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Familiares de García Quintana, en la presentación del libro. :: M. Á. S.
El instituto Zorrilla homenajea la figura de García Quintana con el libro 'La hija del alcalde'
VALLADOLID

El instituto Zorrilla homenajea la figura de García Quintana con el libro 'La hija del alcalde'

CHEMA CARRASCO

Viernes, 4 de junio 2010, 13:15

Preocupado por la educación, sensible a las necesidades sociales y entregado a su familia… así es como describe su hija Teresa en la obra 'La hija del alcalde' a su padre, Antonio García Quintana, alcalde de Valladolid entre 1932 y 1934, y en 1936 hasta el estallido de la Guerra Civil. El libro, que fue presentado ayer en el instituto Zorrilla, ha sido escrito por Carmen Cazurro, nieta de García Quintana e hija de Teresa. Se trata de una novela testimonial en la que 'Teresita', pues contaba con 9 años cuando murió su padre a manos de un pelotón de fusilamiento en octubre de 1937, relata cómo era su padre.

«Mi abuelo hizo mucho por Valladolid en términos educativos, en la infraestructura de los barrios aledaños, incluso por la infancia», recuerda su nieta Carmen. Y es que García Quintana «fue vital para una República enfocada hacia la educación, porque fue el primero en crear comedores escolares en Valladolid», asegura.

La obra, que puede dividirse en dos partes, cuenta los orígenes familiares de sus padres y cómo transcurre la vida de Antonio García Quintana hasta que estalla la Guerra Civil. Durante un tiempo permanece escondido en casas de familiares, hasta que es detenido y fusilado en el campo de San Isidro en octubre de 1937.

El actor Pedro Martín leyó las cartas que, desde la cárcel, García Quintana escribió su familia a sabiendas del futuro que le esperaba. A su hijo mayor, Antonio, le dijo que ayudara en todo lo posible a su madre, que ahora le tocaría trabajar, pero sin dejar los estudios, que huyera de la política y que no destacara mucho en aquello a lo que se dedicara. A su hija Carmen le escribió que fuera sencilla y sincera y que ayudara a su madre. Pero el momento más emotivo fue cuanto se leyó la parte dedicada a Teresa, o como el decía: «Mi muñequita». Le pidió que fuera buena, rezara, que ayudara a su madre, que estudiara y que siempre podría verle si era buena.

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