Chicos de barrio, muescas de arraigo en el Real Valladolid
«Al menos, el partido ante el Girona ha servido para mostrar dos caras nuevas, dos pilares para edificar»
A Miguel Delibes, en sus 'Viejas historias de Castilla la Vieja' no le cupieron todas las historias que en esta tierra el discurrir del tiempo ... ha ido avejentando, relatos desatendidos en el geriátrico donde aguardan ese puñado de días por el que se deslizan hacia el olvido, andanzas de otros tiempos sin parangón con las vivencias del presente. Tiempo atrás me contaba mi padre una peripecia que bien podría haber servido de base a Delibes para relatar otra vieja historia e incluirla en el libro citado; una correría que, cosas de la tradición oral, a él también le habían referido sus mayores. En una de tantas épocas en las que el hambre apretaba, un zagal acarreaba una olla con los garbanzos de un cocido que habría de servir de sustento a un partida de labriegos. De camino, aprovechaba para ratear alguna cucharada. Una no se notará, debió pensar. El asunto es que tuvo el mismo pensamiento varias veces. Y claro, una, y otra, y otra..., merman considerablemente el conjunto. Al llegar a la tierra correspondiente y entregar el puchero, los campesinos se dieron cuenta del menoscabo. Le preguntaron al chaval qué había pasado. El mancebo, azarado, tuvo que buscar un requiebro que le sirviese de escapatoria. Y lo halló.
–Cuando venía, se me cayó la cazuela al suelo y me tocó recoger lo que pude.
La carcajada de los labriegos, a pesar de la certeza de que la ración sería corta, de que habría mucha jornada para tan poco garbanzo, despistó al zagal, no la comprendía; aunque le alivió: bien sabía que el adulto que ríe se convierte en inofensivo y, por tanto, la travesura no conllevaría azote alguno.
–¿Y cómo conseguiste recoger el caldo del suelo?
Excusas para salir del paso, excusas como las utilizadas por Álvaro Rubio –que si hacemos méritos, que si competimos cada vez mejor–; excusas de mal pagador que ante el Girona sí han cobrado sentido:el fútbol, quizá como venganza, no ha procedido con justicia con el Pucela.
«Iago y Chuki son jóvenes amigos de jóvenes que sienten como propia la blanquivioleta»
Al menos, el partido ha servido para presentar dos caras nuevas, dos pilares sobre los que se deberá edificar el Pucela que habrá de venir. Uno, Alani, ha apurado los últimos minutos del encuentro; el otro, Iago Parente, adquirió credencial de titular y ha dispuesto de minutos sobrados para mostrar competencia. Salvo el argumento de la necesidad de salvar la categoría del Promesas, suena herético el empeño de alinear en estos últimos partidos a jugadores que ya son pasado, el desperdicio que supone el que no hayan servido para aportar cuajo –o para probar el nivel– en jugadores que, tal vez, puedan alimentar lo venidero.
Iago, junto con Chuki, además de canteranos, son críos de la ciudad, chicos de nuestros barrios, jóvenes amigos de jóvenes que se retroalimentan en el sentir como propia la blanquivioleta. Señas de identificación, muescas de arraigo, cimiento emocional. ¡Cuánto tiempo perdido!
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