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ANGÉLICA TANARRO
Lunes, 3 de julio 2006, 02:00
Que algunos centenarios pasen desapercibidos da idea de lo aleatorio y superficial de muchas de estas celebraciones. Este 2006 lleva escondido uno de esos centenarios silenciosos, sin grandes 'eventos' conmemorativos ni presupuestos astronómicos para espectáculos ruidosos: el del nacimiento de Dino Buzzati (San Pellegrino, 1906-Milán, 1972), un escritor fundamental del siglo XX al que muchos críticos comparan con Kafka.
La fecha sin embargo no pasa desapercibida para sus muchos lectores -sí, aquí cabe perfectamente la etiqueta de 'autor de culto'- entre los que se cuentan grandes escritores, sobre los que el autor de 'Un amor' ha ejercido siempre una especial fascinación, pero sobre todo no pasa desapercbido para Gadir, la editorial española que, desde su aún reciente puesta en marcha, se propuso rescatar la obra de este autor, poco editada en España en las últimas décadas -apenas un libro de relatos reeditado el año pasado por Alianza que también publicó 'El desierto de los tártaros en 1999' y su primera novela, 'Barnabo de las montañas', que vio la luz el año pasado en Littera Books- y a veces mal traducida. En parte, el interés de este joven pero ya prestigioso sello editorial por el escritor y periodista italiano se debe a que su director, Javier Santillán, es un enamorado de su obra.
Desde la inauguración de la editorial, hace ahora dos años, Buzzati ha sido un autor estrella para su responsable. 'El secreto del bosque viejo', formaba parte de la terna de libros con los que Gadir salió al mercado y no parece una decisión equivocada si tenemos en cuenta que este año sale la sexta edición de este relato fantástico que como otras obras del italiano puede leerse como una fábula para adultos o como un libro para niños.
«Siempre me extrañó lo mal editado que estaba Buzzati en España y el consiguiente desconocimiento que existe de su obra. Pero es un gigante de la literatura con una producción riquísima de la que sin embargo solo existen esporádicas ediciones de los años sesenta y setenta. Pero ninguna editorial se había propuesto recuperar el conjunto de su obra y sobre todo cuidar las traducciones», afirma Santillán.
Gadir se lo propuso y a estas alturas ha editado lo más importante de su producción novelística a excepción de 'Barnabo de la montaña'. Tras 'El secreto del bosque viejo', se publicaron 'Un amor', 'La invasión de Sicilia por los osos', 'El desierto de los tártaros' -la que él consideraba la obra de su vida- con una nueva traducción, a cargo de Carlos Manzano y, la más reciente, 'El gran retrato'.
Pero ¿quién era Buzzati?
Un hombre delgado, fibroso, hipocondriaco... «Llega al diario en su 'Topolino' modelo antiguo. No lo renueva porque es avaro, y lo confiesa. Va despacio porque es miedoso, y también esto lo confiesa. Pero conduce con las manos enguantadas, como si se tratase de atravesar Europa, y, cada vez que se apea, se entrega a toda una liturgia de saludos, como si fuese superviviente de un aventurado viaje por tierras lejanas». Lo dice el que fuera su compañero en 'Il Corriere della Sera', Indro Montanelli -otro gran periodista, por cierto- en el delicioso retrato que recoge el volumen 'Gentes del siglo' (Espasa). El que era director del diario en el que trabajaron ambos, Aldo Borelli, lo tenía claro: «un gran poeta. Grandísimo. El más grande que he conocido».
Un poeta, sí, de los que se las arreglan para esconder toda su carga lírica bajo los mimbres de históricas fantásticas -o no- que nos hacen preguntarnos por el sentido de la vida, por lo que consideramos real, o por la esencia misma del amor.
Expectativa
La espera, como símbolo de aquello que deseamos pero no alcanzamos y cuya expectativa nos hace posponer la vida misma, es un tema estrella de su literatura y el eje central de 'El desierto de los tártaros'. Su biografía relata el momento en que empieza a 'oír' en su cabeza las primeras líneas de la novela. Buzzati trabajaba de noche en el periódico. Probablemente, es una de esas madrugadas en las que sale del trabajo a las tres y vuelve a su casa cruzando una ciudad desértica. «Muchas veces me preguntaba si ese 'tran-tran' se extendería sin fin hasta consumirme inutilmente la vida», diría después refiriéndose a un sentimiento, «común a todos los hombres, pero especialmente a aquellos inmersos en el horario de una ciudad». El caso es que una de esas madrugadas llega a casa , coge papel y pluma y escribe:
«Nada más ser nombrado oficial, Giovanni Drogo partió una mañana de septiembre de la ciudad para dirigirse a la Fortaleza Bastiani, su primer destino.
Encargó que lo despertaran siendo aún noche cerrada y se vistió por primera vez con el uniforme de teniente. Nada más acabar, se miró en el espejo, a la luz de una lámpara de petróleo, pero no sintió la alegría que había esperado...»
Así introdujo a su protagonista en la tediosa vida de una fortaleza militar fantástica que espera el improbable ataque de un enemigo aún más improbable.
Una historia que a Luis Mateo Díez le marcó y que considera, junto con 'La metamorfosis', de Kafka, y 'El extranjero', de Camus, una de las tres grandes fábulas del siglo XX, como tuvo ocasión de recordar con motivo del homenaje al autor organizado el mes pasado por la editorial Gadir. En ese mismo acto otro novelista, Juan Bonilla, habló de la perplejidad como una de las actitudes creativas más destacadas de Buzzati, «un narrador puro y duro que muestra una gran potencia poética en sus descripciones».
Pero Gadir no ha terminado sus homenajes en el centenario de este autor, que podría tener miedo a la velocidad, pero que ejercía sin que le temblara el pulso ni la pluma como corresponsal de guerra, y cuyas crónicas «estaban tan al margen del tiempo y del espacio que hubieran podido adaptarse a tanto a Lepanto, a Trafalgar, Tsushima como a las Falkland», según el retrato de Montanelli.
Para otoño, prepara la salida de 'Poema en viñetas. Novela gráfica', una novela inédita en España que, como en 'La famosa invasión de Sicilia por los osos', llevará los dibujos del polifacético Dino Buzzati, que también cultivó el teatro, la poesía, la ópera y la pintura.
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