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cristina vega
Viernes, 28 de agosto 2015, 12:45
Los festejos taurinos gozan de una merecida tradición en Cantimpalos. Se tiene constancia de ellos desde finales del siglo XIX y principios del XX, cuando se toreaban vacas bravas en la Plaza Mayor coincidiendo con el 2º día de función. Consultado el Archivo Municipal de Cantimpalos, en busca de algunos detalles sobre esta actividad taurina, se han encontrado datos relacionados con los toros y las fiestas en la sesión celebrada el día 8 de septiembre de 1901, donde la Corporación municipal «aprobó el contrato con D. Fructuoso Álvarez vecino de Navalmanzano para la corrida de vacas bravas que habrán de lidiarse el día 16 de los corrientes, por el que se le abonarán 250 pesetas».
Como el medio de transporte de los animales era caminando, el día anterior pernoctaban en la zona de la laguna del prado de Cantimpalos, custodiados por los vaqueros. La mañana del lunes, las reses bravas recorrían las calles del pueblo hasta encerrarlas en toriles cerca de la Plaza Mayor. Durante el trayecto, era frecuente ver correr a los mozos delante de ellas provistos de ganchas o palos, desafiando su fuerza y asumiendo el comportamiento impredecible de su bravura. Por la tarde, se toreaban en la improvisada plaza de toros, preparada con diferentes tablados, garitas y carros de madera. Costumbre muy extendida por aquí, era jugar con el toro dentro del redondel de la plaza, utilizando un cesto de mimbre con un palo en el centro que servía de sujeción, tras el cesto, se protegían unos cuantos mozos asistidos por otros tantos que había detrás; achuchones, golpes y risas eran la tónica general de este tipo de juegos.
En 1908, el Ayuntamiento recibió la «orden dictada por la superioridad prohibiendo las capeas de reses bravas, por lo que hubo que solicitar el permiso oportuno a las autoridades provinciales». A partir de entonces, se originaron varios cambios en este tipo de festejos, y se fue desarrollando la Ley del Reglamento taurino, ideada para mejorar esta tradición centenaria y garantizar los derechos de todos cuantos intervienen en los mismos.
En 1935, los toros y vacas que se lidiaron «procedían de la ganadería de reses bravas Rodríguez de Arce del Espinar (Segovia), con un coste de 1.633 pesetas». Este gasto se sufragó con la venta de la carne de los animales, una aportación en metálico de los mozos del pueblo y el Ayuntamiento.
Posteriormente, la plaza de toros estuvo situada en otros espacios abiertos del pueblo, hasta desembocar en la llamada plaza portátil. Desde entonces, los festejos han experimentado grandes cambios, pues gracias a dichas plazas, se organizaron mejorlos espectáculos taurinos, lo que ha permitido, que hayan toreado en Cantimpalos novilleros como Julián López El Juli en el año 1998 y rejoneadores como Ginés Cartagena y Cesar de la Fuente, entre otros.
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