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iratxe lópez
Viernes, 15 de abril 2016, 12:39
4. Teruel- Valencia165 kilómetros
El Vaticano tomó partido y se decantó en septiembre del pasado año por dar como buena la reliquia valenciana. Cada cinco años se declarará el Año Santo Jubilar en conmemoración del Santo Cáliz de la Última Cena
Cuentan viejas historias que durante el viaje en el que San Valerio y San Vicente eran conducidos desde Huesca a Valencia para el martirio, los habitantes de La Puebla de Valverde, nuestro próximo destino, solicitaron bautizarse. «Pedid a ese dios vuestro que haga brotar agua», comentaron los guardianes al tratarse de una zona seca, antes de comprobar cómo el líquido brotaba tras los rezos justo donde San Valerio había dibujado una cruz con su bastón. Allí se alzó, para conmemorar el milagro, Santa María del Valle Verde. En el municipio merecen la pena, además, la iglesia de Santa Emerenciana (s. XVI-XVII), la ermita de Loreto (s. XVI), la calle Mayor y los portales de la antigua muralla.
Al pie de la Sierra de Javalambre, bastión defensivo durante la Edad Media por su ubicación en la comarca del Alto Mijares, se alza Sarrión, con sus edificios de corte renacentista. El Palacio de la calle Teruel (s. XVI), el de Ventivilla (s. XV) o la Escaleruela lo visten ayudados por la iglesia de San Pedro (s. XVII). Tras atravesar Barracas, conocida como el altiplano por la prolongación de sus llanos, la montañosa población de Jerica hace una muesca a su historia en 1027, cuando el califato se desintegra en reinos de taifas. Queda incluida entonces en la Cora de Valencia, hasta que en 1098 el Cid conquista su castillo. Su Torre de las Campanas es el único ejemplo de torre mudéjar en territorio valenciano.
Aparece más tarde Segorbe, donde el paisaje es hermoso por la cercanía del Parque Natural de la Sierra Calderona. En piedra destacan el castillo de la Estrella, la muralla, la Torre del Verdugo y la de la Cárcel, la catedral, el Palacio Episcopal, el acueducto o el curioso Santuario de la Cueva, encajado en la roca.
Navajas nació como localidad musulmana, propiedad de Zayd Abu Zayd, último gobernador almohade de la Taifa de Valencia. Destacan la iglesia de la Virgen de la Luz (s. XVIII); la Torre de Altomira (s. XI), rematada con almenas con forma de corona; y el ayuntamiento, casona ejemplo de la arquitectura con fines recreativos que se construyó en el siglo XVIII.
Moros y cristianos
En la cuenca baja del valle del río Palancia surge Algimia de Alfara. Poblada por moriscos tras la conquista cristiana, hay que ver la iglesia de San Vicente Ferrer, la ermita de la Virgen de los Desamparados y el paraje de la Fuente del Conde. Torres Torres duplica su nombre, conservando entre sus lindes las ruinas de un puente romano, del castillo y los baños árabes, así como la Torre del Palacio de Torres Torres, que formaba parte del palacio señorial de los Vallterra (XVI).
Brilla con esplendor Sagunto, gracias a la Saguntum romana que dejó buen número de restos. Distinguida como municipium desde el siglo I, su castillo, la Torre de Hércules, el Muro de Diana, las puertas del circo, monumentos funerarios o las ermitas de San Vicente (s. XVII) y La Sagrada (s. XVIII) destacan entre sus posesiones. En Puig de Santa María vale la pena apuntarse a las visitas guiadas (961959029) para reconocer, por ejemplo, la huella de Jaime I, quien planificaría la reconquista de Valencia. El monasterio de Santa María, Monumento Histórico Artístico, o la cartuja de Arc Christi, Bien de Interés Cultural, aguardan para narrar su propia historia.
Antes de entrar a la capital llega Massamagrell, con su iglesia conocida como la Catedral de LHorta Nord, museos y el convento capuchino de la Magdalena (1597), fundado por San Juan de Ribera.
Hogar, dulce hogar
El Papa Francisco lo ha ratificado: el Santo Cáliz descansa en la catedral de Valencia, última parada del Camino del Grial. Lo hace en la capilla que lleva su nombre, hasta donde llegó tras el periplo desarrollado en estas páginas. Unas modestas dimensiones, 17 centímetros de alto por nueve de ancho de la copa y 14,5 por 9,7 de la base, esculpen este tesoro cristiano ansiado por generaciones de buscadores. La verdadera reliquia se halla en la parte superior del objeto. Es la taza de ágata alejandrina datada entre los años 100 y 50 antes de Cristo, que luce pulida sobre el conjunto. En el medievo se añadieron las asas y el pie de oro, donde queda encerrada una naveta de alabastro de arte islámico.
Tras observar la copa como merece después del esfuerzo de llegar hasta ella, habrá que recorrer el conjunto catedralicio, así como la plaza de la Virgen.
Fuera, Valencia oferta otras diversiones, como el barrio del Carmen y sus palacios, la plaza del Mercado y la Lonja de la Seda, la plaza del Ayuntamiento, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, la Marina Real y las playas, 34 museos y el cercano Parque Natural de la Albufera.
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