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La definición de zasca

La RAE defiende su labor en un rifirrafe tuitero con otra de las cuentas que abogan en las redes sociales por el buen uso de la ortografía

Antonio G. Encinas

Viernes, 31 de julio 2015, 17:44

A día de hoy, zasca no es más que una simple onomatopeya elevada a sustantivo por las redes sociales. No existe para la RAE, aunque sí hay una lasca y una basca. Eso sí, zasca estaría más cerca de casca y de rasca, quizá un compendio de ambos resumido en una de esas definiciones tan académicas de la RAE, que para eso es una Real Academia. «Zasca, acción de zascar. Dícese del mensaje en Twitter que, cargado de ironía, argumentos o simple mala leche consigue dejar a su adversario tuitero en evidencia». Y sí, tuitero está admitido por la propia RAE.

¿Qué ejemplo seguiría a esta definición? Pues el de la propia RAE, que azuzada por los aguijonazos de otros tuiteros vigilantes de la norma ortográfica quiso defenderse lanzándose al ataque. La cuenta @0rtografia lanzó un mensaje al viento del píopío tuitero. «La RAE acepta: güisqui, toballa, bluyín, cederrón, almóndiga, murciégalo, alverja. Propone: pirsin, suvenir, frízer, jipi, fuagrás, ranquin», escribió el responsable de la cuenta.

Trasladado al mundo social 3.0, ese mensaje derivó en un sinfín de réplicas y menciones, muchas de ellas despectivas hacia la Real Academia Española de la Lengua. Un «¿dónde vamos a llegar?» indignado que, según parece, escoció a quienes manejan la cuenta de la RAE.

La respuesta fue inmediata. «Murciégalo es la forma primigenia y más cercana a la etimología. Figura ya en el primer diccionario académico (1734)», fue una de las andanadas. Acompañada, además, por la etiqueta #RAEconsultas, que es la que pueden utilizar los usuarios para dirigir sus dudas ortográficas o gramaticales a la institución. También aclaró: «La grafía almóndiga figura ya en el primer diccionario académico (1726) como variante vulgar de albóndiga». Y por si quedaba alguna duda: «Las formas toballa y almóndiga son variantes antiguas de toalla y albóndiga, hoy consideradas vulgares».

Y aquí llega el momento de rematar el zasca. De darle contenido a la onomatopeya por si algún día hay que reflejarla como sustantivo en el diccionario. «No debe usted dar crédito a lo que se afirma en páginas no oficiales de la RAE sin más matizaciones».

La cuenta oficial, @RAEInforma, cuenta con 810.661 seguidores en Twitter. Muy lejos de los 2,7 millones de @0rtografia. Esta segunda cuenta explica en su biografía en la red social que dispone de otras hermanas, @ortografiaReal (1,4 millones de seguidores) y @gramaticareal (455.000 seguidores). No son las únicas que se erigen en defensoras del idioma frente a las aberraciones lingüísticas que cada día se perpetran en los medios escritos, audiovisuales y digitales. La cuenta @_ortografia, con 104.950 seguidores, destaca en su perfil que el nombre utilizado «no lleva tilde porque Twitter no lo permite». Y @ortografistas recibe el apoyo de 231.035 seguidores. Además de todas ellas hay otra investida de cierta oficialidad, la de @Fundeu (Agencia Efe y BBVA), que cuenta con 202.985 seguidores.

En una entrevista concedida a El Norte el año pasado, el director de la RAE, Darío Villanueva, explicaba que «no hay nada en contra de otras iniciativas relacionadas con el buen uso de la lengua, salvo que promoviesen, por mencionar un hipotético caso, la fragmentación de las normas comunes». Y aseguraba que «todas esas contribuciones pueden ser útiles porque la mayoría de ellas son bienintencionadas y persiguen el mismo objetivo». También decía que hay que entender que la RAE tiene unos ritmos más lentos que la sociedad a la hora de adaptar palabras. Así se evita que términos de moda, como «fistro», se incluyan en el diccionario cuando su vida será efímera. Aunque parece que ese no será el caso de «zasca».

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