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CÉSAR BLANCO
Viernes, 27 de mayo 2011, 02:58
El reloj iba a marcar las nueve y media la noche. El presentador de la gala del Festival Internacional de la Creatividad Infantil anunciaba la partida de la reina. Todo el mundo se puso de pie y estiró la cabeza, hizo escorzos con el cuerpo e intentó otear la despedida de Doña Sofía para capturar su saludo amable en la distancia. Los del recinto vallado que delimitaba el aforo del concierto lo tenían más fácil y estiraban el cuello y los brazos con cámaras y móviles. Pero para las miles de personas que estaban fuera, alargando la riada de espectadores por las inmediaciones de la calle san Francisco, la avenida Fernández Ladreda y en las rampas iniciales de la Calle Real la tarea era más ardua. Urgía una llamada de atención, un grito. Unos jóvenes que se apostaban entre el improvisado auditorio instalado al aire libre en el Azoguejo, a los pies del Acueducto, y los soportales de Santa Columba prendieron la mecha de la despedida popular. «A la de tres, una, dos y... tres, ¡viva la reina!, se desgañitaron en varias ocasiones. A lo lejos, la figura de Doña Sofía vestida de elegante y sanguíneo rojo se alejaba por uno de los laterales del escenario y desaparecía poco menos que engullida por el séquito de seguridad y de autoridades que la agasajaron en todo momento. En su corto paseo junto a los arcos de la entrada del mesón Cándido hasta la plaza de la Artillería, aún bajo el testigo mudo del bilenario monumento, los feligreses apretados contra las vallas pudieron saludarla de cerca y la soberana respondió con su amabilidad habitual y natural.
Para la mayoría de las cerca de 4.000 personas que se dieron cita en torno al Acueducto, fue una visita real pero fugaz. Una hora y veinticinco minutos. Apenas se la vio al llegar, cuando se volvió desde su localidad en la primera fila y saludó con la mano y una sonrisa al público congregado. Era poco antes d de las ocho, instantes previos al inicio del espectáculo. Los aplausos y vítores del gentío localizaban su presencia. Algunos se quejaban de que no podían verla y pedían que se sentaran para poder tener mejor perspectiva a los afortunados que ocuparon alguna de las 820 sillas dispuestas por la organización. Y a fe que se quedaron cortos por la expectación levantada.
Doña Sofía presidió ayer en Segovia la gala del Festival Internacional de la Creatividad Infantil, que se ha convertido en uno de los actos más relevantes del llamado Año Dual de Rusia en España y de España y Rusia. Su implicación en el estrechamiento de lazos entre ambos países es total y lo demostró con su presencia y oficiando sobre el escenario la entrega de los premios a los menudos ganadores del concurso de pintura celebrado el colegios de Segovia, Madrid, Moscú y San Petersburgo. Doña Sofía otorgó los galardones a unos atónitos y abrumados Sandra Sanz y Ángel Herranz, ambos del colegio San José de la ciudad del Acueducto, que fueron los vencedores de la convocatoria segoviana.
Los mejores talentos infantiles de Rusia y una nutrida representación artística española se deshacían de nervios antes de subirse al monumental escenario ante tal regio auditorio y formidable . La gala arrancó con acento ruso y continuó con la actuación de la Escolanía de Segovia de la Fundación Juan de Borbón, que reivindicó al capitalidad Cultural Europea de 2016 al exhibir las camisetas con el logotipo de la candidatura.
El muestrario de la riqueza folklórica rusa desfiló por el colorista escenario de la mano y la destreza de pequeños grandes artistas que exhibieron y acercaron al público español la música, las coreografías, las danzas y los trajes autóctonos de varias repúblicas que integran la federación rusa, como Chechenia, Daguestán u Osetia del Norte. Desde fieros cosacos guerreros hasta delicadas matrioskas cantaron y bailaron a los pies del Acueducto al son de los acordeones y las balalaikas en un homenaje al rico folklore de aquellas tierras, desde ayer más cercanas a España y Segovia.
Flamenco y jotas
Una de las sorpresas de la noche llegó desde más allá del cielo, y no fue precisamente la lluvia, que se contuvo para no estropear la gala. Fue el saludo proyectado en la pantalla lanzado desde la Estación Internacional Espacial de dos astronautas rusos, en un guiño al cincuenta aniversario del primer vuelo del hombre al espacio. La proeza estuvo encarnada por la presencia de la primera mujer que se elevó al cosmos, Valentina Tereshkova.
Tras el intermedio, el festival tuvo un acento más español, con flamenco, muñeiras y jotas locales danzadas por el grupo la Esteva. Fue el preludio al castillo de fuegos artificiales que iluminó el cielo segoviano para rubricar una jornada de hermanamiento y amistad gracias a los niños españoles y rusos.
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