Tiermes, metáfora de la despoblación
El cementerio celtibérico soriano se deteriora cada año por la actividad agrícola
ISABEL G. VILLARROEL
Domingo, 26 de junio 2011, 04:21
Cualquiera que mire al horizonte desde Tiermes es incapaz de comprender lo que fue aquel lugar, de imaginar la vida -y muerte- que acogieron estas tierras sorianas, la lucha y cultura que absorbieron nuestros antepasados. ¿Y qué es ahora sino parte de nuestro presente? Aún se respira sufrimiento, la tierra del suelo mezclada con piedras y escasos corros de hierba cubre muchas respuestas sobre lo que somos, un pueblo de espíritu luchador y reivindicativo, olvidado pese a conformar una encrucijada de caminos, Soria.
Mucho se habla de Numancia y poco de Uxama o Tiermes. Las nubes se desplazan lentas por el cielo termestino, la soledad, la despoblación al recio estilo castellano inunda el paisaje. Pero la magia se instala en el ambiente, abduce y empuja al mismo tiempo. Tiermes, en el suroeste de la provincia de Soria, se localiza en la cuenca alta del Duero, a los pies de la Sierra de Pela, última estribación oriental del Sistema Central. Fue un asentamiento celtíbero-romano. El espacio funerario relacionado con este asentamiento se sitúa en la necrópolis de Carratiermes. La necrópolis celtibérica de Carratiermes es una de las mayores necrópolis de España, pertenece al grupo de las grandes necrópolis de Soria-Guadalajara que fueron excavadas a principios del siglo XX por el marqués de Cerralbo y Cabré. Carratiermes, en la que se han encontrado en las excavaciones realizadas por José Luis Argente Oliver en 1977 y entre 1986 y 1991 nada menos que 644 tumbas, la mayoría con ajuares de bronces y ajuares de los denominados de armas, presenta una ocupación continuada desde el siglo VI a.C. hasta el siglo I d.C., en plena época romana, a lo largo de siete siglos. Algunos de sus materiales formaron parte de la exposición sobre los Celtas en el Palacio Grassi en Venecia en los años 80 y la exposición Celtíberos en Soria que con tanto éxito se desarrollo durante 2005.
Sin embargo y tristemente, se estima que en Carratiermes se ha excavado solo en torno al 15 % de su extensión, quedando sin conocer y documentar una enorme área de la necrópolis que, por desgracia, desde los años setenta del siglo XX viene sufriendo una destrucción sistemática por la acción del arado. Y es que las tumbas se encuentran a cincuenta centímetros de la superficie en muchos casos, por lo que la remoción por la reja del arado de las grandes piedras y estelas de roca presentes ente las tumbas arrasa las mismas, como demuestran los fragmentos cerámicos de urnas rotas y restos de objetos que afloran en la superficie con cada arada anual.
A unos 900 metros al este del núcleo urbano termestino, en una zona ligeramente elevada próxima al río Manzanares y al Camino Real, se estima que se estableció un poblado calcolítico con materiales campaniformes, probable hábitat del siglo XV a.C., así como materiales neolíticos, todavía escasos en la Meseta Norte, que demuestran el interés y potencial arqueológico del lugar, en el que la ocupación es continuada desde la prehistoria.
A pesar del daño ocasionado por las excavaciones clandestinas de los furtivos con detector a comienzos de los años 80 y a los mencionados trabajos agrícolas, en Carratiermes se han podido recuperar numerosas tumbas de gran riqueza para el contexto de una zona -la celtibérica- integrada claramente en el mundo mediterráneo de la Edad del Hierro. Aparte de la presencia de tumbas individuales destacables, es significativa para el conocimiento del pasado de la meseta norte y su área oriental la documentación que aporta la necrópolis, con relevancia estadística, de las diferentes variedades de riqueza y de diferentes tipos de enterramientos y su relación con los sucesivos momentos cronológicos.
Incineración
Hoy, la necrópolis de Carratiermes tiene una teórica protección sobre el papel por estar incluida dentro del BIC del Yacimiento Arqueológico de Tiermes, según el Decreto 261/1999. A pesar de la declaración de Bien de Interés Cultural, la realidad es que Carratiermes sigue siendo arada regularmente desde entonces para sembrar cereales, con un bajo rendimiento agrícola dada la naturaleza pedregosa y arcillosa del terreno. Las peticiones que hizo en su día José Luis Argente para que se decidiera adoptar una protección eficaz que evitara la destrucción de la necrópolis no se plasmaron en medidas sobre el terreno. Han pasado ya 20 años desde 1991 en los que para cada cosecha la necrópolis ha sido arada regularmente. Por esta razón, la necrópolis ha sido incluida por Hispania Nostra en la Lista Roja del Patrimonio Español Amenazado.
Según los textos clásicos, cuando un guerrero moría en combate, su cuerpo se exponía a los buitres con el fin de que, al ser descarnado, su espíritu fuera trasladado al cielo con los dioses. Al parecer, los restos de los difuntos con un cierto estatus personal o familiar (bien muertos en combate, por enfermedad o accidente) eran cremados en un apartado de la necrópolis y las cenizas se depositaban en una urna. Junto a ella, se disponían los objetos que había usado en vida el difunto; el número de los mismos dependía de la fortuna económica y del rango social que disfrutó en vida. Estas características se hallan en las necrópolis, y pueden diferenciar grado social, económico y de cronología, dependiendo de los modelos y tipos de las piezas.
Sobre el rito de la cremación se puede añadir que, en ocasiones el ajuar se quemaba con el difunto, y en otras no; en muchos casos el ajuar se ata y se coloca junto al hoyo, junto a la urna con las cenizas y huesos. Hay ocasiones en que algunos elementos del ajuar aparecen ya amortizados y fuera de uso en la práctica. Otras veces hay elementos del ajuar que se inutilizan a propósito para su uso en la necrópolis (soliferrea, espadas y lanzas dobladas, etc.), pero no siempre.
En relación con los conjuntos de incineración, se han registrado grandes bloques uniformes de piedra arenisca y gruesas lajas de caliza, que se identifican como estelas funerarias. Todas se han encontrado enterradas o colocadas al margen de las parcelas. La finalidad de las estelas era la de señalar e identificar un enterramiento en la necrópolis; sin embargo, el hallarlas casi siempre caídas en el suelo, no permitía relacionarlas con un ajuar concreto, salvo excepciones.
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