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iratxe lópez
Viernes, 15 de abril 2016, 12:39
3. Zaragoza-Teruel 182 kilómetros
Recorrido por tierras aragonesas en el que disfrutaremos de todos los estilos arquitéctónicos y viviremos las leyendas de amoríos más hermosas.
Al Marya se impone en la ruta como siguiente destino, tras dejar atrás la capital de Aragón. La atalaya, eso significa el antiguo nombre árabe de la ahora María de Huerva, que muestra restos de un castillo desde el que vigilaban el valle del Huerva. Poco hay que ver allí, salvo la iglesia de la Asunción (s. XVIII). El plato fuerte llega con Muel y su ermita de la Virgen de la Fuente (1777), donde maravillarse ante los frescos pintados por Goya y los zócalos decorados con la afamada cerámica del lugar.
Parte hacia Longares. Reducto de cristiandad, contó con 19 sacerdotes, aunque ahora solo valga la pena detenerse en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Transita el aventurero por tierra de vinos: accede a Cariñena, cuna de los caldos de misma denominación. Entre viñedos se asienta la ermita de la Virgen de Las Lagunas, y entre vino te moverás si visitas el museo dedicado a este producto o alguna bodega.
El término fue asolado en 1363 por Pedro I El Cruel, que hizo honor a su apodo. Los edificios son posteriores: la barroca iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (1694), la torre-campanario gótica levantina (1375) y el ayuntamiento renacentista junto al que descansa la Fuente de la Mora, de la que el día de la vendimia brota vino en vez de agua.
A la orilla del río Huerva, bajo la sierra de Algairen, espera Encinacorba, antigua sede templaria. Cuenta con inmuebles de estilo aragonés renacentista, la mudéjar iglesia de Nuestra Señora del Mar y dos torreones recuerdo del castillo.
Pintoresca Dacora
El entorno natural prevalece al atravesar Mainar y Retascón camino a Daroca, donde sería pecado perderse los cuatro kilómetros de muralla. Pintoresca localidad de calles empinadas, cortan el cielo más de cien torres. Fue principal fortaleza y resistencia de Aragón durante las guerras con Castilla (s. XIII-XV), por lo que Pedro IV le concedió el título de Puerta Férrea de Aragón.
Más adelante, en el Valle del Jiloca, se halla San Martín del Río, donde poder contemplar los retablos de la iglesia gótica-renacentista de San Martín o el Museo del Vino. En Burbáguena sorprenderán sus casas, especialmente las levantadas entre los siglos XVI y XVII. Y en Calamocha aguardan la iglesia de la Asunción (s. XVIII), el convento de la Concepción (s. XVII), la Casa de los Ángulos (s. XVIII) o la Casa Marina (s. XVII).
Continúa El Poyo del Cid, entre dos cerros, reconvertida en fortificación por El Campeador. En Monreal del Campo, consumida bajo las llamas durante la Primera Guerra Carlista, comparten espacio el castillo, la Casa de Doña Concha (s. XVII), la de Perico Latorre (s. XVI) y el Museo del Azafrán. Unos kilómetros después, Villafranca del Campo fue elegida por las legiones de César y Pompeyo como lugar de descanso. La iglesia de la Inmaculada (s. XVI) preside Santa Eulalia del Campo, donde lucen importancia la Casa Grande (s. XVII), el Palacio de la Familia Fuertes (s. XVII), el de Antillón (s. XVIII) o la Casa de la Judería. Sigue hasta Villarquemado, donde firmó Jaime I la donación de los castillos de Santa Eulalia la Mayor, Castel de Cabra y Petrasol a favor de Atho de Foces.
En Cella conocerán la historia del joven hijo del rey Abú Meruán, enamorado de la hija del señor local, a quien su padre quería casar con un emir. Solicitada la mano, el monarca prometió concederla cuando el Guadalaviar regase sus campos, por lo que el padre del novio puso a centenares de hombres a trabajar para conseguirlo. Tras Caudé, con la iglesia de Santo Tomás de Canterbury (s. XVIII) y la ermita de Santa Ana (s. XVI), llega Concud, famosa por los fósiles del Barranco de las Calaveras que exploró Smith Woodward, recopilando una colección expuesta en el Natural History Museum de Londres.
Desdichado amor
Teruel, la ciudad de los amantes, el torico y la estrella, invita a callejear. Sus representaciones mudéjares, Patrimonio de la Humanidad, estallan en la catedral con la torre y la techumbre, así como en la Torre de San Martín, la del Salvador y la de San Pedro. Es lugar de encuentro obligatorio y picoteo la plaza del Torico, donde se ubica el pequeño animal que corona una fuente.
Aunque lo más conocido de la ciudad sea la historia de Diego de Marcilla e Isabel de Segura, quienes enamorados desde jóvenes querían casarse, idea no compartida por el padre de la novia. El patriarca decidió dar cinco años de plazo al chico para probar fortuna en la guerra, pero la falta de noticias impuso la boda entre Isabel y el poderoso Pedro de Azagra. El día del enlace Diego regresa. Destrozado pide un beso a su amada; ella se niega y él muere. En el funeral, la muchacha decide conceder el roce de labios y perece junto a él. El sepulcro en el que yacen juntos está dentro del mausoleo en la iglesia de San Pedro.
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4. Teruel- Valencia165 kilómetros
El Vaticano tomó partido y se decantó en septiembre del pasado año por dar como buena la reliquia valenciana. Cada cinco años se declarará el Año Santo Jubilar en conmemoración del Santo Cáliz de la Última Cena
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