Unai, el niño ingresado por meningitis, vuelve a casa tras 8 meses en el hospital

Unai hinchó los pulmones y sopló con fuerza las nueve velas de su tarta de cumpleaños. Nueve años. Los cumplió ayer. Y con el mejor regalo que podía recibir: el alta médica. Por fin en casa. El pequeño Unai Hontiyuelo, ingresado desde hace ocho meses en diversos hospitales, obtuvo el viernes por la tarde el alta médica, 249 días después de que tuviera que ser hospitalizado (primero en Valladolid, después en La Paz, Madrid) por una sepsis meningocócica contraída mientras disfrutaba de un campamento de verano en Palencia.

«Es un luchador, un ejemplo de superación para todos», explicaban ayer desde la familia, que ha tenido que ver cómo el chaval pasaba ocho veces por la mesa de operaciones. Ha perdido las dos piernas y ahora acude tres veces al día a ejercicios de rehabilitación para habituarse a las nuevas prótesis (9.400 euros) que tendrá que cambiar cada ocho o nueve meses «porque está en plena edad de crecimiento». Necesita además de una silla de ruedas (2.000 euros) y la familia incluso intentará vender su casa actual para mudarse a otra que pueda adaptarse a las nuevas necesidades de Unai. En fin, un desembolso importante que, unido al esfuerzo de tener que desplazarse durante estos meses a Madrid para estar junto al niño, hace que su familia agradezca las numerosas muestras de apoyo que, en forma de festivales y actos benéficos (incluso tiene grupo de amigos en Facebook), se han desarrollado en la provincia durante los últimos meses. El más reciente, este mismo fin de semana en Tudela de Duero. Entre todos, se ha conseguido recaudar más de 50.000 euros para hacer frente al tratamiento. «Somos una familia normal, con hipoteca, un plato de comida y cinco duros en el bolsillo. Y ninguna familia con un sueldo medio dispone del dinero necesario para hacer frente a tantos gastos». El padre de Unai tuvo que pedir la baja laboral para acompañar a su hijo en el hospital y ahora está a expensas de su reincorporación al trabajo. Aunque todavía queda mucho camino. Unai está a la espera de un trasplante de riñón, lo que le obligará (aún sin fecha) a regresar al hospital madrileño donde ha estado ingresado los últimos meses «porque en Valladolid no había medios para tratarlo».

El regreso de Unai no ha supuesto solo la vuelta a casa, sino que por fin haya podido ver a su familia toda junta. Y no es fácil. Unai tiene dos hermanos, uno mayor, Asier, y otro más pequeñito, Íker, al que apenas conoce. Íker nació (parto prematuro) el 7 de agosto, un día antes de que Unai fuera hospitalizado. «Solo lo había visto una vez, en Madrid, así que apenas lo conoce», explica Cristina, tía del pequeño. El hecho de tener dos hijos más ha obligado a los padres a turnarse para pasar una semana en Madrid y otra en Valladolid, alternativamente, por lo que apenas se veían el domingo, cuando se pasaban el testigo en el hospital. Beatriz Álvarez, la madre de Unai, aseguró durante el homenaje en Tudela que su hijo «ha estado muy bien en el hospital, pero ahora siento un poco de miedo por si empieza a ver sus limitaciones».

Coraje y valentía

Pero la familia y Unai son optimistas. «Le pone mucho coraje, mucha valentía, muchas ganas de vivir... Y quiere volver a jugar al fútbol», asegura su tía. No en vano, el sueño de Unai siempre ha sido el de ser futbolista. La pasada temporada jugaba en la Unión Deportiva Sur, un club que se ha volcado con su apoyo a un compañero con el que consiguieron ser subcampeones de categoría. Unai lucha ahora por su recuperación. Y el día 25 lo hará además como protagonista de un acto en Fuente Dorada (18:30 horas) con motivo del Día Internacionacional de la Meningitis.