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DANIEL BAJO / WORD
SALAMANCA
Miércoles, 9 de agosto 2017, 12:44
‘Él nunca lo haría’ fue el lema que salvó a miles de mascotas de toda España de acabar abandonados en una gasolinera o vagabundeando por las calles de las ciudades. Quizá el Gobierno o el Ministerio de turno debería recuperarlo para concienciar de que ... un animal no es un objeto, sino un ser vivo que hay que cuidar y proteger.
Aunque el verano solía ser la peor época para las mascotas que tenían la mala suerte de vivir con desaprensivos, hoy en día los abandonos se reparten por todas las estaciones. La presidenta de la Asociación Salmantina Protectora de Animales y Plantas (Aspap), Fredes Barbero, explica que se abandonan animales «a lo largo de todo el año» aunque en verano puede haber un pequeño repunte por el nacimiento de camadas no deseadas y por «el desinterés» hacia las mascotas. Los dueños «se cansan y no saben qué hacer con ellas», así que optan por echarlas a la calle.
Barbero lamenta que sea «tan fácil» adquirir un animal. «Vas a una tienda y pagas. O más fácil aún, a través de redes sociales o en periódicos de anuncios se ofrecen animales y camadas continuamente y nadie exige nada ni se responsabiliza de nada. Es muy sencillo adquirir un animal y es algo que no se valora. No hay una responsabilidad por la adquisición. Es una compra compulsiva, un capricho...».
Según la presidenta de Aspap, «antes de comprar, hay que pensar en los cuidados y la sanidad, pero eso no interesa en ese momento y cuando el animal da problemas, se lo plantea. Eso hay que hacerlo antes. Por eso hay abandonos continuos todo el año».
En esta línea, señalan el pernicioso papel de los criaderos domésticos clandestinos y citan el ejemplo de los dueños de perros de raza que deciden cruzarlos para obtener una camada y venderlos por su cuenta, sin que nadie sepa qué están haciendo con sus mascotas. Esos cachorros, afirman, tienen muchas papeletas para acabar en la calle: se venden baratos y sin controles de ningún tipo, por lo que siempre será más sencillo deshacerse de ellos sin miramientos.
Fredes Barbero apunta al capricho de los dueños y a los criaderos clandestinos, pero añade que hay más implicados.
La asociación no olvida el papel de los cazadores. Según Aspap, las autoridades deberían limitar y controlar más los animales que posee dicho colectivo. Añaden que «más de la mitad de los animales» que cuidan en su refugio «son mestizos de podencos» y creen que si hubiera «más control, un control exhaustivo y directo cambiaría bastante la cuestión de los abandonos». El modelo a seguir podría ser el control que se ejerce «sobre las ovejas y las cabezas de ganado».
Para predicar con el ejemplo, la asociación Aspap recuerda que tiene requisitos «rígidos» para entregar en adopción alguno de los animales que acoge en su refugio. Fredes Barbero explica que no ponen «trabas», pero sí mantienen una entrevista con el adoptante o la familia que desea acoger para conocerles y saber cómo pretenden cuidar al animal. Tras este encuentro les citan en el refugio «para ver su actitud con los animales en caso de que nunca hay tenido ninguno. Con los resultados de la conversación y la experiencia del refugio certificamos o no si la adopción se va a llevar a cabo». Y aunque aceptan donaciones de todo tipo «nunca pedimos dinero».
El 2017 está siendo un año de claroscuros. Por un lado «no hay hogares para todos los animales». Por otro, aunque «nunca» habrá tantos adoptantes como serían necesarios «no nos quejamos. Hay un ritmo de adopciones continuado», incluyendo «varios adopciones de adultos y mestizos y eso es importante, porque se valora al animal y no la raza. Son buenos adoptantes y se dejan asesorar. Barbero aprecia que «hay más concienciación y respecto hacia animales», pero también echa de menos más implicación. «Entre la gente concienciada, buena parte de ella no es activa. Hay un poco de indiferencia. No abandona, pero tampoco ayuda a que acabe esta lacra».
La Asociación Salmantina Protectora de Animales y Plantas dispone de un refugio llamado Algarabía en el que acoge actualmente a un centenar de ‘bichos’, la mayoría perros y gatos «y no baja de ahí». Hay variaciones puntuales, pero la media está en un centenar de animales.
Fredes Barbero señala que «no podemos mantener a más» animales. Aspap se hace cargo de la colonia de gatos del cementerio, a la que alimenta y cuida. «Y recogemos a los que no pueden seguir allí o a los más pequeños. Y los esterilizamos cuando podemos. El Ayuntamiento costea la esterilización de 30, pero eso no basta». Barbero denuncia especialmente la «crueldad» de los dueños que abandonan a sus gatos domésticos en una colonia de gatos porque «puede que no sobrevivan» entre ejemplares asilvestrados.
Aspap está ultimando una serie de mejoras en su refugio. Disponen de un ‘hospital gatera’ para mininos enfermos, han añadido un patio para que los perros puedan jugar y han construido nuevos recintos capaces de acoger a una veintena de canes. Dichos recintos están edificados con materiales aislantes «para que los animales estén bien,pero no son lujos»
Finalmente, han habilitado «un servicio de residencia para perros, para gente que se va fuera y que por un precio simbólico puede dejarlo allí. Estamos dados de alta y cumplimos con los requisitos para poder ofrecer ese servicio», concluye.
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