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Ignacio Sanz, con uno de sus modelos más populares, San Frutos. A. de Torre
Los ‘sanfrutos’ se jubilan

Los ‘sanfrutos’ se jubilan

Después de 37 años, Ignacio Sanz cierra el taller de alfarería de la calle Judería Vieja para dedicarse de pleno a escribir

c. b. e.

Segovia

Jueves, 22 de febrero 2018, 12:03

La cuna de Ignacio Sanz tiene la culpa. De no haber nacido en Lastras de Cuéllar no habría sido alfarero. Ayer lo comentaba por penúltima vez, porque siempre habrá alguna ocasión más para presumir de raíces. El segoviano, orgulloso de terruño, quedó prendido del giro ... de la rueda de los alfareros cuando disfrutaba de su infancia lastreña. Ya de adolescente pretende convertir aquella fascinación en oficio. Se matriculó en la Escuela de Cerámica, «donde acudía en un hueco que hice entre mis obligaciones laborales matutinas y mis obligaciones académicas nocturnas». Cuando Lastras le dedicó una plaza, se acordó agradecido de quienes fueron sus maestros alfareros, como Rafael Ortega, o de los consejos de Moisés Cacha cantos y del tío Pichito, dos de los últimos artesanos lastreños del barro. También citó en su deuda con el oficio a los tejeros Carlos Avial y Valentina Callejo, «que tanto nos ayudaron cuando Claudia [de Santos] y yo, recién casados, instalamos nuestro taller en Lastras». Corría el año 1979. Y con ellos, Rafa y José, los Perreros, que en su tractor les allegaban el barrujo hasta el pie del horno que construyó el primo de Ignacio Sanz, Juan Pablo ‘el Furri’, en el viejo gallinero de la familia.

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