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César Blanco Elipe
Miércoles, 26 de abril 2017, 06:04
El Espinar vive las últimas horas entre el miedo y la incredulidad; a mitad de camino entre la sorpresa y el recelo. Los tres arrestos y los registros acontecidos desde la madrugada del sábado dejan a muchos vecinos sin palabras. Literalmente. Bien porque no quieren hablar o bien porque hasta hace tres días veían impensable que el yihadismo tuviera algo que ver con este municipio de algo más de 9.200 habitantes, lugar de descanso habitual y de segunda residencia de muchos ciudadanos segovianos y madrileños.
Las pocas personas que aceptan comentar lo sucedido piden que se mantenga su anonimato y rehuyen las fotografías. Síntomas de que hay cierto temor instalado. Los grupos de whatsapp echan humo con opiniones y sensaciones para todos los gustos.
Como comenta una vecina, «tengo una amiga que me ha dicho que tiene miedo, pero yo le digo que esto toca aquí como podía haber tocado en otro lado». Le resta importancia porque, al fin y al cabo, cree que al menos las detenciones de este martes son algo circunstancial. Dice conocer «de vista» a la familia del ciudadano marroquí detenido. «Me sorprende, la verdad; aunque tampoco tenía mucha relación con ellos, nos cruzamos y nos saludamos con amabilidad», apunta. «Es gente muy normal», remacha.
Otra vecina de la zona de la calle Primo Gila, donde reside el ahora arrestado, destaca que «es gente que no llamaba la atención, que vive modestamente». A pesar de ser un empresario al que aparentemente no le iba mal el negocio de la compraventa y reparación de material informático, «no son nada ostentosos», apostilla esta mujer que escuda su testimonio en el anonimato.
Alegato de inocencia
Más contundente se muestra un amigo de la familia que pasaba con el coche cerca de donde se desarrollaba el registro por parte de los agentes del Servicio de Información de la Guardia Civil. «No creo que tenga nada que ver [con el yihadismo]; mis hijos y los suyos han jugado juntos», insistía en la defensa de la inocencia del marroquí.
Su pareja, sus cuatro hijos y otros familiares aguardaron a las puertas del domicilio, custodiado por efectivos de las Fuerzas del Estado, las casi cinco horas que se alargó el registro. Precisamente uno de sus vástagos aseveró en un momento en que se separó del grupo que la intervención de la Guardia Civil «es un error, un malentendido, ya lo veréis»; al mismo tiempo que pedía respeto ante el difícil trance que atraviesa la familia. El hijo hizo hincapié en que su padre es inocente «No ha hecho nada», reiteró.
En el polígono Los Llanos de San Pedro, donde los agentes registraron tres naves, más de lo mismo. Tensa tranquilidad y sorpresa. «Yo solo veía gente trabajando y nada extraño. Les reparaba los coches y de hecho tengo uno suyo en el taller», afirmaba el propietario de una nave cercana a las de los detenidos.
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