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Muestras de dolor y silencio a la entrada de la iglesia parroquial de Navalmanzano durante el funeral de ‘Gallo’.
Navalmanzano despide con profundo dolor y en silencio a Juan Carlos Otero 'Gallo'

Navalmanzano despide con profundo dolor y en silencio a Juan Carlos Otero 'Gallo'

Una delegación del municipio vallisoletano de La Parrilla asiste al funeral del joven cortador fallecido el sábado

Miguel Ángel López

Lunes, 13 de junio 2016, 06:30

En el balcón del Ayuntamiento de Navalmanzano, en la Plaza Mayor del pueblo segoviano, las banderas siguen a media asta en memoria de Juan Carlos Otero Gallo, el joven recortador cuya vida segó un toro el sábado en uno de los encierros de la localidad vallisoletana de La Parrilla. El pueblo entero está de luto. Este domingo, la mayor parte de sus mil cien vecinos y muchas personas más de toda la comarca y de pueblos de Valladolid La Parrilla, Tudela de Duero, Traspinedo, Laguna o Boecillo y de Madrid acudieron a Navalmanzano para despedir, con dolor, respeto y silencio, a Gallo, «un gran chico, muy buena persona», como decían algunos amigos llegados de Valladolid, aficionados como él a los toros. Fue una despedida multitudinaria que dejó fuera de la iglesia parroquial de los Santos Justo y Pastor a varios centenares de vecinos y amigos, porque en el templo no cabía un alma, y al finalizar las honras fúnebres una larga comitiva acompañó a la familia andando detrás del féretro hasta el cementerio municipal, a algo más de un kilómetro del pueblo.

La plaza de Navalmanzano comenzó a llenarse de gente mucho antes del funeral, previsto a las ocho de la tarde en la iglesia, al lado del Ayuntamiento. Iban formándose corros que charlaban a media voz, apesadumbrados, mayores y jóvenes. Los vecinos no querían hablar, pero quienes lo hacían, sin querer dar sus nombres, insistían en que «es un joven muy conocido y muy querido» y poco más. No querían romper el silencio.

Allí se congregaron muchos compañeros de concursos y encierros de la localidad, de toda Segovia y de muchas vallisoletanas que antes del sepelio hablaban cabizbajos de la «fatalidad y la mala suerte» que se han llevado a Gallo, un recortador «experimentado, muy prudente, serio y muy seguro». «Y muy buen compañero», terció otro recortador, «porque cuando veía algo feo en un novillo enseguida avisaba a los demás y los aconsejaba cómo debían moverse».

Su localidad natal y el Ayuntamiento de La Parrilla preparan los homenajes

  • Pablo Ángel Torrego, alcalde de Navalmanzano y amigo personal de Juan Carlos, no tenía palabras. «No quiero hacer ninguna declaración ahora, vamos a darle sepultura». Pero seguro que harán un homenaje a Gallo porque, añadió, «todo se pensará».

  • El Ayuntamiento de La Parrilla ya ha decidido rendirle un tributo. La alcaldesa del municipio vallisoletano, Esperanza Toquero, comentó que primero quieren contar con la familia del joven fallecido en el encierro del viernes, pero la Corporación ha acordado «hacer el domingo 19 de junio la exhibición de cortes que fue suspendida el viernes, como homenaje a él».

Hubo en el sepelio muchos representantes del mundo taurino, empresarios y toreros como Emilio de Frutos, natural de Navalmanzano y amigo del joven fallecido que «disfrutaba del toro como pocos», apostillaba otro compañero. Muchos de los presentes hablaban del percance que le ha costado la vida a Gallo. Sin entrar en detalles. Con el sentir general de que ha sido «por mala suerte», porque «cuando estás con un toro el riesgo está ahí, pero luego influyen otras circunstancias», o con frases, casi susurradas, como que «el toro era su vida. Y se acabó»; otros, emocionados, solo insistían en que Gallo es muy querido y «qué más podemos decir».

El alcalde de Navalmanzano, Pablo Ángel Torrego, acudió pronto a la Plaza Mayor. Allí recibió a una delegación del Ayuntamiento de La Parrilla, con la alcaldesa, Esperanza Torrego, y varios concejales acompañados por una representación de todas las peñas del municipio vallisoletano; llevaban dos grandes coronas de flores y «una actitud de respeto y mucha tristeza». Porque el suceso también ha sido un mazazo para La Parrilla.

En el breve responso que rezó el párroco José María Román ante el féretro, rodeado de los familiares, amigos y vecinos en la puerta de la iglesia, dijo que cuando ocurre una muerte inesperada como la de Juan Carlos Otero «nos encontramos desprovistos de respuestas», que solo es posible expresar muestras de amistad y solidaridad con la familia para darle refugio y consuelo. Y así lo hicieron sus convecinos y compañeros. El silencio fue impresionante, apenas roto por algunos sollozos contenidos. Las calles de Navalmanzano estaban vacías a la hora del funeral. Todo el mundo estaba en la Plaza Mayor y en la iglesia.

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