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Mónica Rico
Martes, 15 de marzo 2016, 12:50
La iglesia parroquial de San Benito Abad, en Chañe, ya luce su Monumento o sarga de lienzo con pinturas con el que tradicionalmente se cubre su altar mayor barroco durante la Semana Santa. Sin embargo, en esta ocasión el montaje se ha adelantado unos días, con el fin de que los vecinos y visitantes puedan disfrutar durante más tiempo del lienzo después de su restauración. El trabajo lo ha realizado la empresa Dammar Conservación y Restauración y ha estado a cargo de las segovianas Mariví Postigo y Diana Martínez, quienes además continuarán trabajando en otras imágenes del templo.
El Monumento que se puede ver en Chañe podría ser del siglo XVI, según apuntan algunas fuentes, aunque en realidad no se conoce la época de su construcción. No obstante, en el año 1780 las ordenanzas de la Cofradía del Santísimo Sacramento hacen referencia a su montaje, aunque se desconoce si se habla del actual o de otro anterior que podría haber existido. Este de Chañe está compuesto por tres paredes de lienzos del tamaño del Retablo Mayor, colocados sobre una estructura de madera. Los lienzos tienen ilustraciones sobre distintos símbolos y atributos de la Pasión de Cristo. En la primera pared aparecen dos guardias con armadura medieval que custodian el sepulcro de Cristo. Sobre ellos, dentro de sendas rocallas barrocas que sirven de marco, aparecen la columna y el látigo de la flagelación, así como la jarra del lavatorio de manos. En el frontón superior, bajo dos ángeles que sujetan la cruz se representa el paño de la Verónica, dónde quedó reflejado el rostro de Cristo. En el arco central aparecen dos elementos menos comunes, pero que también forman parte de los símbolos de la pasión la linterna o antorcha del prendimiento y la espada de San Pedro con la oreja que cortó a Malco. En la pared intermedia se representa una decoración con elementos arquitectónicos simulando el interior de un palacio. Dentro de los símbolos de la pasión encontramos el matillo y las tenazas con las que clavaron a Cristo en la Cruz, la escalera del descendimiento, la lanza y la esponja con la que dieron de beber vinagre a Cristo, además de la corona de espinas y los clavos. En la tercera pared aparece el ojo de Dios entre nubes y las ramas de olivo, que simboliza el triunfo final de Dios sobre todas las cosas, la resurrección después del martirio y la muerte.
El Monumento está compuesto por tres paredes de lienzos del tamaño del retablo mayor, colocados sobre una estructura de madera. Los lienzos, de tela azul, tienen ilustraciones sobre distintos símbolos y atributos de la Pasión de Cristo, desde los guardias romanos que custodiaron el sepulcro de Cristo, hasta la corona de espinas, pasando por los dados con que los soldados se jugaron la túnica de Jesús, entre otros.
La iniciativa de la restauración partió de las cofradías de la Santa Vera Cruz y del Santísimo Sacramento de la localidad, tras ser conscientes del gran deterioro en el que se encontraban algunas de las partes del Monumento, una pieza de las escasas que se conservan en todo el territorio español, y el único que se instala en la provincia de Segovia, aunque se ha documentado la existencia de otros. En los últimos años se están recuperando algunos de ellos, especialmente en Aragón.
Las cofradías informaron del estado de deterioro del Monumento a los vecinos, solicitando su colaboración para poder hacer frente al coste de la restauración. La respuesta fue muy positiva, y los más de 7.000 euros que han costado los trabajos se sufragaron gracias a las aportaciones voluntarias de los propios vecinos, una empresa local, las cofradías y el Ayuntamiento, según explicó Jorge Sanz, Mayordomo de la Cofradía de la Veracruz.
Tras los trabajos de restauración, el pasado sábado por la mañana un grupo de vecinos, acompañado de las restauradoras, se puso manos a la obra y comenzó el montaje del Monumento, en el que se aprecian los trabajos de limpieza y mejora que han sido llevados a cabo.
Javier Cuesta, uno de los voluntarios que desde hace años participa en las tareas de montarlo y desmontarlo, recordaba cómo hace años el Monumento se instalaba el Jueves Santo y se retiraba el Viernes Santo. Por entonces todas las imágenes y los retablos de la iglesia se cubrían con paños morados, mientras que el altar mayor se tapaba con esta sarga.
Debido a la restauración, este año luce desde unos días antes en su emplazamiento, aunque en los últimos años lo habitual era colocarlo el Domingo de Ramos para posteriormente retirarlo el Sábado de Gloria.
Los deterioros encontrados en los lienzos se debían en gran parte a la humedad, que había provocado que algunas policromías se fueran desprendiendo. La suciedad del paso de los años hacía que las pinturas tuvieran un velo ennegrecido, que era especialmente patente en los paños que quedaban al descubierto durante el resto del año. También existían daños por su montaje y desmontaje a lo largo de los años, marcas de bastidores, grapas que con el tiempo se habían oxidado afectando a los lienzos, manchas de cera y repintes que trataban de ocultar los desgastes y la suciedad. Las alteraciones existían tanto en el soporte como en la policromía.
En esta última, principalmente existía suciedad superficial de polvo, pérdida de policromía por la humedad, que hizo que las fibras de la tela se hincharan demasiado en algunos puntos, produciendo desprendimientos, además de manchas. Gotas de cera, restos de cola y pegamento, salpicaduras y goterones de origen desconocido e incluso deposiciones de pájaros completaban los daños del Monumento.
Tareas complejas
La restauración se ha centrado en la limpieza, consolidación y fijado de la pintura. Se han estucado, mediante cola orgánica y yeso, las zonas donde faltaba la pintura, para después reintegrarla y protegerla. Las restauradoras han considerado prioritarios los trabajos de conservación de todas las superficies, necesarios para asegurar la estabilidad de la obra, empleando materiales estables, reversibles y compatibles química y físicamente con los materiales originales.
También se ha evitado la eliminación sistemática de añadidos históricos, siempre que no perjudicaran la conservación del original y causaran deterioro estético. Todo ello con el fin de lograr conservar la obra, devolverle su integridad y ofrecer una lectura global. En la memoria final de restauración, las encargadas del trabajo han incluido unas observaciones para la mejor conservación del Monumento, principalmente en lo que se refiere a iluminación, temperatura y humedad durante el tiempo en el que la obra permanezca guardada. Se seguirá plegando como hasta ahora, pero las partes que queden al aire se cubrirán con una tela especial que permite la transpiración, para que no existan altos valores de humedad y no se produzcan condensaciones que afecten a los lienzos.
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