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1. Batería. Luis Miguel Quintero, en clase con dos alumnos. 2. Teclado. Raquel Espeso marca el ritmo que siguen al teclado tres jóvenes. 3. Solfeo. Jorge Colino enseña a solfear. 4. Violín. Jorge de la Fuente es profesor de violín y es uno de los contrabajos de la Sinfónica de Castilla y León:: GABRIEL VILLAMIL
Música al alcance de todos
CULTURA

Música al alcance de todos

La Escuela Municipal de Música Mariano de las Heras estrena local propio, con casi 600 matriculados, a los 15 años de su fundación 27 aulas insonorizadas, repartidas en 1.000 metros cuadrados, acogen a los 127 grupos instrumentales de este curso

PPLL

Domingo, 24 de octubre 2010, 05:55

Hay iniciativas que milagrosamente sobreviven a los cambios políticos de la institución que las creó. La Escuela Municipal de Música de Valladolid es uno de esos prodigios. Con quince años de existencia, este curso estrena dependencias en la antigua Escuela de Magisterio, hoy Centro Municipal José Luis Mosquera. En la segunda planta de ese edificio se ha instalado la Escuela Mariano de las Heras. Mil metros cuadrados de aulas insonorizadas para que los 600 matriculados este curso aprendan música, la técnica de su instrumento y sobre todo, a gozar tocando y cantando con compañeros y profesores.

Cristina Agudo era concejala de Cultura, con Bolaños y el PSOE en la alcaldía, cuando comenzó la Escuela en el colegio García Quintana. Año tras año fue creciendo la demanda y se extendió a otros dos colegios. Hasta que por fin este curso, la actual concejala Angelines Porres, que fue directora del Conservatorio, inauguró la sede creada para la Escuela.

Los alumnos más veteranos celebran poder tocar sin oír ni molestar a sus vecinos, concentrarse en la batería sin que interfiera el violín o viceversa. Cada instrumento tiene su aula específica para cuatro alumnos y el profesor. La percusión se lleva el estudio más grande y las instalaciones nada tienen que envidiar a las de un conservatorio profesional.

Entre los más pequeños, varía la suerte. De las amplias clases anteriores se ha pasado a algunas aulas demasiado estrechas para desarrollar su materia 'Música y movimiento'. Poco movimiento permiten veinte metros cuadrados si hay que compartirlos entre quince niños y varias mesas. Pero apenas llevan una semana de clase y los ajustes que da el uso aún están por hacer.

Los profesores Pedro Vallejo Aparicio y Guillermo González Cano comandan la Escuela como director y jefe de estudios, respectivamente. Por primera vez este año, un sorteo ha evitado las tradicionales colas en septiembre para acceder a una plaza. 240 alumnos cursarán el primer ciclo este año (en clases de 15 niños) y 360 se reparten entre el segundo (en clases de cuatro, de los que hay 127 grupos) y el tercero. 27 aulas acogen a este alumnado.

Locos por el combo

«Intentamos que la gente aprenda lo suficiente para tocar, queremos que participen en conciertos, que formen sus grupos, que toquen juntos», explica Guillermo. En el primer ciclo se dan nociones de lenguaje musical y ritmo. «En el segundo, ya con una cierta formación musical, cuando pueden solfear, se da la formación instrumental. Por un lado tienen que conseguir un cierto dominio técnico del instrumento y por otro trabajamos a partir de aquí la agrupación instrumental y coral. Además de tocar deben cantar, hay que intentar que todos entonen sin desafinar, en eso consiste el tercer ciclo. Trabajamos la voz en agrupaciones específicas». Y finalmente, llega el disfrute. «Con cuatro años de formación instrumental ya se tiene una técnica básica que permite disfrutar e incidimos en los conciertos, que siempre son un aliciente para que los alumnos trabajen». La Escuela tiene Orquesta y Coro propios en los que «tocan y cantan todos, independientemente del nivel y donde se canalizan los instrumentos clásicos».

Abiertos a la demanda del alumnado, la oferta de enseñanza instrumental ha derivado en la preferencia por los instrumentos modernos. «Quien más quien menos tiene un teclado eléctrico, todos los aficionados al pop piden la guitarra eléctrica o el bajo y con el triunfo de los hermanos Valdés se ha dado un 'boom' de la música latina», resume González Cano, profesor de saxofón. Los instrumentos modernos los ofertan a los alumnos mayores de 16 años «ya que los lugares para usarlos en conciertos son salas o pubs, impropios de edades más tempranas».

Entre los clásicos, violín, chelo, flauta travesera, percusión, acordeón, guitarra española, clarinete y dulzaina. De esta última, algunos veteranos mantienen un grupo desde hace cuatro años.

«Les gusta mucho su combo, la relación con el profesor y como hay mucho repertorio ahí siguen». Pero los combos más numerosos son los de 'latin jazz'. Por moda y por el impulso de un profesor cubano, Pedro Iznaga.

«Es un pianista especializado en los arreglos para pequeños combos de saxos y percusión latina». Swing, jazz clásico y jazz latino es lo que más les piden a las agrupaciones que salen de conciertos. «Hemos tocado en todos los garitos que programan música de la ciudad -Café España, Herminios, Porta Caelli, Estación Este, Kerala- y también en centros cívicos. Además hay conciertos de primavera y Navidad de la propia Escuela y conciertos pedagógicos en otros colegios. A todos ellos vamos alumnos y profesores, compartimos atril», cuenta Guillermo.

De la Escuela al escenario

Los profesores proceden del conservatorio de Valladolid, muchos de ellos con el grado superior, y los de música moderna «al no haber aún titulación, se los elige por currículum, por su carrera musical». Con el conservatorio mantienen una relación de ida y vuelta. Están obligados a preparar el acceso a esa institución de los alumnos dotados que quieran cursar enseñanzas musicales regladas. «La técnica básica es igual en ambas escuelas, pero el conservatorio requiere una dedicación mayor. Aquí se estudia dos horas de instrumento a la semana compartidas entre cuatro alumnos. Allí se da cada hora es individual. También hay el caso contrario, chavales que dejan el Conservatorio por su exigencia y vienen aquí».

Distinta meta, pero mismo arte. Si el Conservatorio está orientado a la obtención de un título, la Escuela es un lugar de aprendizaje y participación. «Cada vez los padres son más conscientes de la importancia de las enseñanzas artísticas, en relación con la inteligencia emocional», apunta González Cano.

En cuanto a la permanencia en la escuela, la mayor parte de los alumnos llegan hasta el cuarto curso, «llegando menos a los últimos dos años de instrumento».

Sin embargo muchos son los adultos que siguen enganchados a la música a través de la Escuela como el caso del saxofonista Javier Casado. Otros pasan a formar parte de grupos que pueden ver en escenarios de pop y rock como Los Extraños, Caravana Roja o Zaratán Connection.

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