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mónica rico
Lunes, 15 de septiembre 2014, 10:27
Ayer, como cada año, en el entorno del Santuario del Henar, donde se celebró la Solemnidad de la Virgen y su romería popular, actos que congregaron a los vecinos, y que estuvieron acompañados por altas temperaturas durante toda la mañana, cuando se desarrolló el grueso de los actos, aunque por la tarde los cielos se fueron cubriendo, dejando incluso algún chubasco.
Según la leyenda, la imagen de la Virgen del Henar llegó hasta la pradera del santuario en el año 67. Ante la invasión musulmana y el miedo a que esta fuera destruida, fue enterrada en el lugar. La Virgen se le apareció a un pastor en el año 1580 en la fuente del Cirio. Desde entonces son miles los fieles que creen en que este agua está bendecido por la Virgen y no dudan en acercarse a beber, especialmente el día de la romería, cuando, en ocasiones, se producen largas colas. Sin embargo, los datos históricos hablan de que la Virgen del Henar que hoy conocemos, es una imagen románica del siglo XII, que perteneció a un poblado desaparecido que llevaba el nombre de Santa María del Henar. A partir de los siglos XVII y XVIII, su devoción alcanzó gran renombre, por lo que comenzó a edificarse el santuario, que con el paso de los años fue tomando la forma que hoy presenta.
Entre los datos históricos de importancia en torno a la imagen, cabe destacar el ocurrido en el año 1621, cuando el Papa Gregorio XV concedió la fiesta del Henar y su celebración el domingo anterior a San Mateo, advocación que se venera el 21 de septiembre. En el año 1958 el Papa Pío XII, proclama a la Virgen del Henar patrona de las resinas españolas. No fue hasta el año 1924 que la Orden del Carmen se hizo cargo del santuario, donde aún permanece en la actualidad.
El 25 de junio del año 1972, cuando la imagen de Santa María del Henar fue coronada canónicamente en la pradera del santuario ante 50.000 fieles, en un acto presidido por los obispos Félix Romero Menjíbar, de Valladolid y Antonio Palenzuela Velázquez, de Segovia.
Aunque las actividades comenzaron ya el pasado sábado, con la solemne vigilia, que se abrió con una misa concelebrada a las 20:30 horas, a la que siguió el Rosario de Antorchas, en el que miles de personas portaron sus velas para iluminar todo el entorno de la pradera situada junto al santuario, dejando una estampa única de devoción y fervor.
Ya en la jornada de ayer, cuando se celebraba la fiesta de la Virgen, la afluencia de romeros comenzó a primera hora de la mañana. Como es tradicional, muchos de ellos llegaban andando, principalmente desde Cuéllar y los municipios de la comarca, pero también desde localidades de la provincia de Valladolid, y, en general, de toda la Comunidad de Villa y Tierra de Cuéllar, de la que la Virgen es patrona.
Para que todos ellos, y los que continuarían llegando a lo largo de la mañana, tuvieran la oportunidad de asistir a los actos litúrgicos, desde el santuario se abrió un amplio horario de misas y confesiones en el santuario, a la que se sumó la misa mayor de campaña, que fue seguida por cientos de fieles desde la pradera. Tal y como es tradicional, la imagen de la Virgen del Henar salió del santuario para presidir este acto, tras el cual, fue subida en andas sobre su carroza, para partir en la tradicional procesión.
Así, como cada año, tras esta multitudinaria Eucaristía, partía el acto central de la fiesta, seguido por miles de fieles: la procesión con la imagen de la Virgen del Henar, que recorrió la pradera durante más de dos horas, arropada por devotos y romeros. Muchos de ellos, acompañaron la imagen de la Virgen, bien unos metros o bien durante todo el recorrido, danzando al son de la música de las dulzainas y los tamboriles del grupo 'A por ellos', que un año más no paró de entonar jotas durante la procesión. Entre los fieles, varias decenas cumplían el ritual tradicional, que marca que los bailes se deben realizar de frente a la imagen de la Virgen, mientras que otros preferían la forma más habitual, y realizaban una fila doble para bailar en parejas. También algunas decenas de fieles preferían seguir a la imagen tras la procesión.
Uno de los papeles protagonistas de esta procesión, fue también para los más pequeños, que un año más cumplieron otra de las tradiciones de la romería: sentarse junto a la Virgen. Así, ya desde el inicio del camino, muchos padres se acercaban con sus hijos hasta el entorno de la carroza. Los voluntarios se encargaban de subir a los niños a la misma, junto a la Virgen, donde recorrían algunos metros. Con ello se persigue que los infantes consigan la bendición de la Virgen, además de que esta les proteja y les cobije bajo su manto. La imagen de niños subiendo y bajando de la carroza se repitió a lo largo de toda la procesión, que se prolongó durante algo más de dos horas. También se sucedieron los 'vivas' a la imagen. Tras recorrer toda la pradera, y con decenas de jotas y bailes tras de sí, la imagen regresaba a su santuario, donde permanecerá hasta el próximo año. Pero antes, cientos de fieles se citaban una vez más en la puerta, para despedir a la Virgen, conocida popularmente como 'la morenita', por el tono tostado de su talla, y unían sus voces entonando al unísono la Salve popular, seguida nuevamente de gritos y vivas.
Antes y durante la procesión, cientos de personas aprovecharon la bonanza de temperaturas de la jornada, para disfrutar también de un día de campo, y fueron tomando posiciones, especialmente en las sombras de la pradera, con sus sillas y mesas, donde, en grupos de amigos o familias, se disfrutaba después de una rica comida, en la que uno de los platos estrella es la tortilla de patata. Mantas en el suelo, sillas de plástico, sombrillas y neveras, entre otros artilugios, tomaron la pradera para degustar de unos ricos manjares aprovechando una agradable jornada bajo la cercana protección de la Virgen.
Ya finalizada la procesión, y durante el resto del día, cientos de fieles pudieron visitar la imagen de la Virgen en su camarín, una sala con un retablo Rococó, en cuyo centro se sitúa la talla de Nuestra Señora, que gira para poder ser vista o bien desde el templo, durante las misas, o bien en este lugar. Junto a la misma se encuentra la sala de exvotos, un pequeño museo con objetos litúrgicos y mantos de la Virgen, donde además los fieles realizan sus promesas y hacen sus ofrendas. Muchos de ellos tampoco se olvidaron de cumplir otra de las tradiciones: beber agua en la Fuente del Cirio, donde, según cuenta la leyenda, un pastor encontró la imagen que hoy se venera.
Los miles de asistentes a la romería también aprovecharon la jornada para disfrutar del lado menos religioso de la romería: el mercadillo popular, que se instala en la zona de La Chopera, donde se instalan unos 240 puestos de venta ambulante, y donde se pueden adquirir cientos de productos de calzado y textil, bisutería, herramientas, artesanía o juguetes, entre otros, como atracciones para los más pequeños, o churrerías, heladerías y bares.
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