

Secciones
Servicios
Destacamos
Jorge Holguera Illera
Lunes, 5 de octubre 2015, 12:40
Luciano Sánchez Hernández, a sus 100 años, es el vecino más mayor de Tarazona de Guareña. Por este motivo, el equipo de Gobierno del Ayuntamiento acudió ayer a su casa para hacerle un merecido homenaje con la entrega de una placa conmemorativa.
Luciano Sánchez nació en Galinduste el 17 de agosto de 1915 y, 25 años después, conoció en Tarazona de Guareña a su esposa, Patricia Velázquez González con la que contrajo matrimonio poco tiempo después. Tristemente ella ayer no se encontraba, ni tampoco el pasado 17 de agosto cuando en una comida familiar para celebrar los 100 años de Sánchez, su nieta María Visi Barajas le dedicó unas palabras que ayer volvió a pronunciar con emoción.
María Visi Barajas, junto a su madre María del Carmen Sánchez, y bajo la atenta mirada de su hijo, ayudaban a su abuelo a recordar algunos de los aspectos de su vida. Emocionados recuerdos redactados y leídos por María Visi: «nos hubiera gustado que estuviera en estos momento de alegría nuestra abuela Patricia con la que has compartido toda una vida, seguro que estará en el cielo estará celebrándolo». Entre otros momentos destacó aquellos «tan estupendos en casa de los abuelos, las siestas tan largas, los juegos en el corral y las tardes que pasaba con mi abuela haciendo labores» y también cuando estaba «contigo montados en el trillo en la era, o montados en el remolque cuando ibais a meter el trigo en la panera, luego venía la merienda cerca del pozo que nos sabía a gloria, las tardes que iba con mi abuela a recoger pepinillos y tú en la huerta cambiando la lluvia, mira que te gustaba el agua».
Con mucha lucidez Luciano Sánchez se acuerda de cómo conoció a su esposa en Tarazona de Guareña a donde él acudía a caballo desde la finca de La Carolina, en la que trabajaba. Luciano recuerda que invitaba a su prometida a cacahuetes, «que vendía Mundo», anota. Fue agricultor, de aquellos que araban con bueyes, pues nunca llegó a conducir, tampoco tractor. Entre otras tareas, trillaba el grano en las eras, iba a regar e incluso ordeñaba las vacas. Eran otros tiempos en los que no faltó la experiencia bélica vivida en la Guerra Civil. En ese caso, Luciano Sánchez, se siente afortunado, pues hasta que se licenció fue escolta de Franco, mientras el caudillo vivió en el palacio episcopal de Salamanca. Esa tan sólo es una de las numerosas anécdotas que recuerda el vecino más mayor de Tarazona de Guareña a donde llegó con su padre, que trabajó en la finca de Revilla y posteriormente pasaron a ser renteros en La Carolina.
Luciano Sánchez es el quinto de los ocho hijos que tuvieron Manuel Sánchez y Victoriana Hernández. En el siguiente orden nacieron Pepe, Felipe, Teresa, Joaquín, Enriqueta, Luciano, Linos y Manola. A sus 98 años de edad, Manolita es la única hermana de Luciano que aún vive. Luciano Sánchez y su esposa tuvieron dos hijos, María del Carmen y Celestino. Sus nietos son María Visi y José Luis Barajas.
Luciano Sánchez también tiene un bisnieto, Alejandro Sánchez, el más joven de la familia y el de menor edad de los que participaron ayer en el emotivo homenaje al centenario en el que el alcalde, acompañado por los ediles del equipo de Gobierno del Ayuntamiento y el juez de paz, hizo entrega de una placa a Luciano Sánchez por sus cien años edad. Este es un protocolo habitual en Tarazona de Guareña, cuando uno de sus vecinos cumple los cien años de edad, pero en este caso, el alcalde José Luis Barajas también es el nieto de Luciano Sánchez, doble motivo de orgullo para el homenajeado que goza de plena salud, salvo ciertos achaques de la edad, de hecho «no toma ni una tableta», destaca su hija María del Carmen Sánchez que se encarga de su cuidado y con la que vive.
Fue una jornada cargada de cariño, mucha emoción y alguna lágrima por parte del homenajeado, al que regañaban sus familiares por mostrar tan abiertamente las emociones que genera el verse reconocido por haber llegado a tan alta edad y ver a tanta gente querida junta.
Una vez que Luciano Sánchez fue agasajado con la placa que le entregó su nieto, también fue regalado con besos y abrazos por parte de todos los asistentes con los que a continuación compartió una mesa repleta de embutidos, refrescos, vino y dulces. En esos momentos se pudo ver el gran aprecio que todos guardan a este centenario que hasta hace poco tiempo gustaba de pasar sus tardes jugando la partida de Julepe, cita a la que no faltaba y único vicio que ha tenido, ya que nunca ha fumado ni bebido. Esta afición ha sido parte de su vida tras la jubilación, una vida destacada por la tranquilidad, ya que tal y como describe su nieta Visi Barajas, «su vida ha sido muy sencilla».
Dicha paz no ha estado carente de alicientes como las múltiples amistades que ha ido generando y conservando, de ahí que pueda presumir argumentando que siempre ha tenido muchos amigos y «por donde iba me trataban bien». Otra de las cuestiones que ha gustado de alimentar ha sido la espiritual, pues siempre ha sido de acudir a misa y, de vez en cuando, el sacerdote le lleva la comunión a casa para que pueda seguir participando del alimento de Cristo.
Su nieta María Visi comenta que tiene preferencia por el otro nieto, José Luis Barajas, el alcalde, pero él dice que a los dos los quiere igual, aunque reconoce que a este último le quiere de otra manera porque le ve todos los días y a ella algunas veces porque no vive en Tarazona. Se nota una especial vinculación entre abuelo y nieto, un ejemplo de ello es la afición a los caballos que José Luis Barajas ha heredado de su querido abuelo al que rindió ayer este merecido homenaje.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.