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E. GÓMEZ / WORD
Viernes, 4 de julio 2014, 12:03
El embalse de Navamuño, situado en término municipal de Candelario, abastece de agua a casi una treintena de municipios de la comarca de Béjar e incluso algunas localidades de comarcas vecinas como la Sierra de Francia -como es el caso de San Esteban de la Sierra y Sotoserrano.
El embalse significa para todos estos municipios, su fuente de agua durante todo el año, pero especialmente en los meses de verano, cuando las lluvias aminoran -pese al temporal que hemos pasado estos días- y los manantiales o reservas de los municipios se secan. Sin embargo, su titularidad no está en manos de ninguno de ellos, ni siquiera de Candelario -por estar en su término- o de Béjar -por ser capital de comarca-, sino que pertenece a la Confederación Hidrográfica del Tajo.
Esta construcción, que tiene un cuarto de siglo de historia, tiene una cota absoluta de agua de 1.240,70 metros y una capacidad total de 13,400 hectómetros cúbicos. Toda esta agua se recoje directamente del río Cuerpo de Hombre a través de un azud que intercepta el cauce del río y lo lleva con un canal de evacuación hasta el embalse. Este canal, que tiene unos 1.200 metros de longitud, puede llegar a transportar hasta 6.000 litros de agua por segundo. Sin embargo, no se corta todo el cauce del río y se deja que una parte -conocida como caudal ecológico- siga su curso natural y, de hecho, cuando el caudal baja se deja que toda el agua siga su curso libremente.
El embalse de Navamuño cumple una doble función para la comarca y es que no solo sirve de abastecimiento de agua, sino que también contribuye a la producción de electricidad mediante la central hidroeléctrica conocida como Samuel Solórzano, propiedad del Ayuntamiento de Béjar y que, actualmente, está recibiendo 700 litros de agua por segundo para la creación de electricidad. Para cumplir esta doble función cuenta con dos tuberías diferenciadas: la de suministro de agua con un diámetro de 0,30 metros y que va directamente a la potabilizadora; y la de la central, con un diámetro de 0,70 metros.
Desde la torre de control, al final de un espigón que se adentra en el embalse, se controla tanto el suministro que se está dando a la central como el que se dedica al abastecimiento. De llevar ese control se encarga Javier Rodero, responsable de la presa, junto a los tres otros trabajadores que conforman el personal que se encarga de Navamuño. Y no solo del control de los niveles, sino de vigilar que todo sea correcto y mantener tanto las instalaciones de la propia presa como los aproximadamente 10 kilómetros de caminos que conforman su entorno directo.
Sin duda, una de las cosas que más llama la atención es la altura de la presa, de nada menos que 70 metros y que llegó a ser la más alta del estado hecha con materiales sueltos cuando se construyó. 70 metros de piedra sobre piedra que a los profanos en la materia les puede dar la impresión que se van a derrumbar creando una catástrofe en cualquier momento pero que desde Navamuño aseguran que es totalmente segura, no solo por la prepantalla de hormigón y el núcleo de tierra compactada que tiene la presa en si, sino por la gran cantidad de sistemas de seguridad con los que cuenta todo el embalse.
Y es que la seguridad es fundamental en un sitio como Navamuño, donde todos los sistemas que tienen que ver con la misma están -como mínimo- por duplicado y está previsto hasta el mínimo fallo y la medida de actuación pertinente. De hecho, la seguridad es un aspecto en el que se sigue trabajando constantemente, y próximamente está previsto que se instalen unos sistemas de alarmas a lo largo de todo el tramo entre la presa y las poblaciones cercanas.
La presa contaba, en el día de ayer con un total 12,189 hectómetros cúbicos, lo que supone un 91,96% de su capacidad total y una cota de de 1.239,22 metros. Para garantizar el abastecimiento, a final de temporada -es decir, a finales de septiembre- en el embalse se mantienen 4,126 hectómetros cúbicos de agua, aunque para ello se tengan que producir cortes puntuales en el suministro de la misma. Esta cantidad supone tener agua suficiente para abastecer durante un año a toda la población en el caso de que se produjera un año de extrema sequía.
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