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carlos álvaro
Jueves, 8 de octubre 2015, 12:43
El periodista y escritor Javier Monjas Blasco acaba de publicar 1936: El rencor en Segovia. El caso de Otero de Herreros: Oligarquías, prohombres y desamortizaciones en el origen de un pueblo revolucionario (editorial Círculo Rojo), que esta tarde presenta, a partir de las 20:00 horas, en la librería Antares de la capital. Se trata de un ensayo histórico de extraordinario interés en el que Monjas aborda con sentido crítico una etapa difícil del pasado de Otero de Herreros, la que se desliza entre la desamortización de Madoz (1855) y el estallido de la Guerra Civil española (1936); una etapa marcada por las tensiones que las oligarquías, beneficiarias de las tierras comunales desamortizadas, generaron en un pueblo incluido por el marqués de Lozoya entre los cinco más izquierdistas de la provincia.
«La implacable enajenación de todas las tierras comunales de Otero derivada de la Ley de Desamortización que el ministro de Hacienda, Pascual Madoz, impulsó en 1855 acabó beneficiando a un pequeño grupo de propietarios locales, pero sobre todo, a una oligarquía de hacendados radicada en Segovia y nacida de la incipiente burguesía de las profesiones liberales y el comercio», explica Monjas.
Entre los propietarios terratenientes beneficiarios de las tierras desamortizadas destacó Carlos de Lecea (1835-1926), prohombre del segovianismo, cronista de Segovia y decano de los abogados, que en sus libros condenó las desamortizaciones que habían menoscabado la antigua y poderosa Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, cuando él mismo se había lucrado con la compra de casi todo el término municipal de Otero, hasta dejar al pueblo sin las posesiones que le suministraban pastos, leña y tierras de cultivo. El autor del libro ahonda en esta contradicción y desmitifica al venerado cronista, siempre ensalzado por la historiografía segoviana: «La palabra es esquizofrenia explica Javier Monjas. A ver, no creo que Lecea obrara de manera malintencionada, porque era un hombre culto, honesto y que amaba Segovia; sufrió mucho por sus ideas carlistas en un momento muy delicado, los años del Sexenio Revolucionario, cuando sufrió ataques muy injustos. Pero precisamente fue durante aquel convulso periodo cuando más negocios hizo, cuando adquirió, a precios ridículos y en condiciones ventajistas, gran parte del término municipal de Otero de Herreros, incluida la sierra, las dehesas boyales e innumerables tierras de labor, lo cual significaba tener bajo su control los labrantíos, pastos, leña y cultivos de todo tipo que el pueblo necesitaba para sobrevivir».
Todo ello generó un rencor que se enquistó con el tiempo y estalló durante la II República, cuando las fuerzas de izquierda tomaron el expolio desamortizador como bandera reivindicativa contra los propietarios locales, señalados como los ilegítimos beneficiarios del saqueo de las propiedades comunales. «Es el drama provocado por una desamortización, la de Madoz, mucho menos conocida para el público general culto que la patrocinada por Mendizábal en 1836, pero que fue mucho más dañina que aquella y está en el origen de unos ajustes de cuentas con la Historia que terminarían de forma dramática en el mes de julio de 1936. Otero fue, en los prolegómenos de la guerra, uno de los pueblos más radicalizados de la provincia, pero curiosamente allí no se produjo un enfrentamiento entre propietarios y agricultores, sino entre vecinos y vecinos, unos en su calidad de propietarios y otros en su calidad de jornaleros», señala el autor.
El argumento del libro es apasionante y nos transporta a una época oscura, especialmente en el medio rural, donde los caciques hacían y deshacían a su antojo y las oligarquías se enriquecían con los bienes desamortizados por los gobiernos liberales. Monjas ha buceado en el Archivo Municipal de Otero de Herreros, que conoce al dedillo, para desempolvar las causas de un rencor agravado con el paso del tiempo: «En la actualidad, en Otero hay una indiferencia generalizada ante una figura como la de Carlos de Lecea. Prácticamente no se le recuerda, y cuando se habla de Lecea se habla de su nieto, Carlos Romero de Lecea. Y hay indiferencia porque son personas que nunca hicieron nada por el pueblo», explica el periodista, para quien es necesario «depurar» los personajes, que «no es lo mismo que ajustar cuentas». Lecea era un hombre culto y honesto, pero poderoso e influyente: «Manejaba todos los resortes del poder y los utilizaba en beneficio propio».
Javier Monjas también es autor de Otero de Herreros: La historia rescatada, publicado en dos volúmenes en el año 2013.
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