecía ninguna alternativa más allá de la «desaparición total» de la pista. El concejal quiso ponerse al margen de la polémica afirmando que el Ayuntamiento sólo estaba cumpliendo con el escrito que la Junta Vecinal les envió, y que si los vecinos han cambiado de idea, debían utilizar los mismos cauces. «Nosotros somos espectadores», declaró Arranz.
Las reacciones de los vecinos favorables a la pista no se quedaron ahí; recogieron unas 200 firmas, entregadas al Ayuntamiento, se convocó una reunión para encontrar soluciones, y también se colocaron varias pancartas en el barrio.
En 'stand-by'
El traslado de la pista se paralizó por problemas con la titularidad del nuevo terreno; una parte pertenecía a la Diputación y otra al Ayuntamiento. En una reunión con el concejal de Deportes, Javier Arranz, se acordó mantener la pista en su actual ubicación, pero reformándola sustituyendo las vallas por otras menos ruidosas e instalando un cerramiento. Un vecino de Zamarramala, Manuel del Real, contrario a la retirada de la pista, dice que la gente del pueblo entiende que los ruidos pueden incomodar a los vecinos de las calles cercanas, pero que éstos también tienen que ser comprensibles con los niños que juegan allí.
Una vez que se sabe que la pista no se moverá de sitio, la polémica continúa, ya que al haberse iniciado el desmontaje, actualmente las instalaciones no son utilizables. Una parte de los vecinos pide que, mientras no se puedan efectuar las obras de cerramiento y sustitución de las vallas de la pista, se vuelva a habilitarla tal y como estaba, mientras que la Asociación Pinilla rechaza esta posibilidad, ya que, según su presidenta, sería un gasto innecesario, y más en un momento como éste, en el que la situación económica no lo permite. Desde Pinilla confían en que los trabajos para la habilitación de la pista se realizarán lo antes posible y piden «paciencia y cordura» a los vecinos.
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