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iratxe lópez
Viernes, 15 de abril 2016, 12:39
1. San Juan de la Peña-Huesca 98 kilómetros
El Papa Sixto II encomendó el grial a San Lorenzo, quien, antes de morir, entre los años 258 y 261, lo envió a Huesca, su ciudad natal.
Esta es una de esas historias de caballeros, de jinetes sobre cabalgadura que galopan en pos de un tesoro. Una historia antigua de fe, gloria y salvación. Es la crónica de un destino perseguido por muchos, el del Santo Grial, aquella copa de la que Jesucristo bebió en su última cena acompañado por los doce apóstoles, antes de ser prendido y clavado a la cruz. Cuentan quienes, pasados los siglos, buscaron el ansiado cáliz que, tras la detención del Mesías, quedó a resguardo de sus discípulos. Que por su especial simbolismo fueron Pedro y Marcos los encargados de protegerlo en Roma, donde permaneció al menos dos siglos. Hasta que la persecución cristiana del emperador Valeriano puso en peligro su existencia y el Papa Sixto II encomendó el grial a San Lorenzo, quien, antes de morir entre los años 258 y 261, lo envió a Huesca, su ciudad natal.
Lejos de finalizar allí, el periplo del santo objeto siguió su curso. En el año 713, la invasión sarracena obligó al obispo de Huesca a abandonar la sede episcopal con él entre sus pertenencias. Tras un peregrinaje por los Pirineos llegó al emplazamiento donde más tarde acabaría levantándose el monasterio de San Juan de la Peña, lugar en el que permaneció hasta 1399, cuando el rey de Aragón, Martín I el Humano, lo traslada al zaragozano palacio de la Aljafería. Quedan dos últimas partidas: al Palacio Real de Valencia en 1437 de la mano de Alfonso V el Magnánimo y de ahí, por seguridad, a la catedral valenciana, donde aún está custodiado y se venera.
De todo este peregrinaje, denominado en la actualidad el Camino del Santo Grial, tratan las siguientes páginas. De una senda repleta de matices religiosos, históricos, culturales y paisajísticos prolongada a través de 518 kilómetros y cinco provincias: Huesca, Zaragoza, Teruel, Castellón y Valencia. Piernas, bicicleta o caballo ayudarán a completarla en diversas etapas cuya distribución deberá decidir el viajero, a través de un entorno romántico y aventurero plagado de relatos, leyendas con base real y detalles inventados que muchos desean creer mientras otros rechazan.
El comienzo del camino
Se inicia el viaje en el monasterio San Juan de la Peña (s. X al XII), en Huesca, joya románica cuna del reino de Aragón. El edificio viejo, incrustado en la enorme roca que le da nombre, constituye su principal atractivo, además del magnífico entorno natural. Refugio de eremitas, primero, y parada en el Camino de Santiago, más tarde, destacan entre otros elementos las pinturas de San Cosme y San Damián, el Panteón de los Nobles, el Real y especialmente el claustro, plagado de capiteles donde quedaron esculpidas figuras geométricas y escenas de la Biblia (www.monasteriosanjuan.com).
Desde Sarsamarcuello, esta primera gran etapa de la ruta permite tomar otra dirección con parajes alternativos. Situada cerca de las ruinas del antiguo castillo aparece Ayerbe, donde la torre de San Pedro ha sido declarada Bien de Interés Cultural. Tres cuerpos románicos la levantan, dos de ellos utilizados como campanario. Allí mismo se encuentran también el palacio de los Urriés, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura palacial del siglo XV en Aragón, la iglesia parroquial de San Pedro, el antiguo convento de dominicos fundado por Hugo de Urriés con su magnífica portada (XVII), la casa de Ena, el antiguo hospital o el patio de Juanico. Otra curiosidad en el número 19 de la calle Nueva pasó su juventud el Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal. La vivienda se ha convertido en centro de interpretación dedicado a este científico. Más adelante, en Alcalá de Gurrea, el casco urbano, dotado de notorios edificios que datan incluso de principios del siglo XII, queda asentado sobre la vertiente de un cerro. A su izquierda transcurre el arroyo del Sotón. Después, Gurrea de Gállego surge en la confluencia de los ríos Sotón y Gállego, nacida de un antiguo asentamiento musulmán especialmente famoso por un hecho
Tras visitarlo, habrá que salir hacia Botaya y Ena, con su impactante paisaje, y continuar a la estación de Santa María, presidida por el pantano de la Peña. En Sarsamarcuello, siguiente cita, la naturaleza ejerce el dominio hasta llegar a Loarre, dentro de las sierras exteriores pirenaicas. Allí vale la pena recorrer el castillo, Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional. Conquistado en el año 1070 por el monarca Sancho Ramírez, que erigió a sus pies la capital real con monasterio, se trata de una fortaleza roquera distinguida como uno de los mejores ejemplos de arquitectura civil y militar del románico (www.castillodeloarre.es). Desde su posición sobre la piedra domina la Hoya de Huesca, en particular Bolea, principal plaza musulmana de la zona por aquella época.
En ese municipio, siguiente destino de la ruta, la historia se diluye entre calles dibujadas en el siglo X. Bastión musulmán durante la Edad Media, se convirtió en núcleo fortificado que Ramiro I trató de tomar en 1057 por su interés estratégico. Fracasado el intento, sería Sancho Ramírez quien se aventurara de nuevo en un empeño fallido. Hasta que por fin lo consiguió Pedro I en 1101. La colegiata luce distinción de Monumento Histórico desde 1983 y destacan, asimismo, la ermita románica de Santa María de Mueras (s. XII) y la iglesia neoclásica de Nuestra Señora de la Piedad (s. XVIII).
Dejada atrás esta plaza, aparece la primera gran ciudad, Huesca. Distinguida como la más septentrional de Al-Andalus, dicen de ella que es y fue ciudad de santos, pues allí nacieron el portador del grial, San Lorenzo, y San Vicente Mártir, torturado por orden de Diocleciano. Aseguran además que otro elevado hombre, San José, se apareció durante la batalla de Alcoraz para dar la victoria a la Corona de Aragón, que obtuvo gracias a su ayuda la localidad. Varios edificios deben considerarse dentro del presente enclave: la catedral gótica (s. XII-XVI), con su soberbio retablo mayor esculpido en alabastro; la iglesia de San Pedro el Viejo (s. XII), uno de los templos más importantes del románico aragonés, en cuyo claustro yacen enterrados Alfonso I y Ramiro II; la iglesia de San Vicente el Real; el ayuntamiento renacentista (s. XVI), con torres en sus extremos; y el Museo de Huesca, que mantiene mención especial a Goya.
Tómese tiempo, pues, el viajero para recorrerla tranquilamente. Con el fin de descansar de antiguas andanzas y prepararse para nuevas, las de los siguientes reportajes.
2. Huesca-Zaragoza 73 kilómetros
La Ahnenerbe, sección ocultista de las SS nazi, siguió el rastro del grial en España. Estaban seguros de que encontrarlo suponía que el Tercer Reich sería invencible.
3. Zaragoza-Teruel 182 kilómetros
Recorrido por tierras aragonesas en el que disfrutaremos de todos los estilos arquitéctónicos y viviremos las leyendas de amoríos más hermosas.
4. Teruel- Valencia 165 kilómetros
El Vaticano tomó partido y se decantó en septiembre del pasado año por dar como buena la reliquia valenciana. Cada cinco años se declarará el Año Santo Jubilar en conmemoración del Santo Cáliz de la Última Cena
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