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Nació el 25 de octubre de 1950 en la localidad vallisoletana de Santa Eufemia del Arroyo en el seno de una familia campesina. Dejó los estudios muy pronto y comenzó a trabajar con solo 16 años y fue en plena adolescencia cuando, según confesó, ... comenzó a «tomar conciencia de clase». En el año 1975 emigró a Buenos Aires con la confianza en encontrar una vida mejor. A partir de ahí se inició un azaroso periplo vital, con estancias en Colombia y Venezuela. Tras la muerte del general Francisco Franco en 1975, retornó a España, concretamente a Galicia, donde dio un salto cualitativo en su activismo político al afiliarse al clandestino Partido Comunista de España (Reconstituido), que se convertiría en el brazo político de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (Grapo), la sigla terrorista que emuló a ETA en violencia y acciones criminales sanguinarias en los turbulentos años de la Transición.
Los apuntes esbozados en el párrafo anterior corresponden con la biografía y el perfil de Lucio García Blanco, histórico militante de la cúpula del PCE (r) y uno de los cabecillas del último comando operativo de los Grapo, que fue desarticulado en junio de 2007 en una operación antiterrorista de la GuardiaCivil cuando el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba ocupaba el despacho del Ministerio del Interior.
La azarosa singladura de Lucio García Blanco no tiene desperdicio. En su particular autobiografía, que se puede consultar y leer en Internet, este activista llega a asegurar que sufrió torturas y describe sus estancias en diferentes prisiones, como las de Zamora, Carabanchel,Soria, Vigo y Herrera de la Mancha. Llega incluso a proclamar, en su singular diario vital y político, que realizó 23 huelgas de hambre durante sus diferentes periplos carcelarios, alternando sus confinamientos en prisiones con periodos intermitentes de libertad desde finales de los años 70, así como a lo largo de las décadas de los años 80 y 90.
Lucio García Blanco nunca renunció a su clandestina y fanática militancia en el PCE(r). Curiosamente, su detención el 6 de junio de 2007 tuvo lugar cuando él se encontraba leyendo tranquilamente el periódico en una biblioteca en Mataró, la localidad barcelonesa donde residía entonces. Al comando operativo del que formaba parte, integrado por seis personas, se le intervinieron diferentes explosivos y una lista de posibles objetivos terroristas, entre los que figuraban desde personas a entidades bancarias.
Este fanático militante del PCE reconstituido y del Grapo se vio las caras posteriormente, sentado en el banquillo de los acusados de la Audiencia Nacional, con el magistrado Baltasar Garzón, quien ordenó su inmediato ingreso en prisión. Permaneció recluido en el centro penitenciario madrileño de Valdemoros y en marzo de 2011 la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias lo trasladó a la prisión salmantina de Topas, donde sigue recluido desde entonces. Se encuentra ingresado en el módulo cinco de la cárcel y está clasificado dentro del régimen penitenciario de primer grado y encuadrado dentro del bloque de los FIES(fichero de internos de especial seguimiento).
Lucio García Blanco cumple una condena de casi 19 años, concretamente 18 años y 11 meses de prisión, que le fue impuesta por la Sala Primera de la Audiencia Nacional, por la comisión de delitos tan graves como pertenencia a organización terrorista, tenencia ilícita de armas y falsificación de documentos con fines terroristas.
En los últimos meses este histórico activista del PCE(r) y del Grapo se ha prodigado con la publicación, a través de Internet, de diferentes cartas, en las que se posiciona sobre la actualidad política y social española. Sus últimas misivas escritas desde su módulo penitenciario, que se han publicado a través de plataformas y organizaciones como PresS.O.S. yRabia Bolchevique, ponen de relieve que no renuncia ni un ápice a sus radicales y combativos postulados políticos y que toma partido frente a los problemas más acuciantes que padece España, como el desafío secesionista catalán.
García Blanco señalaba, en un texto escrito desde la prisión el 2 de febrero de este año que fue publicado el pasado 19 de agosto por una de las citadas plataformas, que el Parlamento catalán «está legitimado para organizar el nuevo referéndum de autodeterminación y hacer respetar su resultados, así como para llevar adelante la resolución salida del 9-N de impulsar el enfrentamiento y la ruptura institucional con el Estado». En la misma, el histórico dirigente del PCE (r)y miembro del Grapo va más allá en sus reflexiones cuando enfatiza que «nuestro partido propugnaría que se vote por la independencia de Cataluña, como en su día hicieron Marx y Lenin en relación con Irlanda, ya que en este caso es la opción que más favorece a la clase obrera y popular, tanto de Cataluña como del resto del Estado español».
Uno de los últimos documentos que Lucio García Blanco ha publicado de nuevo a través de esta plataforma de apoyo a los presos vio la luz el 11 de noviembre, aunque fue escrito en la prisión de Topas el 1 de octubre, justo cuando se celebraba el controvertido referéndum catalán. En el mismo figuran unos párrafos especialmente significativos, ya que el autor reflexiona, no solo sobre la problemática nacionalista de Cataluña y del País Vasco, sino que analiza, desde su particular prisma, la constante inestabilidad de Venezuela y Colombia. En uno de los pasajes de la misiva afirma textualmente que «las imágenes que estoy viendo desde hace semanas y hoy mismo por la mañana en la televisión, en torno al desafío democrático del pueblo catalán, me recuerdan mucho a los acontecimientos políticos y sociales que se dieron en los años 1976 y 1977 en España».
Su delirante radiografía de la cuestionada consulta del 1 de octubre que organizó la Generalitat le lleva a concluir que «el triunfo del pueblo catalán en este día tan importante y decisivo ha sido bien claro y contundente, mientras que el desarrollo del estado de sitio impuesto por el Estado español ha dejado bien claro su catadura terrorista». Su carta finaliza con una llamativa arenga que incita a la violencia y a la crispación:«¡Hai qu’ armala!».
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