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Historia de 'Tierratanic'

«La civilización lleva un camino que la conduce el desastre», dice el autor, y compara los efectos de la industrialización sin barreras con el hundimiento del 'Titanic'. El cambio climático constituye el iceberg contra el que se precipita el planeta.

CARLOS DE CASTRO CARRANZA

Lunes, 8 de marzo 2010, 02:26

Existe una analogía muy interesante entre la historia reciente de nuestra civilización industrial y la del 'Titanic'. Basta con suponer que cincuenta años nuestros equivalen aproximadamente a un día del 'Titanic' y que éste es la Tierra.

En el 'Titanic' poco más del 15% de las personas eran oficiales de la tripulación y pasaje de primera clase. La mayoría viajaban en tercera clase. Los lujos de los pasajeros de primera comprendían gimnasio, biblioteca, piscina y un largo etcétera, mientras que los pasajeros de tercera tenían prohibido incluso el acceso al hospital instalado a bordo. Distribuciones sorprendentemente parecidas a las que vivimos en la Tierra entre el Primer Mundo y el resto.

Quince horas antes del choque con el iceberg, la tripulación del 'Titanic' recibió avisos de que existía bastante peligro y que se incrementaría durante la noche. Muchos científicos llevan décadas avisando de que nuestra civilización lleva un camino que la conduce al desastre.

Según pasaban las horas desde los primeros avisos, se sucedían los mensajes de peligro, pero la tripulación del 'Titanic' no hizo caso y siguió a toda máquina, seguramente con la idea de impresionar a la prensa y al pasaje. En las últimas décadas, informes científicos, auspiciados muchas veces por las propias Naciones Unidas, llevan advirtiendo de otros 'icebergs': el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el acceso al agua dulce y otros recursos renovables, la desertización y deforestación, el acceso a minerales y fuentes de energía no renovable, etcétera.

Unas pocas horas antes del desastre, el capitán del barco, consciente por fin del peligro, se comunicó con el vicepresidente de la compañía naviera y le pidió permiso para, al menos, aminorar la velocidad. Se lo prohibieron. Idéntica sensación vivimos cuando algunos dirigentes políticos piden permiso a los dirigentes económicos de este mundo. Entonces, el capitán redobló el número de vigías en los mástiles. En la Tierra lo denominamos 'crecimiento sostenible'. Finalmente, ocurrió en el 'Titanic' lo que también ha ocurrido en la Tierra. Se produjo el choque con un iceberg. En el caso de la Tierra, lo análogo ha sido el acceso al petróleo, el conocido tema del 'pico del petróleo' del que viene avisando desde hacía décadas, y de forma perentoria desde comienzos de este siglo.

En cualquier caso, una vez que aconteció el choque, en media hora los oficiales de la tripulación sabían que era irremediable el hundimiento del barco. Se lo dijo el propio diseñador del 'Titanic'.

También sabemos algunos científicos que nuestra civilización ya ha chocado en un mar lleno de icebergs y que toca abandonar el gran barco en botes salvavidas.

El 'Titanic', como nuestra civilización, se diseñó tan mal que había sólo botes salvavidas para la mitad del pasaje. Al menos la tripulación se puso manos a la obra, aunque, eso sí, distribuyendo primero a los pasajeros de primera clase. Como muchos estaban bailando en los grandes salones, les pareció mal que se les molestara. Al principio se les dijo que era un simulacro.

Pero cuando se les pidió que subieran a los botes y fue obvio que la cosa iba en serio, muchos se negaron a creer que el gran trasatlántico se fuera a hundir y no quisieron renunciar a su lujo para pasar estrecheces en un bote. El resultado fue que las primeras barcazas fueron botadas con menos de la mitad de su capacidad.

Cuando se desató el pánico, ya había botes medio vacíos flotando en el mar. Finalmente, se salvaron tan sólo un tercio de las personas. Un 60% del pasaje de primera, pero sólo un 25% del de tercera.

Me temo que nuestra reacción está siendo parecida y lo va a ser en muchos aspectos.

El 'Tierratanic' se está hundiendo. Ahora toca ser lo más eficientes y éticos para distribuirnos en los botes y vivir 'estrechamente'. El baile de salón para unos pocos ha terminado. No es útil gritar histérico o negar la realidad.

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