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EL NORTE
Lunes, 7 de marzo 2011, 02:08
Los ancestrales cucurrumachos regresaron ayer a las calles de Navalosa (Ávila) en una antigua mezcla de tradiciones cristianas y celtas. Las carnestolendas de esta localidad de 380 habitantes de la Sierra de Gredos recrea el mítico antagonismo entre el bien y el mal, escenificado ante un numeroso público, informa Ical. El bien lo encarnan los 'quintos guapos' y el mal lo representan decenas de cucurrumachos, niños y adultos. Aterradores, siniestros y mudos, acompañados por el permanente son de los cencerros que se ciñen al cuerpo, los cucurrumachos se concentran en la tarde del domingo en la plaza mayor de Navalosa, en cuyo centro se yergue el mayo. A su alrededor se colocan los 'quintos guapos'.
Durante su baile, los cucurrumachos arrojan a los espectadores hojas, heno y plumas. Antiguamente, en lugar de paja y hojarasca, salpicaban a los asistentes con agua y ceniza, arrojados con unos artilugios denominados 'aguatochos'.
Los 'quintos guapos' -cinco chicos y dos chicas-, lucen sus trajes de serranos. A primera hora de la mañana, son acicalados por sus familias, que les ayudan a vestirse los pesados trajes de paño, que aderezan con un pañuelo merino y sobre este un pañuelo blanco bordado, guantes blancos y pequeñas esquilas. Cubren sus cabezas sombreros adornados con cintas y escarapelas de colores. Con sus mejores galas, los quintos inician una procesión de casa en casa, pidiendo comida para convidar después a las gentes del pueblo. El 'vaquilla' se encarga de recoger el dinero.
Tras el almuerzo se celebra el 'baile de la vaquilla', que culmina con la muerte de este personaje a manos del tío Marcos, 'fulminado' por un par de tiros al aire. Luego comienza la fiesta, que acabará bien entrada la madrugada.
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